Lo primero que debemos apuntar es que las giras que realiza el ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez, están enmarcadas dentro de la visión antiimperialista y del equilibrio universal de El Libertador.
En consecuencia, tanto la Constitución de 1999 como el Plan Estratégico de Desarrollo, recogen esa doctrina bolivariana pregonada y practicada por nuestra Revolución.
La diplomacia revolucionaria suele herir susceptibilidades en la almidonada burocracia internacional que ha visto desplazados sus añejos protagonismos.
Nuevos actores suben a las tablas de la geopolítica mundial y marcan pautas de transformación hacia una comunidad de naciones libres y soberanas.
El Presidente Chávez es recibido con alfombra roja por los dignatarios de países determinantes en el ajedrez planetario. Desde Rusia a Portugal, desde Irán a Libia, desde Bielorrusia y Ucrania hasta Siria, por doquier cosechamos amistad y consolidamos una red de relaciones multipolares para seguridad y desarrollo.
Las autoridades de esos países amigos respetan el nombre de Venezuela y saben que cuentan con un aliado serio, dispuesto a cumplir sus compromisos y a ir más allá de los meros tratados declarativos, hacia la construcción de uniones fructíferas y duraderas.
Temas muy variados copan la agenda, todos dentro del principio de la soberanía plena, la igualdad de condiciones, el respeto mutuo y la búsqueda de la paz.
Nos complementamos así, a partir de nuestras ventajas comparativas en materia energética, usadas prudentemente y en correspondencia con los valores dogmáticos que nos son sagrados: los intereses del pueblo venezolano y la solidaridad humanista con los pueblos hermanos.
Por eso, los esfuerzos enormes que realiza nuestro Presidente, junto al Canciller y todo el equipo de Gobierno Bolivariano, podemos estar seguros que buscan el bien de la Patria.
Los alcances de estas giras se pierden de vista. En lo social redundarán en aportes sustantivos al problema de la vivienda, más acompañamiento y respaldo en materia de soberanía agroalimentaria.
En lo tecnológico estaríamos en el camino de dar grandes saltos cualitativos, como lo soñara ese genio zuliano tan olvidado y agraviado por la republiqueta anterior, que fue Humberto Fernández Morán.
Se trata de acceder a fuentes de energía que aún en nuestra geografía lucen futuristas y fantásticas. Venezuela se reafirma en la convicción de que todos los pueblos tenemos derecho al uso pacífico y armónico con el ambiente de la energía nuclear. Ya era hora.
La estridencia y vulgaridad de la crítica opositora habla sola del acierto de nuestra política internacional. Los pueblos del mundo esperan mucho de nuestra Revolución. Acoplemos mejor el engranaje gubernamental y rectifiquemos errores para no defraudar la esperanza propia y la que nos sigue con amorosa angustia.
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