Discurso Día Nacional del Médico

Ser Médico, Ser Hombre, Ser Revolucionario

¡Son días, meses, años o siglo naciente, de cambios simples o trascendentales, de ensueños o de horrores! Las palabras mismas, si no cambian del todo su sentido, al menos lo enriquecen, connotan i expresan significados que, apenas una década más allá o más acá, de la conclusión del siglo XX en el año 2000, expresan que esta preocupación fundamental de la ontología que conocemos desde los mui remotos tiempos de Aristóteles, nos habla de que el ser, esa estructura ontológica conceptual e íntima del hombre, si sigue presentándose tan sencilla como lo expuso Platón, el maestro de Aristóteles, de ser la persona humana un bípedo implume, al mismo tiempo es ya tan amplio el recorrido historiado, la historia como biografía de las humanidades i del planeta mismo, incluyendo cósmicamente una verdad que posiblemente llevamos dentro del ser, pero que todavía nos cuesta clarificar o entender, para saber por qué, cuando tomamos distintas profesiones –donde priva la vocación i las influencias− desde las artesanales que forjaron la cultura material, hasta el pensamiento creciente i perfeccionado que forjó la cultura inmaterial o intelectual de los seres humanos, es como un resplandor misterioso en la gruta azul de la conciencia o de lo que llamamos alma.

 Importa, a lo menos según mi discreto o humilde juicio, saber brevemente qué es eso tan misterioso para algunos, que llamamos el Ser, así en mayúscula, explicación que deseo exponer de una manera concisa, para comprender lo que significa el ser médico. I es porque ser médico, a medida que nos fuimos alejando de lo que pensó ese pueblo maravilloso en la antigüedad i que los siglos le hicieron olvidar su pasado, la Hélade o la Grecia, el ser médico cuando se apartó por los sistemas gubernamentales o políticos de los otros pueblos del mundo, de aquellas dos variantes de la parte más al sur de la península de los Balcanes, la de los Asclepíades i la Hipocrática, la medicina ya no fue lo que esos hombres adornados de filosofía concibieron: el médico era un demiurgo o en palabras más comprensibles, un servidor para el pueblo.

 Sin embargo, la historia de la medicina no deja de ser la marcha milenaria de personajes que buscaron por sobre todas las iniquidades del mundo, la necesidad de curar, aliviar o consolar como se repitió por siglos, hoi con el progreso de la ciencia i la tecnología, pensamos diferente; pero es una historia bella i heroica que tampoco debemos llenar de menosprecio, de indiferencia o de mentiras. Entre nosotros, i me refiero fundamentalmente a los zulianos, si queremos leer una historia de la medicina hermosa, poetizada i hasta exagerada en el florilegio i rebuscamiento de palabras bellas i nobles, les recomiendo leer a Juan Tinoco, el mismo que junto a Santiago Rodríguez, escribió una historia de la Medicina en el Zulia. La obra de Tinoco es titulada La sombra del Centauro, aunque advirtiendo no ser ni completa ni propiamente historia; diría con más propiedad, un poema a la ciencia médica como lo es Venezuela Heroica, respecto a la historia patria de la emancipación.

