Otros breves apuntes revolucionarios

I

 Anoche escuchaba en el programa LA HOJILLA, a un grupo de enfermeras bolivarianas, haciendo denuncia i oponiéndose a otra de las barbaries civilizadas, de la  mui estúpida oposición venezolana. Se hablaba de una huelga posible por enfermeras i enfermeros escuálidos, a los que podrían sumarse los médicos del mismo pelaje escuálido, irracional i opositor. Asnus asinus fricat, como dije en otro artículo i cuya versión más popular es, los burros del mismo pelo se juntan. Si esto sucediera, tanto la huelga de  enfermeras i enfermeros, i principalmente, la huelga de médicos −sobre lo que he escrito muchas veces con autoridad ética i casi 60 años de médico− es un acto o delito de lesa humanidad. Jamás, en ninguna época, en ningún continente, i en ninguna circunstancia, la huelga médica puede ser legal o justa;  el negar atención al hombre enfermo, no puede admitirse nunca, ni ser moral ni éticamente admisible. Mas, como hace ya alrededor de una década, los Colegios de Médicos i la Federación Médica Venezolana, no son del gremio, sino de un grupo de pitiyanquis lacayos del imperio, lo que hace que en el Colegio Médico del Zulia, −por ejemplo− hace unos diez años que no hai elecciones (está en manos de una doctora que dejó vitalicia, la presidenta saliente anterior, ficha de Acción Democrática)  i la FMV en manos de un cavernícola que llegó a su presidencia sin méritos, a no ser políticos, i a quien vimos en un gran afiche a todo color, abrazado al golpista Pedro Carmona El Breve. Por eso, la profesión médica –con excepciones de unos pocos− ha perdido su honorabilidad i en sus instituciones, incluyendo clínicas i hospitales, se ha convertido en partiditos políticos, especialmente en estados donde existen gobernadores i alcaldes antidemocráticos, conspiradores i traidores a la patria.

II

 Anoche también escuché i he leído en Aporrea que, un juez, un hombre de Ministerio Público, ha decidido que los disturbios peligrosísimos, ocurridos en el Metro de Caracas, no constituyen delito i por lo tanto ha puesto en libertad a unos 35 detenidos, sin ni siquiera tener que concurrir a cumplir con medidas cautelares que se les señalaron. Es cierto, en el papel, se considera delito a lo señalado como tal en las leyes, con sus respectivas penas; empero en eso sucede lo mismo que en el idioma o en la gramática concretamente, porque el lenguaje, el habla, es arbitrario i es correcto o incorrecto según señale la norma establecida por una academia, lo cual es mui relativo o variable, si no queremos decir que es arbitrario. Muchos grandes delitos no fueron considerados como tales, hasta que se legisló sobre ellos, aunque en realidad lo fueron tanto antes como después. He leído mucho, desde hace años, cuando en distintas ocasiones en juicios o en controversias me he defendido, el estupendo libro de Jiménez de Asúa, LA LEY Y EL DELITO, i hasta considerado o utilizado en ocasiones lo que se llama, la Justificación Supralegal i otros detalles jurídicos que la falta de cultura intelectual i filosófica, los hace ajenos o desconocidos a muchos abogados o jueces. A veces, hasta en fuentes menos esperadas, se aprenden cosas de justicia o injusticia, como en las obras o en los libros que escribió en su defensa Carl Chessman, aquel célebre bandido de la Luz Roja, que en años esperando el cumplimiento de su sentencia de muerte, se hizo abogado i escribió libros interesantes.

 Sería para escribir un libro, aunque recomiendo leer la obra de una abogada de la IV República, mui interesante, respecto a cómo se hacen las leyes, i el servicio del Metro parce que ya está pidiendo su lei. Sin embargo voi a hacer una discreta comparación de las consecuencias que tendría un serio disturbio en el Metro, una vez que el señor juez le ha dado alas a los infractores, para que actúen a voluntad. En Europa, el Metro más antiguo (o mejor, en el mundo) es el de Londres fundado en 1863 según creo recordar. Allí hubo en 1927, no recuerdo bien la fecha, unos acontecimientos trágicos, que ocasionaron muchos muertos i alrededor de 700 heridos, i hace poco tiempo otro grave atentado en el Metro de Madrid. Estos casos se dieron, sin intervenir la ira i el odio que fomentan los políticos de escritorio, incitando a los estúpidos o a los pendejos a fomentar conflictos graves. Figúrense lo que sería un apagón, unas bombas lacrimógena, unos disparos o hasta gritos de terror para enardecer o amedrentar. Sería un caos terrible, i hasta del susto morirían muchas personas. Recuerden, el caso de la Iglesia de Santa Teresa, sin encierros, sin escaleras, con varias salidas a nivel de calle i sin un número grandísimo de personas como sería en el Metro, i los muertos atropellados que hubo solamente al grito de fuego i el correr con pánico. Piense en eso, señor juez, i suerte que no estén en ese momento familiares suyos en el Metro, a menos que usted sea de la misma clase de esa artista de Hollywood, que en estos días i ya pasados los treinta o treinticinco años, se montó por primera vez en su vida en el Metro, creo que de San Francisco. “Los problemas ajenos es fácil verlos desde lejos, mientras no nos toquen a nosotros mismos” dijo Russel.

III

 Una de las cosas interesantes que he visto, en estos tiempos de cambios revolucionarios positivos i razonables, es ver que ya de manera libre de prejuicios religiosos estúpidos, se ha logrado una conquista más en los derechos de la mujer, los cuales defendí abiertamente en la Asamblea Nacional Constituyente i durante todo mi ejercicio profesional como gineco-obstetra. Las mujeres por libre i personal decisión, se han mandado a esterilizar quirúrgicamente, o sea, definitivamente, después de traer al mundo el número de hijos suficientes que puedan incorporar racional i éticamente a la cultura de la época. Antes, siempre fui atacado hasta por mis mismos colegas que llegaron hasta de calificarme criminal, por estar de acuerdo con la tesis de Flescher, médico i sacerdote norteamericano, opuesto a los que llamaba el embarazo obligado. Tuve problemas hasta cuando junto con Américo Negrette, el médico internista que había descubierto i estudiado del más grande foco de Corea de Hunington en el mundo, en el barrio la Guajira de San Francisco, donde se cruzaban parejas coreicas, con un ciento por ciento de seguridad de tener descendencia coreica, i cuyas mujeres clamaban porque se les esterilizaran, seguras de que todos sus hijos padecerían del llamado Mal de San Vito. Esto es largo de contar; escribí mucho al respecto defendiendo esta posición de parejas coreicas, i tuvo el mismo rechazo de siempre. Ahora, en revolución, la decisión de traer hijos al mundo se ha racionalizado i la Iglesia, totalmente desprestigiada, no tiene voz, ni autoridad ni moral, para seguirse oponiendo fanáticamente. La gente ya ni siente casi respeto por el Papa; menos por cura pedófilos i políticos de mentes medievales. Ese muro de mentiras i mitos, también se derrumbará.

robertojjm@hotmail.com



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Roberto Jiménez Maggiolo


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