La pedagogía liberadora del cuidado

La pedagogía es el ámbito discursivo de despliegue significante y recontextualizador por excelencia de las prácticas educativas que envuelven relaciones complejas entre individuos, acciones, saberes, contextos, conocimientos, instituciones, técnicas, tecnologías, teorías, métodos, discursos, poderes, afectos, etcétera. La pedagogía orienta la liberación de las prácticas o sus constreñimientos. De aquí el cuidado que se ha de observar con su orientación porque esa liberación o represión incide a su vez, en la formación liberadora o represiva de los cuerpos implicados en las prácticas pedagógicas. Mientras que el cuidado, -noción polisemántica-, atiende a las cualidades y características generales definidoras de los seres (ontológicas) o a las singulares de los entes (ónticas), su incompletud, fragilidad y vulnerabilidad, -por ejemplo, desde el nacimiento se requiere de cuidados de los(as) otros(as)-, por cuanto responde cultural y relacionalmente a la trascendencia situacional de completar, proteger y asegurar necesariamente la existencia, así como al existencial faltante o afectado de las condiciones de vida y cuerpos, de el existir del ser o ente que lo necesita para pervivir. La manera de asumir la práctica del cuidado revela el modo de ser. En consecuencia, el cuidado debe entenderse igualmente como la satisfacción de un derecho a la vida o a la existencia.

Freire (1997), desde otro enfoque, refiere la incompletud, el inacabamiento o inconclusión de los seres humanos para justificar la educación liberadora con la finalidad de que se autocompleten o auto-co-desarrollen realizadoramente a través de la autonomía y la comunicación-dialógica resignificadora del mundo y de sus vidas entre ellos, "es en la inconclusión del ser, que se sabe como tal, donde se funda la educación como un proceso permanente. Mujeres y hombres se hicieron educables en la medida que se reconocieron inacabados… También es en la inconclusión donde se cimenta la esperanza." (p. 64). En Heidegger (1997), para quien el ser es ser-con-el-otro, el cuidado es asumido como condición de posibilidad de la existencia misma, o de la co-existencia, "desde el punto de vista existencial, el cuidado se encuentra a priori, antes de toda actitud y situación del ser humano, lo que significa decir que el cuidado está presente en toda actitud y situación de hecho" (p. 221).

La educación, por consiguiente, es una praxis del cuidado pese a su desatención de tal esencia, entendiéndolo en sentido amplio, en la que quien cuida pedagógicamente, incita y acompaña en los(as) otros(as) el desarrollo autónomo de la capacidad de cuidar de sí mismos(as), de los(as) demás y del entorno a diferentes escalas geográficas, mediante la promoción de experiencias sentidizadoras de los aprendizajes contextualizados con los saberes, conocimientos, valores éticos, prácticas, afectos, relaciones, etcétera, que conlleven a asumir alternativas a la existencia alienada del ser humano.

La pedagogía del cuidado de los(as) otros(as) y el cuidado por la pedagogía pertinente para potenciar sus posibilidades realizadoras a través de sus fuerzas vitalizadoras, incentivan y cuidan su poder-ser autónomo al cooperar en la modelación de sus mejores formas y modos existenciales bajo un horizonte sentidizador liberador. El tipo de relacionamiento socioeducativo que parece más apropiado para favorecer las prácticas liberadoras es el tipo de relacionamiento afectual que comprende una nueva sensibilidad socio-cultural y la empatía radical ético-valorativa consigo mismos(as), -sin narcisismo individualista neoliberal- , con los(as) otros(as) y con lo otro u otredad (el entorno, el ambiente, la naturaleza, etcétera). Así, cuidar pedagógicamente es condición posibilitadora para potenciar la esperanza en las relaciones de afectualidad vitalista emancipadora; de ello se infiere la importancia del cuidado que se debe tener de las relaciones con los demás. Por ello la pedagogía, cuando se le otorga entidad, implica el cuidado afectual de sí misma, de los(as) otros(as) y de las otredades o alteridades.

Para Foucault (1978) los cuidados hacen parte de la biopolítica de la gobernabilidad de los Estados sobre los cuerpos o la vida, de sus condiciones de producción y reproducción, por medio de la construcción de técnicas y dispositivos de seguridad de los Estados para salvaguardarse; por cuanto la salud de la población es el reverso de la salud del mercado, así como de la salud del Estado. La biopolítica la concibe como el complejo de tecnologías disciplinarias o acciones de poder, o de biopoder, sobre los aspectos anatómicos y biológicos de los cuerpos considerados individualmente como una máquina reparable, y colectivamente como especie gobernable por su utilidad. Para contrarrestar estas prácticas de dominio y sujeción hay que promover pedagógicamente el cuidado autónomo de sí por medio de acometer experiencias liberadoras de sí a partir de la inquietud o preocupación por sí mismos(as), así como del compromiso de poder-ser.