 Mas, en un día como este, Día Nacional del Médico, ya hace varias décadas me tocó hacer el discurso de orden en el ya casi apagado Colegio de Médicos  del Zulia, en la actualidad, sin elecciones hace años; entonces joven –comienzo de la década del 70− los grandes dominadores del patio casi nos excluían, pese a que, casi todos los discursos que ellos hacían (existe una recopilación de los primeros 50 que se pronunciaron), todos, luego de un pobre preámbulo o intento de exordio donde exponían no tener méritos para aquel honor, se limitaban a decir, “hoi es el natalicio de José María Vargas, el Padre de la Medicina Nacional….i José María Vargas nació en la Guaira i por allí seguían con una mala síntesis biográfica i algunas cosas gremiales o políticas adicionales según el año”. I es porque el que haya leído, El albacea de la angustia de Andrés Eloy Blanco no encontrará nada mejor como biografía i como pieza literaria. Mi discurso entonces –por lo menos algunos o muchos han reconocido ser el mejor de todos los tiempos− obviamente se refirió a Vargas pero en cuatro aspectos: Vargas El Genio, el Sabio, el Hombre i La Lección de Vargas, reconociendo que hice más que relato o biografía, una pieza literaria, porque así he considerado deben ser los discursos i hasta he hecho tres discursos sinfónicos, con el fondo musical de la Heroica de Beethoven  (en el Bicentenario del nacimiento del Libertador) i Las Cuatro Estaciones de Vivaldi (en Bodas de Oro promocionales). Ahora, el tiempo i el sitio no se prestan para ello, pero por eso he querido referirme a algo mui de actualidad en una Venezuela Revolucionaria, digna de que consideremos filosófica, social i políticamente lo que significa ser médico, en un mundo que se debate entre dos sistemas, capitalista i socialista, en el cual la medicina ha llegado a ser negocio, fuente de especulación i de acumulación de dinero, i los que pensamos que, cómo la medicina debe volver al pasado griego en lo humano, donde el médico, como demiurgo, debe ser un servidor para el pueblo, pues la salud i la vida, son los principales Derechos Humanos tan cacareados por el capitalismo imperialista, pero tan desvirtuados que hace tiempo se alejaron de la verdad i del amor, donde las dos premisas de aliviar i consolar, el capitalismo terrorista e imperial, ha cambiado por acallar i matar. Así los pacientes ricos pueden optar a curarse, dejando parte de sus fortunas en grandes clínicas especializadas en administrar sus ganancias; pero los pueblos masacrados por metrallas i bombas, son pacientes que jamás se quejarán del tratamiento. Tan conformes que no vuelven a hablar jamás. Naturalmente, esto en la guerra para garantizar la democracia que receta el Imperio, i como los Asclepiades tenían un dios Asclepios que mientras incubaban en los templos, este ser divino i superior bajaba en la noche a curarlos, el imperio tiene ahora el dios Obama, Premio Nobel de la Paz, digo, de la Guerra, que baja en las noche a curarlos con metrallas i bombas. Entonces, ¿Pero cómo es la medicina en la sociedad neoliberal o en la que pretendemos socialista? Aclaremos primero lo del Ser, i consiguientemente, el ser médico.

 El ser, en la filosofía con orto de esta disciplina en el oriente, plenitud en Grecia i Roma i la que se extendió por el mundo siglos después, sigue proponiendo  este bellísimo problema filosófico que a la vez es fuente de sabias disquisiciones i luces de sabiduría. En sentido absoluto, sería un verbo predicativo difícil de definir, a pesar de aquel pensador que en lo substancial nos dijo: “pienso, luego existo”; i en lo fenoménico puede ser lo presente en la experiencia o una cosa válida para la experiencia de todos los individuos, aunque hai objeciones que no puedo extender aquí i aunque en sentido relativo es como una cópula o relación lógica, o de otra manera como la implicación, i relaciona juicios que pueden ser idénticos. Sin embargo, lo que nos interesa más del ser, es como sustantivo i con relación a la existencia en sentido abstracto, porque bien dijo Descartes que, si habían ciertas cosas en el mundo o ciertas inteligencias, necesitarían del ser a cada instante, con lo cual en la vida real es verdaderamente lo que existe, lo que es realmente, la cosa que tanto motivó a los griegos que empezaron a filosofar preguntándose ¿Qué son las cosas? De esta manera también hai la existencia en el pensamiento, como lo que llamamos “ente de razón” i lo que precisamente da vigencia al pensamiento. Por eso se dice que la palabra médico, tiene una raíz mediri que significa  curar, cuidar proteger,  o el prefijo med  que significa pensar, i por lo tanto no concebimos un médico que no sea un ser pensante. El médico es en consecuencia un curador i un pensador (lo expongo en un pequeño libro que publiqué en 1982 titulado El Médico) razón por lo cual es obvio que la filosofía, enseñando al hombre a pensar razonadamente, es un aliado inestimable para la práctica profesional. Culled había dicho que ser médico no es solamente un hombre sabio, sino, sobre todo, un hombre bueno, como lo expuso también Osler: “Para ser un buen médico, lo primero que se necesita es ser un buen hombre”. I es de aclarar que la medicina incluye a hombres que se dedicaron a esto sin ser médicos, como el caso de Pasteur i Leeuwnhoek, porque ello implica que se valen de las ciencias naturales para alcanzar cuatro objetivos que hoi observamos más patente en la medicina socialista: promover la salud, restaurar la salud, prevenir la enfermedad i rehabilitar al paciente. Esto me ha recordado la figura de mi padre i de otros médicos contemporáneos a él como Adolfo D’Empaire, José Encarnación Serrano i Bellosos Chacín, que fueron médicos socialistas avant la lettre .Ejerció como un apóstol de la salud (aunque la palabra apóstol la detesto) i luego de casi medio siglo de ejercicio, murió pobre i nos legó solamente a mí i mis hermanos i nietos, solamente honestidad i dignidad. Formidable herencia. Jamás pensaron que algún día, la medicina tendría un respaldo constitucional, como existe en nuestra Constitución Bolivariana, donde en los artículos del 83 al 86, se nos inculca que “la salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, regido por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad”.

