Uno de los aspectos
que debe ser necesariamente fortalecido en nuestro proceso es el referente
al desarrollo de la teoría, recordemos la advertencia y enseñanza
de Lenin, sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario,
en consecuencia, tampoco puede haber revolución. El desarrollo
de la teoría es esencial porque no existen dos revoluciones iguales
y siendo la teoría la guía para la acción, cada revolución tiene
que elaborar obligatoriamente su propia teoría.
Hasta la aparición
del capitalismo la historia se desarrollaba espontáneamente, y los
principales teóricos del capitalismo como Adam Smith y David Ricardo
la tuvieron fácil al escribir sobre hechos ya consumados, cuando el
capitalismo ya tenía siglos. El socialismo es una sociedad por construir,
no ya espontáneamente, si no conscientemente, de allí que escribir
sobre el socialismo y la transición hacia él, así como impulsarlos,
sea una obra mucho más difícil, es una aventura dice un famoso, y
por lo tanto inseparable de la controversia, lo cual acentúa la necesidad
del debate constructivo. Por otra parte, el oportunismo es poco
dado a la elaboración de la teoría, porque su principal objetivo no
es construir el socialismo e impulsar la transición, si no medrar del
proceso, aunque algunos pocos procuren medrar siendo los teóricos del
oportunismo reformista. Los revolucionarios tienen el deber de
impulsar el debate, que como ciencia busque más que curar las
enfermedades prevenirlas o atacarlas cuando aún son incipientes. Con
ese ánimo y visión escribo estas líneas.
La propiedad
social de los medios de producción
en nuestra transición al Socialismo
Lo primero es señalar
que hablamos de propiedad social porque la propiedad personal no la
discute nadie, es personal en titularidad y uso, aunque la oposición
contrarrevolucionaria haga énfasis en no diferenciar para manipular,
por ello la explicación. En la actual etapa de nuestro proceso, también
excluimos de la propiedad social la pequeña propiedad mercantil, desde
carnicerías, ferreterías, loncherías, y otras por el estilo. En nuestra
transición una ley consensuada y consultada con quienes corresponda,
deberá fijar límites a lo que se entiende por propiedad social, por
el número de empleados que laboren en la empresa y aún por ramo o
industria y zona, de acuerdo a su nivel de desarrollo y a los intereses
de la satisfacción de las necesidades del pueblo en la situación concreta
actual, por ejemplo para las agrícolas, y otros rublos alimenticios,
cooperativas de producción, de confección, etc.. Digo lo de
la ley, porque ya se habla de ella en la Asamblea Nacional.
Cuando se habla de revolución, se habla de transformación de las estructuras de la sociedad, caso contrario se trata es de reformismo capitalista. En nuestro país más que una transformación de las estructuras o de las llamadas relaciones de producción, que algo se ha hecho en ese sentido, lo que se más se ha hecho, principalmente, es la reestructuración de la distribución de la renta petrolera, de allí sale el dinero para las Misiones, para Barrio Adentro, MERCAL, PDVAL, etc., no sale, primariamente, de la socialización de la propiedad de la oligarquía o la alta burguesía, lo cual no quiere decir, que haya que realizarlas a priori, indiscriminadamente, sin consideración a las necesidades de garantizar la satisfacción de necesidades y de capacidades para asumirlas de manera sustentable, salvo que se atente contra la estabilidad del proyecto, por lo que podríamos decir, que nuestro inicio de transición es marcadamente rentista, como rentista es nuestro capitalismo, lo cual debe ser transformado, porque justamente, la base de un socialismo verdadero no puede ser otra que la producción de bienes para satisfacer las necesidades esenciales de la población, y no importarlos con la renta petrolera. Entendemos que la necesidad obliga y cambiar las estructuras sociales en forma principalmente pacífica, como lo hemos definido, no es cosa fácil, ni de un día, pero ya es tiempo de ir apretando en paso. Si nos limitaramos a principalmente, emplear los recursos públicos en importaciones o en sólo pagar expropiaciones, en vez de invertirlos en la creación de nuevas y mejores empresas verdaderamente socialistas y no sólo del Estado, no estaríamos contribuyendo por esa vía a aumentar el patrimonio productivo del país, no estaríamos cambiando las estructuras, pues para la construcción del socialismo, un proceso que se defina y se asuma como revolucionario, si realmente lo es, debe transformar las relaciones de producción, es decir, la forma en que los trabajadores se relacionan con los medios de producción, en especial la relación de propiedad, ya que ésta relación no puede estar basada en la alienación o explotación del trabajo, en que un propietario particular del medio, se apropie de la mayor parte del trabajo, que es parte esencial de la vida del trabajador, alienándolo o extrañándolo así, de si mismo, no sólo alienando al trabajador, si no ocasionando que toda la sociedad basada en esa forma de producción sea en consecuencia una sociedad alienada, extrañada de si misma, con hombres y mujeres extraños para sí mismos, que no encuentran el sentido de su existencia, como dijo algún pensador «El hombre es un lobo para el hombre».
Siendo verdad lo que
señala el comandante Chávez: “Para acabar con la pobreza hay que
darle el poder a los pobres”, siendo necesario entender como poder
no sólo, ni principalmente darles recursos económicos, las empresas
que se creen por créditos del Estado, nacionalizaciones, expropiaciones
de saboteadores y acaparadores, etc., deben revestir una forma de propiedad
que no reproduzca al capitalismo y sus valores sociales e ideológicos,
que no cree capitalismo de Estado, que no aburguese a los trabajadores,
si no que cree una hegemonía del interés colectivo y de solidaridad
social. No puede repetirse la experiencia de la ex–Unión Soviética
y que China parece estar reproduciendo, de basarse en una propiedad
estatal que engendra un capitalismo de Estado con hegemonía burocrática.
