4-F: la violencia gestada

Las cuatro voces más connotadas, al menos las más publicitadas para el momento de este acontecimiento histórico político, reflejaron el fermentum de la violencia que, ya para finales de los `80 se había incubado en la sociedad venezolana.

La primera vocería fue la de Acción Democráctica partido de una clase dominante, emergida del régimen democrático representativo, en la persona del Abogado David Morales Bello, quien pronuncia en pleno Congreso Nacional órgano de la máxima formalidad del poder público la siguiente frase: MUERTE A LOS GOLPISTAS!.Pedía este reconocido político nada más y nada menos, el fusilamiento, paredón o pena de muerte para aquellos que habían osado levantarse contra el régimen represivo-representativo dela cuarta república.

La siguiente opinión que copó la atención de los medios de comunicación, y se hizo de un pensamiento colectivo para el momento, fue la emitida por ExPresidente de la Cuarta República Rafael Caldera, quien desde ese mismo Congreso dejo sentir la siguiente frase: NINGUNA DEMOCRACIA SE AGUANTA CON HAMBRE.En esta frase se deja ver desde la concepción social cristiana humanista religiosa, la inestabilidad de un régimen injusto cuya fachada era la de un gobierno para el pueblo.

La tercera frase, generada desde otro espacio como lo es el de la prisión, más que una frase fue una sola palabra lo que impactó, pronunciada por el entonces golpista Hugo Rafael Chávez: POR AHORA!.

Esta “suave” frase implicaba una connotación de revancha, de sorpresa y de amenaza,ella fue emitida por un sector emergente en el escenario político nacional.

La cuarta frase, expresada por Ítalo del Valle Allegro, se refería al restablecimiento del orden por medio de la represión implicando en ello la suspensión de las garantías constitucionales. La emisión de esta frase le correspondió al verdadero gendarme del régimen, y más que una frase lo que el Ministro de Defensa a la época expresó, fue una actitud, la conducta de una casta militar servil.

Como vemos son cuatro expresiones que van desde la muerte hasta la represión, pasando por la revancha y llegando a la destrucción o superación de lo construido como democracia, y que encierran elementos fundamentales de la violencia generada por una deuda social. El tiempo de cobro de esta deuda se había iniciado ya mucho antes del veintisiete de febrero de 1989, y se estaría hoy a un poco más de veinte años de este suceso en plena fase de cobro de esta deuda.

En la sociedad venezolana del nuevo siglo, la violencia se ha asumido como parte de nuestra cotidianidad y no como acontecimientos que ocurren en nuestras vidas de manera extraordinaria; así pues, podemos asumir que el 4 de febrero de 1992, nos proporcionó uno de los marcadores históricos sobre la fermentación de la violencia en el siglo XX.

A partir de este acontecimiento salido de la cotidianidad de la práctica de la exclusión social, y no podría ser de otro espacio social, la violencia como herramienta política se identifica con los procesos sociales, que implicanla política, la economía y lo social como construcciones de un Estado germinado y revestido desde la violencia.

La política, que en sí misma debe ser un arte indicador de la civilización, pareciera condenarse a la barbarie una vez que asume a la violencia como su expresión y gestión práctica.

La forma como este marcador histórico de la vida nacional (4-F), se cuela como algo más que un simple acontecimiento o manifestación de carácter reactivo, queda evidenciado al identificar su paralelismo con el resquebrajamiento de las instituciones políticas de la sociedad venezolana.

La simbolización de la justificación del acontecimiento quedó representada en Rafael Caldera, la de la revancha en HugoChávez, la de violencia política, hasta entonces encubierta pero que se practicaba de manera cotidiana, en David Morales Bello.La simbología de la represión como instrumento de dominación de un régimen decadente quedó expresada en el Ministro de Defensa, indicando claramente el papel del aparato policial.

La interpretación en forma analítica contextual de la simbología, construida desde los discursos y las acciones de los cuatro actores privilegiados que se expusieron al inicio de este artículo, nos dejó ver con claridad la lucha que se nos avecinaría y los tiempos de transición que como sociedad viviríamos y parecían ocultarse ante una estabilidad social manejada mediáticamente.


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Freddy Bello


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