 I ahora que discutimos una nueva lei de Universidades, a veces me fijo en cosas que me explican algunas, i me rechazan otras, así sean menudas, i recuerdo entonces, un pensamiento de Nietzsche: ¡Seamos poetas de nuestras vidas, especialmente de los detalles pequeños y sin importancia! Por ejemplo, aunque ya en aquellos años fui un rebelde como estudiante i cuando me gradué lo fui con mayor tenacidad, protestaba por la exageración en los conocimientos teóricos. ¡Aquella Anatomía que en los dos primeros años hacía masacre de aspirantes a seguir! Páginas i páginas de estudio de horas, para memorizar los mínimos detalles del peñasco del hueso temporal o la articulación de la rodilla, apenas valioso en parte para el otorrino, el neurólogo o el traumatólogo cirujano. Filos, salientes, agujeritos, nombres de arterias i venitas que pasaban por allí, relaciones, i los muchos nervios i otras pequeñeces o las mini cavernas del oído. Yo pregunto ¿A cuántos médicos les ha hecho falta esa tortura de aprendizaje, en la vida profesional? ¿Para qué les ha servido menudencias de tejidos al microscopio o la distinción de huevos de áscaris o de otro parásito? I en los exámenes, la sala podía tener muchos enfermos de padecimientos comunes, pero para los exámenes los profesores escogían el caso más raro i difícil, que nunca más veremos en la vida, pero, diarreas, neumonías, hemorragias internas o lesiones horrorosas de piel, eso no contaba aunque luego sería el pan de cada día. Con mi brillante e inolvidable compañero José Miguel Fonseca, escuchamos una discusión con un nuevo profesor de Medicina Interna, frente a unas lesiones que él consideró lepra i el maestro le discutía que era leishmaniosis; al rato llegó el Dr. Hómez Chacín, dermatólogo que lo había visto i le dijo al paciente ¿Por qué se vino hasta este hospital, si lo remití al Leprocomio de la Isla de Providencia? Yo recuerdo haber visto –o vimos todos los compañeros− dos casos avanzados de miositis osificante, i un carbunco enormemente extendido; luego, nunca más. Por eso, algunos que tuvimos la suerte de trabajar en lo que antes llamaban Puesto de Socorro, aprendimos de las enfermedades comunes del pueblo. Otros no la tuvieron. Actualmente, con menos teoría inútil, los profesionales médicos salen mejor preparados para enfrentarse a la realidad social, como lo hice en una cátedra de Sociología Médica que luego eliminaron porque daban Sociología en los olvidados Estudios Generales, i la teoría que sí les interesa como en la Ética Médica, cátedra que fundé adelantándome dos años a la OMS i a la FMV, i que ahora, me lo comunicó una linda alumna, piensan eliminar si no la eliminaron ya. Pues bien, además de los que opinan sobre la LEU con pocos argumentos i criterios, especialmente les incomoda que exista democracia interna en la Universidad, que haya igualdad de voto entre todos sus integrantes, desde autoridades i profesores hasta bedeles i estudiantes, i principalmente el rendir cuentas al Estado, llena de ira a los escuálidos i sus secuaces que son autoridades; sobre todo en lo que toca a la política de derecha o de las élites, se le agrega que es para agredir a la medicina privada i, además, que la traída de médicos cubanos, los afecta, aunque por toda mi larga vida profesional nunca vi médicos venezolanos en los ranchos de los cerros, ni en las comunidades rurales más apartadas. Los médicos cubanos, con algunos tuve oportunidad de conversar desde un principio i hasta en una ocasión tuvimos un excelente cena en casa de un amigo revolucionario, son profesionales realmente preparados i que responden sobre todo a aquello de para ser un buen médico, primero se necesita ser un buen hombre, o mujer, ya que son muchas las féminas que han venido a organizar con su colaboración, un plan nacional de salud, del cual escuchaba hablar a los Ministros de Sanidad (como se les llamaba) desde que me gradué en 1952, i jamás el Ministerio ni la Federación Médica Venezolana, totalmente politizada, lograron el mínimo avance. La Federación Médica es otro ente sin ninguna vigencia en la vida nacional i la salud del pueblo i la organización gremial, como nuestro Colegio i las dependencias de salud que dependen de la gobernación de esta entidad federal que,  para los vende patria, debería ser un país aparte, colonia del imperio.

