No tenemos por qué alarmarnos ante las ya acostumbradas rabietas públicas que, con cara y voz de bobo, el prelado que lideriza a la cúpula de la iglesia católica en Venezuela, lanza cada vez que a los revolucionarios definimos dar pasos en firme para profundizar el proceso de definitiva emancipación del pueblo; esa es, ha sido y seguirá siendo la misma conducta de quienes han sustentados los valores de la opresión, dominación y explotación hacia los humanos débiles de poder no concebirlos como hijos de Dios, cuando, apoyándose en la acumulación de fuerzas militares, económicas, religiosas, políticas y culturales, vienen marcando los designios de las sociedades en la historia.
Recordemos y hagamos recordar lo que hicieron aquellos dominantes que actuando en nombre de la religión católica, después que esta había sustituido al cristianismo como denominación teológica que identificaba al pueblo seguidor de Jesús de Nazaret, para imponerse a fuerza de bayonetas, cañones y la cruces que trajeron la muerte a miles de hombres y mujeres, en las guerras llamadas las cruzadas; asimismo, en la maligna inquisición, cuando esos mismos defensores del poder político y económico en discursos clericales para oprimir a los humildes, actuaron sin piedad alguna al verse descubiertos en los misterios que encubrían sus mentiras, diseñadas para enmascarar el miedo a un prometido cielo solo en las alturas y con la muerte en premio a la resignación eterna y sin salvación.
De la misma forma, aquellos católicos cupulares en dominio de las encíclicas, viendo en riesgo su inventada universalidad, ante el encuentro de nuevas expresiones de adoración divina a lo humano, terrenal o en las alturas sin cielo, en estas tierra de Abya Yala (América Indígena) no vacilaron en someter por la fuerza de la muerte, impuesta con la espada, la cruz, el caballo y su lengua, en el genocidio mas grande y atroz contra hombres, mujeres, niños, niñas, cultura y Dioses, mediante la despiadada conquista española.
Ahora, viniendo gestándose un proceso histórico en la Venezuela de hoy, que, siguiendo los caminos referenciales del pensamiento y la acción de El Libertador, Simón Bolívar, agarrados de la mano hecha carne, hueso, espíritu y ejemplo del Carpintero de Nazaret y sus enseñanzas denominadas cristianismo, marcando un significado libertario contra toda oprobiosa dominación pasada, presente o futura, no nos queda otra tarea que acompañar al Comandante Hugo Chávez, en la encomienda humana y casi mítica que le otorgado el Pueblo para su guía al Socialismo, así que, dejémonos de pendejeras y tomemos las puestas de las iglesias, llevemos una combinación de palabras de justicia, amor, solidaridad, independencia, bien común, multiplicación, en nombre de Jesús y Simón, hagámoslas oración y saldrá un plan de lucha para movilizar la verdad del Pueblo, porque por mucho que avance la mentira, en un tilín se alcanza y se derrota.
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