Pensar que en América Latina no están ocurriendo hechos trascendentales, es vivir de espaldas a la realidad. Lo que aquí ocurre, despierta la expectativa mundial. Los ojos del mundo están dirigidos a nuestra América. Las medidas de “shock” del FMI que les aplican a los países de la Unión europea, ya ocurrieron aquí, fue el látigo que encrespó los ánimos, que enardeció la ira de nuestros pueblos contra el neoliberalismo como disfraz del capitalismo. En este 2011 que comienza, los países de la Unión europea sentirán el rigor del látigo, que sonará como clarinada de lucha. Ya en el 2010 vimos los prolegómenos del estallido del proletariado europeo, en defensa de sus conquistas laborales arrebatadas por las conveniencias del capital.
Aparte de Mercosur, Unasur, Telesur, el Banco del Sur, Petrocaribe o la Comunidad de Estados Latinoamericanos (sin EE.UU ni Canadá). Aparte de la derrota del Alca, de la condena al golpe de Estado en Honduras y su expulsión de la OEA. Aparte de la condena a Colombia por el Grupo de Rio, al infame bombardeo a territorio ecuatoriano. Aparte del rechazo unánime en Bariloche a las bases militares gringas en Colombia. Aparte del proceso de integración entre los países de Sudamérica, de Centro América y el Caribe para alcanzar el desarrollo propio. Aparte de la `profundización de relaciones con China, Rusia, Bielorrusia, Irán y el acercamiento a los países africanos. Aparte del reconocimiento de los pueblos de nuestra América a la lucha insobornable y la dignidad del pueblo cubano. Aparte de los gobiernos de Chávez en Venezuela, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, imposibles de concebir hace 20 años por la oleada neoliberal y el desmoronamiento de la Unión Soviética. Aparte del sentimiento anti estadounidense de los pueblos latinoamericanos que hace realidad la frase de Gabriela Mistral, “en América Latina lo que más nos une, además de nuestro bello idioma, es el odio contra los Estados Unidos”. Aparte de todas esas grandes cosas que están ocurriendo en nuestro continente, hay un hecho que merece ser destacado de manera muy especial y es el reconocimiento de los pueblos en los respectivos países a la figura de tres guerrilleros de fusil, morral y cartuchera: Pepe Mujica, presidente de Uruguay; Dilma Rousseff, presidenta de Brasil; y Fernando Soto Rojas, presidente de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.
Cuando vemos que ocurren estas cosas, podemos decir que,”valió la pena el esfuerzo y el sacrificio de tantos insignes y valientes luchadores que entregaron su vida en las montañas y cordilleras de América, desde Zapata, a Sandino, el Che Guevara, Marulanda o el Mono Jojoy.
Desde nuestra humilde condición de exmiembros de la primera guerrilla que insurgió en Venezuela en 1961, en las montañas aledañas a la población de La Azulita, en el Estado Mérida, podemos decir que aquel sacrificio valió la pena y sirvió para que, por fin, nuestros pueblos encontraran el camino de verdaderos cambios revolucionarios.
Estamos seguros que cada uno, Pepe Mujica, Dilma Rousseff y Fernando Soto Rojas, dentro de las posibilidades políticas de sus respectivos países, estarán siempre del lado de las mayorías nacionales.
¿Quién podía imaginar que por elecciones, preclaros combatientes de la guerrilla llegaran a ocupar la primera magistratura de un país o la presidencia de la Asamblea Nacional?
leonmoraria@gmail.com
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