No pretendo aquí
presentar una tesis doctoral, si no con la urgencia y limitación que
genera la militancia, y la realidad política, dejar algunas ideas para
contribuir a que comiencen a desarrollarse en el imaginario colectivo,
ideas y propuestas, en sí, debate sobre el tema.
Una experiencia que
vale la pena referir, para extraer lecciones no mecánicas, es la de
la ex-Unión Soviética, que por particularidades históricas, por ser
el primer intento serio de construcción del socialismo, bajo el aislamiento
internacional, una guerra mundial, el abandono por la clase obrera internacional
y los demás pueblos que podían socorrerlos principalmente desde Europa,
etc., generó un partido que tras la muerte de Lenin dejó rápidamente
de practicar el centralismo democrático, y en forma vertiginosa se
burocratizó, originándose un socialismo de Estado que muy rápido
fue primero degenerando en un Capitalismo de Estado, entronizando a
la casta burocrática, como una nueva clase social, y después con la
disolución de la Unión Soviética, cayó plenamente en un país completamente
capitalista. Quiero dejar sentado mi opinión en cuanto a que la burocratización
no se debió esencialmente a que el partido designara funcionarios al
Estado, que lo hiciera era lo lógico, no iba a dejarle los cargos de
confianza a la burguesía o la burguesía chiquita (pequeña Burguesía),
no solamente en los cargos de confianza, lo erróneo fue que lo hiciera
sin practicar el centralismo democrático, sin verdadera consulta al
partido, sus niveles medios y de base, y a las estructuras de base popular
y revolucionaria, como los soviets, haciéndolo sin evaluación del
compromiso, de la conciencia política, y de capacidades, si no que
se hizo atendiendo a la incondicionalidad del funcionario para con el
grupo o funcionario que lo designaba, y no atendiendo a los verdaderos
intereses del proceso, en resumidas cuenta, que se hiciera por oportunismo
y sobre la base de los intereses de la burocracia.
Otro caso digno de referir, es el de Yugoslavia, en donde tratando de corregir las deformaciones soviéticas, buena parte de las empresas estatizadas fueron entregadas a los obreros, pero esto aunque originó en un principio un aumento de la producción, creó un afán de ganancias en los obreros que poseían esas fábricas, no socializó sus conciencias, si no que las privatizó en colectivo, algo así como un capitalismo colectivizado en pequeños grupos, sin que lo social, fuera lo fundamental.
Podríamos señalar
como ya lo ha hecho el Camarada ex-ministro Víctor Álvarez, que se
deben incluir en la titularidad de la propiedad a trabajadores y comunidades,
pero creo que tampoco debemos ir al otro extremo, no se debe dejar afuera
al Estado en las empresas de alcance nacional, podríamos estar reproduciendo
una variante de la experiencia Yugoslava. El Estado debe también controlar
y ser controlado, a través no sólo de funcionarios estatales, si no
de integrantes de comunidades organizadas aledañas, ya que se debe
controlar que no se desvíen los objetivos estratégicos sociales. Con
los trabajadores y las comunidades enfocándose en sus intereses particulares
(experiencia Yugoslava), se podría perder la visión socialista, claro
me refiero a un Estado verdaderamente revolucionario, no dirigido por
la ideología pequeño-burguesa, un Estrado que verdaderamente represente
y tenga participación del pueblo y sus mejores cuadros políticos en
el partido, no subordinado a intereses grupales, ese Estado debe proveer
financiamiento, tecnología, etc.. Ese Estado en sus niveles regional,
municipal o comunal puede decidir ceder lo que le pudiera corresponder
en los excedentes, a la comunidad, a los trabajadores, o a ambos,
según convenga al interés estratégico de construcción del socialismo.
Además los trabajadores y las comunidades podrían tener generalmente
mayoría, mientras la empresa no tenga un muy alto interés nacional.
Y si algún factor se desviara, allí estaría el Estado y el partido
a través de él, en su nivel correspondiente, para enderezar la visión.
Pasando a una idea más
concreta, para las empresas no estratégicas, aquellas principalmente
de interés regional, la propiedad como regla general podría corresponder,
como regla de partida para la discusión concreta de cada caso de acuerdo
a las necesidades reales, un tercio al Estado, un tercio a los trabajadores
y un tercio a la comunidad. Las empresas de rango municipal o parroquial,
así como las locales, si podrían pertenecer sólo a trabajadores y
comunidades. Digo de manera general, porque como he señalado, en cada
empresa debe decidirse con criterio objetivo y de manera consensuada
entre las partes señaladas, teniendo siempre presente la orientación
estratégica de la economía. Por otra parte, así como en una empresa
capitalista se discute una contratación colectiva, los 3 factores señalados
deben decidir de manera consensuada la repartición de los excedentes
o ganancias de la empresa, dependiendo de las necesidades de cada factor
y a los intereses de cada sector de la economía. Igualmente, si por
ejemplo, ha habido una inundación y si se necesita socorrer a damnificados,
si se necesita reposición extraordinaria de equipos, si el Estado tiene
alguna emergencia, etc., todo con la mayor flexibilidad objetiva y con
la vista en el interés colectivo y estratégico correspondiente, y
decir, de la colectividad en general.
Excluimos las empresas estratégicas, porque ellas al pertenecer a toda la nación e influir en desarrollo integral de todos, e involucrar incluso intereses internacionales, deben ser manejadas por el Estado, lo cual tampoco implica exclusión del control (no administración) de los trabajadores y las comunidades, entre ellas están PDVSA, SIDOR, SIDETUR, CANTV, PDVAL, MERCAL, etc..