Piñera propone al Congreso lo que antes tildó de ‘dictadura izquierdista’

Presentará  proyecto de ley que modifica la Carta Fundamental, estableciendo reelección inmediata en el cargo de Presidente de la República. Es decir, un proyecto de ley que le permita ser reelegido.

Arturo Alejandro Muñoz

SI TÚ LO haces, eres un dictador, un comunista, un asesino…pero si lo hago yo, entonces eso es democracia.

La frase anterior es el epítome del pensamiento derechista en materia política. Ejemplos sobran…tanto internos como foráneos. Es asunto de echarle un ojo a la Historia para comprobar el aserto anterior.

Las masacres genocidas que cometieron personajes como Hitler, Goebbels y Mengele, o las sangrientas “purgas” llevadas a cabo por Stalin, y las matanzas a diestra y siniestra efectuadas por el enloquecido y fanático régimen de Pol-Pot, fueron atacadas con saña (y con justa razón) no sólo por los partidos políticos derechistas sino, también, por toda la prensa occidental pro norteamericana, o pro ‘british’, según hubiese sido el caso.

Pero, esas mismas tiendas partidistas y esa misma prensa de derecha nada dijo, ni nada dice, cuando el asunto es llevado a cabo por algunos de los íconos de aquella tendencia conservadora y clasista, como ocurrió  con el régimen de Francisco Franco en España, o el de Pinochet en Chile, o las masacres efectuadas por los militares yanquis en Vietnam y en algunos países islámicos (recordar My-Lai, Afganistán, Irak, etc.), crímenes que los derechistas soslayan disfrazándolos con el apelativo de “defensa de la democracia” (¿?).

En materias exclusivamente chilenas, el asunto no mejora. Empeora. La llegada de la derecha empresarial a La Moneda dio un nuevo impulso a la tendencia inequívoca de los fundamentalistas conservadores, cual es pontificar –santificando- respecto de lo que ellos realizan, aunque esto signifique usar a destajo planes y programas de sus adversarios políticos, pues en este caso tales programaciones que antes eran catalogadas por la prensa y televisión del sistema como “dictatoriales”, “atentatorias contra la chilenidad”, “inútiles”, “demagógicas”, hoy se les considera ‘brillantes, modernas, imprescindibles’, etc.

La actual administración de Sebastián Piñera lleva solamente siete meses en el ejercicio del gobierno, y ya ha utilizado como propios varios proyectos que en años anteriores los gobiernos de entonces enviaron al Poder Legislativo y que, para abreviar el cuento, los partidos que hoy acompañan al señor Piñera en La Moneda derribaron en las votaciones del Congreso.

No es asunto desconocido ni misterioso recordar el nivel de hipocresía (o de cinismo político) que caracteriza a la gestión de los empresarios y financistas en la Casa de Toesca, especialmente la del jefe mayor, el ingeniero comercial Sebastián Piñera, cuya condición de lenguaraz y farandulero le ha pasado ya varias cuentas debido a los imperdonables ‘errores’ diplomáticos (y culturales) que ha cometido dentro y fuera del país, convirtiendo sus apariciones públicas en un reguero de chascarros y vergonzosas calificaciones.

Pero, en materia política y legislativa, en lugar de poner atajo a los patinazos y demagogias, esta vez el asunto ha pasado de castaño a oscuro, pues mientras leo las vergonzosas noticias sobre el enésimo gaffe del presidente chileno (“Deutschland über alles" = "Alemania sobre todo," como cantaban Hitler y los nazis), que esparció innegable desprestigio para nuestro país en el extranjero haciendo gala de una increíble ignorancia histórica y carencia absoluta de cultura diplomática, la ciudadanía se entera ahora de que el gobierno del señor Piñera está presentando ante el Congreso un proyecto de ley para modificar la Carta Fundamental, estableciendo la reelección inmediata del cargo de Presidente de la República. Es decir, un proyecto de ley que le permita: ¡¡Ta Ta Ta Taan!!- ¡SER REELEGIDO!

¿Y la derecha chilena -junto con la derecha de otras naciones latinoamericanas-, no había tildado de “dictadores” a Zelaya y a Chávez porque esos Presidentes (Honduras y Venezuela) propusieron lo mismo en sus respectivos países? La derecha aseguraba casi a gritos que tales mandatarios eran vulgares “dictadores”, pero cuando es la misma derecha quien propone algo idéntico, ¿cuál calificativo deberíamos usar? ¿Democracia pura?

La derecha criolla, aún enamorada de los vestigios dictatoriales que ella financió, apoyó y defendió entre 1973 y 1990, no ve con buenos ojos la actuación gubernativa de un especulador financiero devenido en político, y ya procura –aún sin estridencias- consensuar un nombre que en las elecciones presidenciales del año 2014 permita no sólo dar término a la actual faramalla circense montada por empresarios del espectáculo y las finanzas, sino, además, efectuar el ‘torque’ que provoque el apriete final de las piezas principales que  solidificarán durante varios lustros el sistema neoliberal, independiente de la brecha económica y del endeudamiento ad infinitum de la población chilena que esa política genere.

Para la derecha dura, esto se llama ‘democracia’…pero si algo similar hicieran los cubanos, los chinos, los venezolanos (o incluso la gente del llamado ‘progresismo’ en Chile), entonces, esa misma derecha aseguraría que se trata sólo de una detestable “acción dictatorial”, la cual tendría que ser combatida sin ambages y con la "altura de miras que impetra todo deber patriótico".

Es, pues, el cinismo en su máxima expresión, lo que se ve incrementado por las opiniones que poco a poco van saliendo a flote en algunas reuniones de connotados dirigentes regionales de la UDI, quienes no ocultan su incipiente desazón con el actual mandatario, a quien califican –casi sin tapujos ya, debido a las ininterrumpidas actuaciones de bufón-como “nuestro criollo Abdulá Bucaram”.

No obstante, lo anterior por cierto provoca hilaridad (pero no oposición abierta) en los miembros de la coalición llamada “Alianza”, pues allí esperan –cómo no- que más allá de la parafernalia en la que Piñera vive a diario y feliz, sepa al menos consolidar las bases de dependencia económica absoluta, mismas que permitirán a esa derecha disponer de todo el aparato económico, comunicacional, educacional y financiero de la nación, haciendo en extremo difícil que otras fuerzas políticas puedan provocar cambios de fondo en la actual estructura global de  un país ya entregado  casi por completo a los intereses de entes transnacionales.

Entonces, con un andamiaje como el que se presume podría ser construido por el actual  gobierno, el que dejaría en situaciones altamente inconfortables a los partidos de la Concertación de aquí en más, se entiende claramente el objetivo real de la derecha dura  –y no coyuntural ‘piñerístico’- al presentar este controversial proyecto de ley para reelegir a un mandatario.

¿Qué hace muy pocos años esta misma derecha abominó de la idea, la atacó con saña e insultó a mandatarios latinoamericanos por impulsarla en sus países? Pelos de la cola. Es el cinismo fundamentalista en marcha rápida.

arturoalejandro90@gmail.com



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Arturo Alejandro Muñoz


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