En el actual contexto prevaleciente, el capital neoliberal, sin abandonar sus tradicionales medios de dominación y explotación para la mayoría de las poblaciones, se redefine en su dinámica desigual y combinada como un sistema que sujeta a los individuos en una paradójica e ilusoria libertad, a través de la cual continúa imponiendo su dominación y su explotación de unos por otros a través de la autoexplotación de sí mismos(as) por medio de la "libre" y alienada obligación competitiva de maximizar "su cuidado" en función del rendimiento físico y espiritual para el rivalizador mercado capitalista del trabajo y del consumo, que además de depredar ecológicamente mediante la explotación a la naturaleza, depreda los cuerpos a expensas de sí mismos, de su autonomía y su salud integral al convertirlos en cuerpos-mercancías capitalizables.

Ante tal realidad hegemónica, los individuos pierden por enajenación, principalmente mediática-digital-virtual, el sentido de buscar una vida auténticamente libertaria con los(as) demás; se reprimen o postergan sus necesidades, intereses y deseos de vivir plenamente sin hegemonías dominantes y explotadoras seducidos principalmente por la unívoca estética alienante de lo virtual-digital contrapuesta a la realidad ético-estética de la multidiversidad de lo real.

De allí que se trate de inducir pedagógicamente una educación más instrumental tecnológicamente, competitiva e individualista para lograr el éxito en todos los oficios, profesiones y escenarios sociales convertidos en mercados, y en la que se incite al máximo rendimiento como su estándar de medida comparativa rivalizadora, así como al heterónomo cuidado de sí y la autoexplotación para alcanzar condiciones competitivas y llegar a ser un buen competidor por su evaluado potencial de rendimiento. Por ello, sentencia Han (2012), "la sociedad del trabajo y del rendimiento no es ninguna sociedad libre" (p. 48).

El cuidado de sí, de los(as) otros(as) y de las alteridades lo refiere Guattari (1998) como ecosofía de la mente, de las relaciones con los(as) demás y con el medio ambiente. Para él estas tres ecologías envuelven la problemática de la sustentabilidad o cuidado de la vida en peligro de extinción por la depredación de sus bienes y de los individuos, -mal denominados recursos porque esta denominación connota e induce su explotación al mercantilizarlos-, en la cual están implicadas además, las prácticas del cuidado pedagógico y las relaciones de la afectualidad cuidadora. Todos ellos implicados también en el modo de habitar el planeta que ha hecho crisis estructural en su reproducción o crisis de la vida misma, y en la que destacan como determinantes las irracionalidades económicas, sociopolíticas, tecnológicas, las relaciones de poder y el debilitamiento y desaparición de los vínculos de resonancia socioafectuales con el mundo. Resonancia afectual que encierra la potencialidad de la sensibilidad ética y estética para establecer o reinventar un nuevo mundo posible. A decir de Leff (2017), "la crisis ambiental llama a pensar el estado del mundo: las condiciones termodinámico-ecológicas y simbólico-culturales de la vida" (p. 239). Desde esta perspectiva se puede definir al cuidado como un campo de previsiones, acciones y relaciones de afectividad y afectualidad para proteger y asegurar la vida con condiciones sustentables que reproduzcan su existencia en todas sus diversas manifestaciones: el cuidado como un ethos o modo de ser y estar responsablemente en el mundo (Boff, 2012).

Se puede concebir la propuesta ecosófica de Guattari (1998) como una perspectiva ético-política que orienta una praxis crítica que agencia modos planetarios de existencia alternativa en función de futuros sustentables. Esto explica su vigencia para buscar salidas a la crisis civilizatoria que se está atravesando en todos los espacios o ámbitos de vida. En ello también radica la importancia de una pedagogía ecosófica del cuidado ético-estético que promueva las prácticas reflexivas y afectuales sobre sí mismos(as), las relaciones con los(as) otros(as) y con la naturaleza. En lo que se refiere a las pedagogías del cuidado de sí, estas comprenden ejercitaciones libertarias radicales, de reconocimiento empatizador y de agenciamiento sensibilizador con los(as) demás y con el entorno medioambiental procurando la composición de ámbitos de resonancia afectual creadores de vínculos eco-comunitaristas. Entre estas ejercitaciones están, por ejemplo, la construcción diversa de dispositivos atractores o resonadores didáctico-pedagógicos, los "juegos de lenguaje" para emplazar y revisar críticamente los significados o representaciones arbitrarios que se hacen corresponder con sus significantes, y la rotación del perspectivismo caleidoscópico que consiste en el cambio de perspectivas para la comprensión o interpretación de algo.

