El materialismo es la esclavitud a la máquina y la máquina es realmente Moloch*, consumiendo los recursos de la Tierra para permanecer vivo. El progreso material es en perjuicio del progreso moral y espiritual. El mantenimiento de la máquina crea a la vez injusticia social y contaminación planetaria.
La peor pandemia que se ha propagado con una profusión tal por todo el planeta es el miedo o “guerra mediática de cuarta generación”. Es tal su penetración, que ha permeado sin piedad el subconsciente de más del 70 % de la humanidad.
La humanidad está poco dispuesta a educarse por sí misma para un cambio de conciencia. Reforzada por el mito del progreso y el deslumbramiento de los adelantos tecnológicos, la humanidad piensa que sólo el aumento de la prosperidad es el valor más grande y el índice de superioridad. Pocas personas son capaces de ver la oportunidad cuando se produce cualquier signo de pérdida, bien sea física o material. Si la pérdida se produce, preferimos aferrarnos a nuestros temores con las compañías de seguros y los productos farmacéuticos por cada descontento mental.
No sólo tenemos la crisis del calentamiento global y la guerra al terrorismo, sino ahora también la crisis financiera de los mercados mundiales – ¡una triple crisis mundial!
La guerra al terrorismo y el calentamiento global son los resultados de la dominación del dinero en la mente humana y lo que ha formado nuestro carácter, fomentando la codicia y la negligente –si no insensible— indiferencia a la violencia y a la destrucción de la naturaleza. Esta triple amenaza es la crisis terminal de la civilización. Pero es la crisis financiera la que finalmente ha comenzado a traer de vuelta a casa a todo el mundo, el viejo mundo está realmente muriendo. ¿Vamos a morir con él u optaremos por el nuevo?
La naturaleza del materialismo y la economía de consumo, así como las fuerzas de la mercadotecnia y la propaganda que manipulan la mente de la masa en nombre de este sistema, nos llevan a creer que esta forma de vida es el único futuro para la humanidad.
Debido a esto, cuando hay una depresión económica también hay un aire de desesperanza e incluso de pánico. Pero esto es principalmente un problema de los países ricos.
Para el mayor número de personas en el mundo, los que viven por debajo del llamado umbral de la pobreza y que ya disponen de muy poco, todo este episodio del Sueño Capitalista Americano podría tener bastante poco sentido. Ahora parece que gran parte del resto del mundo se está uniendo, como en un efecto cascada.
Mientras la guerra y los conflictos armados continúen siendo la respuesta de la élite del poder contra los desposeídos, en medio del caos estarán los signos de un despertar de la conciencia de la masa, como la fuerza consciente que prepara la vida en la Tierra a su próxima etapa de evolución.
Los terroristas de hoy, como lo mencione en otro artículo, no son más que una parte de nosotros mismos que han surgido con nuestro mito del progreso y del culto al dinero. Cuando ya no haya más desborde por el dinero, entonces no habrá motivo para los terroristas. Osama Bin Laden no es sino la sombra de un mito inventado y hechura del Banco de la Reserva Federal, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional, con el fin de crear un aura de miedo para proteger al sistema mundial del dinero.
La Tierra está a la espera de ser transformada en una obra de arte. O bien nos queda aferrarnos a los viejos valores del materialismo, la codicia, la neurosis y el comportamiento destructivo, así como la lealtad a todas las instituciones que apoyan esta forma de vida. O tal vez optar y darnos cuenta de que ahora es el momento de respetar al medio ambiente (Madre Tierra), y potenciar, desarrollar y apoyar los valores de la creatividad, la exploración psíquica, la purificación espiritual y el estilo de vida simple autosustentable de ahimsa (no violencia). La elección está entre los antiguos valores del tiempo cifrados en el dinero, o los nuevos valores de tiempo cifrados en el arte. Donde hay dinero hay discordia, donde hay arte hay armonía. Es así de simple.
* Moloch es el dios cananita con cabeza de carnero, a quien se sacrificaba bebes en su nombre lanzándolos al fuego. Dícese de él como dios de la máquina o tecnología.
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