“Cuando el hombre no se encuentra
a sí mismo, no encuentra nada”
Goethe
Escribir sobre un tema como el de este título, sería motivo de un libro o varios libros, por lo que es obvio que la intención no es profundizar sino referirme, en la vida diaria, a la superación que todo ser humano pretende en su existencia. Tal consideración es necesaria para exponer cómo, hombres jóvenes pero con un verdadero espíritu revolucionario i la pasión por un cambio radical, positivo i eficiente para su país, progresan con inusitada prontitud para bien de sus contemporáneos i de su patria.
Cuando hemos visto la magnífica actuación de los hombres que integran en el presente, el gabinete del presidente Hugo Chávez Frías, respondiendo brillantemente a las pretendidas interpelaciones de otros hombres de la oposición, por contraste opacos, mediocres e ineficientes, tenemos que dar la la razón a Fidel Castro quien, según se ha dicho, opina que el presidente venezolano tiene el mejor equipo al frente de su gabinete ejecutivo. I aunque todos, sin excepción alguna, se han comportado a la altura de sus cargos, i en especial figuras ya consagradas como Rafael Ramírez o Alí Rodríguez, todos los demás no se han quedado atrás, por lo cual por primera vez en la historia republicana, vemos a un gobierno exponer claramente sus actuaciones, con el respaldo, no solamente de sus cifras bien llevadas, sino con el aval de los organismos internacionales que se ocupan de esas mediciones de los logros de los gobiernos de América i del mundo. El pueblo, la gente común, ni siquiera habían visto por dentro, el sitio donde se legisla i donde se toman las más importantes decisiones políticas, hasta que llegó la revolución. Por años, personalmente no había visto jamás el sitio del antiguo Congreso (a no ser en una foto que conservo de mi padre entrando allí, cuando fue senador por el Zulia en el gobierno del General Medina Angarita). Conocí el sitio cuando en 1982, hice una exposición de en el salón de Exposiciones del Congreso, la planta baja del Edificio de la esquina de Pajaritos, i al preguntarle al español que era el encargado del Salón, de por qué sus empleados vestían tan bien, de flux, corbata, zapatos brillantes, etc., me dijo: es porque en ese congreso faltan mucho los diputados o los senadores, i cuando llega un personaje o visitante importante que tienen que recibir, para que no se vean muchas sillas vacías, se los llevan a ellos para ocupar puestos.(¡!) Ahora, en cambio, la AN es un sitio lleno de vida, de confrontaciones políticas i de ideas, por lo menos de parte del gobierno, pues en la oposición hai racionamiento, el único que existe para ellos exclusivamente, en esta plena democracia. Sin embargo, quiero referirme a dos personas amigas que me han demostrado cómo la superación de todo orden, se ha concretado en ellos de manera realmente extraordinaria. Se trata de Elías Jaua i de Nicolás Maduro, Vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela, i Ministro del Exterior o sea, Canciller, quienes en los cargos desempeñados hasta ahora, dejaron constancia de un progreso notable. Elías Jaua que es periodista, de clase humilde barloventeña, i donde lo ha puesto el presiente Chávez, ha rendido de manera impresionante i con una capacidad i constancia en el trabajo que, pocas veces se observa. I en cuanto a Nicolás Maduro, mi vecino en la ANC i con quien compartí en ocasiones conversaciones interesantes en grupos de amigos, realmente fue un sindicalista del Metro de Caracas i posiblemente chofer de bus u otros oficio parecido, lo que no desmerita a nadie en lo más mínimo; el caso fue de un constituyente honesto i eficiente i luego en los cargos importantes desempeñados, como por ejemplo presidente de la Asamblea Nacional, lo supo desempeñar con brillo i eficiencia, hasta llegar a Canciller como el gran reto. ¿I cuál ha sido el resultado? Un desempeño de tal eficiencia que, en eventos internacionales o en decisiones de política exterior, ha sido la mano derecha (¡obvio, pues es zurdo!) del Comandante i Presidente Chávez. Empero, como ese jovencito huelguista Sofío Loren, quiso ofenderlo señalándolo con el disparate infantil de “Chofer de avión”, le voi a poner solamente un ejemplo de cómo, viniendo de lo más humilde o modesto en la sociedad, se llega a veces hasta casi tocar las estrellas. Se trata del caso de Edwin Powell Hubble, que aunque era el quinto de los siete hijos de un abogado de Marshfield Misouri, que estudió la secundaria en Chicago como un joven común que era deportista o atleta al punto de que en la Universidad de Oxford, practicó el boxeo amateur con éxito i hasta le prometieron pasar al profesional i enfrentarse al Campeón francés George Carpentier. En 1917, durante la Primera Guerra mundial, sirvió la infantería aliada como voluntario, i combatió en Francia, donde fue herido en un brazo por fragmentos de una granada. Algunos dicen que trabajó como obrero, antes de ser ayudante en un observatorio astronómico. Sin embargo estudió Derecho en la Universidad de Chicago, graduándose en 1911, i aunque fue llamado para el Tribunal de Kentucky en 1913, apenas ejerció la abogacía escasamente por un año i se fue como adjunto de investigación en un observatorio, i poco después pasó al Observatorio del Monte Wilson. Estudió Astronomía e hizo un doctorado, empezando a hacer descubrimientos astronómicos notables, quizá el mayor, el establecer la relación entre el desplazamiento al rojo i la distancias de las galaxias que se alejan, estableciendo la Ley de Hubble. En fin tanto fueron sus méritos como astrónomo que al primer gran telescopio espacial, se le dio su nombre. Este es un caso de muchos otros parecidos, cuando luego de un inicio en la vida en campos mui ajenos a una verdadera vocación, el hombre posteriormente se encuentra a sí mismo. I es lo que ha pasado con mis amigos Elías Jaua i Nicolás Maduro, convertidos en revolucionarios bolivarianos i socialistas, como una genuina vocación que los impulsa a luchar por alcanzar la felicidad de su patria i de su pueblo. Lo hemos presenciado, en sus formidables intervenciones en la Asamblea Nacional, defendiendo con firmes argumentos i claras decisiones políticas, este indetenible proceso revolucionario. Lo contrario de los mediocres hombres de la oposición que, ni se encuentran a sí mismo, ni tampoco encuentran nada.