Boff (2012), en su texto El cuidado necesario, impugna la noción de desarrollo sustentable ya que la considera insuficiente y contradictoria, -el desarrollo conocido históricamente no es sustentable-, para dar cuenta de los requerimientos exigidos con la finalidad de cambiar la realidad mundial en crisis estructural y tan falta de cuidado planetario, que requiere transformaciones profundas en la relación entre el sistema-vida, el sistema-naturaleza y el sistema-Tierra. Plantea en su texto, en primer lugar, el cuidado como atención conjeturando en torno a la relevancia del otro o de la otra. En segundo lugar, derivando de lo anterior, considera el aspecto afectivo o afectual del cuidado de los demás; y, en tercer lugar, presenta al cuidado en relación con "el conjunto de dispositivos de apoyo y protección sin los cuales el ser humano no vive" (p. 19). Además, propone, en cuarto lugar, el cuidado como prevención de riesgos y peligros.

El cuidado es estimado por Boff (2012) como fuerza vital para que la vida haya sido posible evolutiva e históricamente, destacando al ser humano como portador del cuidado necesario, lo que le conduce a sostener el sentido relacional que todo en la vida tiene con lo humano. Así mismo ello conlleva a un enfoque ontológico en la medida que el cuidado se ocupa del ser existente y de su fragilidad. Esto lo conduce a plantear un nuevo modo de habitar el planeta de forma paradigmática, formulando para ello que tanto el cuidado como la sustentabilidad constituyen los dos fundamentos estructurantes de una civilización alternativa a la actual que es autodestructiva.

El paradigma planteado exige pedagógicamente responder con aptitudes y saberes del buen vivir, resultantes del despliegue de una reforma del pensamiento educativo, como lo ha propuesto Morin (1999). Para él nos encontramos, en los momentos actuales, a la deriva en un mar de incertidumbre que rodea a un archipiélago con pocas islas de certezas a las que asirse, debido primordialmente al agotamiento de la racionalidad, epistemología o forma de pensamiento de la época Moderna que ha hecho aguas y que nos ha conducido a una crisis civilizatoria ya que la Modernidad que perduró hasta el presente, y que está en sus postrimerías, ha caducado haciendo policrisis estertóreas en todos los espacios y terrenos. Lo que convoca al compromiso de cuidar la Tierra-Patria formulando nuevos paradigmas de razonamiento y acción que propicien entre otros cambios (Morin, 2011), la reforma del pensamiento y, en consecuencia, de la educación y la pedagogía, asumiendo su complejidad y transdisciplinariedad como soportes de las reformas por hacer.

Hemos intentado articular reflexivamente hasta aquí, diversos aspectos existenciales para intentar aproximarnos a lo que podemos llamar de una manera general, PEDAGOGÍA DEL CUIDADO AFECTUAL. Lejos de describir e indicar secuencias instrumentales, confiados en la autonomía profesional de los(as) docentes y la imaginación de los(as) estudiantes para construir opciones cooperativamente, se ha querido revisar y resaltar algunos aspectos de sus posibles bases fundantes. Ante la profunda crisis civilizatoria del modelo societal de la Modernidad Neoliberal, y de sus excluyentes instituciones educativas neocoloniales, clasistas, patriarcales y racistas, que repercute en todas las esferas, y frente a los riesgos, inseguridades y peligros que encierra, se ha destacado la necesidad de la desconstrucción de su aparente cuido retórico-ideológico, para anteponer la demanda del cuidado pedagógico y afectual en el terreno educativo, en su sentido más amplio, como tarea estratégica preventiva y anticipadora de condiciones y relaciones por venir para esperanzarnos en el cuidado de una pedagogía-otra por liberadora y afectual en un mundo posible de carácter alternativo.

 

Referencias

Boff, L. (2012). El cuidado necesario. Madrid: Editorial Trotta.

Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía. México: Siglo XXI editores.

Foucault, M. (1978). Vigilar y castigar. México: Siglo XXI Editores.

Guattari. F. (1998). Las tres ecologías. Colombia: Gerardo Rivas Moreno Editor.

Han, B-H. (2012), La sociedad del cansancio. Argentina: Editorial Herder.

Heidegger, M. (1997). Ser y tiempo. Santiago, Chile: Editorial Universitaria.

Leff, E, (2017). Las relaciones de poder del conocimiento en el campo de la ecología política.

https://biblat.unam.mx/hevila/Ambiente&sociedade/2017/vol20/no3/12.pdf

Morin, E. (2011). La vía. Para el futuro de la humanidad. Barcelona: Editorial Paidós.

Morin, E. (1999). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar el pensamiento. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.



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Jorge Eliecer Díaz Piña

Doctor en Ciencias de la Educación (ULAC), Magister en Enseñanza de la Geografía (UPEL), Licenciado en Ciencias Sociales (UPEL). Profesor universitario de la UNESR

 diazjorge47@gmail.com

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