La libertad es un ámbito de resonancia ético y estético sensible de representaciones sentidizadoras, relaciones y juegos interactivos de afectaciones/afectualidades inter-transcorporales emancipadoras por desalienantes, y no de neoliberalidades mercantilistas y simulaciones políticas de poder enajenantes de la voluntad colectiva autónoma de los cuerpos, a través del establecimiento reductor y transfigurador de las cristalizadas y objetivadas voluntades sociohistóricas luchadas como libertades trascendentes de libre determinación, a hegemónicos, menoscabadores e instrumentalizados "derechos políticos y civiles" reguladores de las poblaciones por los Estados, según los intereses dominantes.
Tampoco la libertad individual se alcanza solamente mediante ejercitaciones solipsistas de la autoconciencia sobre el mistificado libre albedrio.
Quien no sabe jugar empática y dignificadoramente al reconocimiento afectual con el otro, la otra, las ecoalteridades de la naturaleza y el mundo, no es libre, ni propicia la libertad.
Por eso la libertad real se realiza resistiendo a los poderes y alienaciones en los encuentros socioafectuales de la cotidianidad del con-ser (ser-con-los-demás).