 Para acabar de estigmatizar lo que se hace en salud en esta era revolucionaria, se ha querido denigrar de la capacidad o de la formación de los médicos cubanos, lo que significa ignorar el adelanto de esta ciencia en esa isla prodigiosa de valentía o coraje, cuando los estudios médicos son de primera clase pese al bloqueo infame del Imperio, cuya medicina, en lo referente a lo social i a las clases pobres, es casi nula; recomiendo leer una obra ya de muchos años atrás, titulada Los Doctores, de Martin L. Gross, en la que se demuestra cómo existe una medicina excelente, casi maravillosa para los ricos, una medicina comercial (la salud es una mercancía bien cara) para extraerle las tripas de dinero a las clases medias, i una medicina de país sub desarrollado para las clases pobres; las tres primeras (ricos, clase media alta i clase media) porque la baja hasta carece de cualquier tipo de seguro, i el huésped actual de la Casa Blanca, no ha podido dominar a los capitalistas del imperio, igual que antes, cuando para aquel tiempo, dice Gross, se hacían en USA más de 10.000 intervenciones quirúrgicas al año, sin ningún diagnóstico, nomás para cobrar.

   La medicina cubana, en cambio,  ha servido no solamente en Cuba, sino que se han exportado médicos i tecnología a muchos países necesitados (allí tenemos el caso de Haití i de muchos países pobres del África), i entre nosotros han rendido una labor de primera magnitud científica, social i económica. Lo otro, referente a la preparación i formación de los profesionales, es ignorar cómo ha sido la Medicina Cubana desde sus orígenes, i cómo Finlay en medicina, por ejemplo, ha sido tan genio como Capablanca en el ajedrez, el más grande campeón del mundo. De eso sería interesante informarse bien i leer Historia de la Medicina.

 En consecuencia, no hai espacio aquí, en un modesto discurso, para exponer i ver el cambio extraordinario que ha sucedido en el país, con la Misión Barrio Adentro i todas las otras perfecciones o, mejor adelantos porque lo perfecto no existe, que han venido después, al punto de logros grandiosos como el Cardiológico Infantil, i con proyección internacional la Misión Milagro, entre Cuba i Venezuela. Verdad es que no hemos llegado a una cúspide o cima en este campo de la salud, pero en mi ya larga trayectoria de médico i de ciudadano, jamás había visto los formidables progresos que ha logrado la Revolución Bolivariana i Socialista. Es cierto que falta mucho por hacer i que las deficiencias que persisten a veces son culpa de nosotros mismos, lo que nos obliga a la autocrítica constructiva i razonada. Por ejemplo, en una reunión del Psuv a la cual tuve la satisfacción de asistir, escuché entre otras muchas cosas interesantes, a una agraciada i blonda colega, la Dra. Violeta Gallardo, Internista i revolucionaria, pidiendo centralizar la salud mediante todas las instituciones del Estado, la interrelación entre las distintas redes, el desarrollo tecnológico o la organización i el mantenimiento de todas las estructuras (a veces lesionadas o robadas por los más comprometidos), la dotación de insumos i aparatos de alta tecnología, permanente; vigilancia acuciosa de muchas enfermedades que lo merecen (que habían desaparecido i reaparecen) i la vigilancia de nuestras instituciones, pues como bien lo dijo: la estructura del Hospital Universitario, el más grande de toda Venezuela está gravemente deteriorada i descuidada. Así mismo puntualizó que necesitamos mejorar la preparación de todos los integrantes del sistema de salud, así como la formación de especialistas, cirujanos, cardiólogos, anestesiólogos, etc., criterios compartidos por otros colegas socialista, entre ellos la destacada pediatra Ivón Morillo, luchadora incansable. Esto lo debemos entender como una contribución honesta, sabia i revolucionaria, posición incomprendida para muchos que no hacen correcta la actividad política i pasan a la politiquería o al cuido de intereses particulares.

 I volviendo a la fecha de hoi, natalicio de José María Vargas, algunos se preguntan si ese hombre situado en los tiempos de los dos fundamentos ideológicos de la revolución, Simón Bolívar i Simón Rodríguez, cómo estaba respecto a las ideas socialistas que hoi nos impulsan a un futuro mejor, señalaré algunos aspectos que sin el término de socialismo, en esencia empezaban a serlo, como lo habla nuestro presidente Chávez, respecto a Jesús de Nazaret. Por lo pronto diré que Vargas, nacido en La Guaira, recorría el país por aquellos caminos difíciles o rutas marítimas de entonces, i se dice fue traductor de muchas obras sobre la Revolución Francesa, las ideas de Rousseau i cuantos conocimientos nuevos nos llegaran del viejo continente i que, en las playas de Cumaná, (donde en un tiempo perteneció a la Legislatura)  el joven Antonio José de Sucre, escuchó su palabra orientadora. Vargas, el hombre, como lo describo extensamente en mi discurso en el Colegio de Médicos en 1971, compartió ideas revolucionarias, sociales i políticas con el Libertador Simón Bolívar, a quien ayudó a transformar solamente la Universidad Central de Venezuela, haciéndola más adaptable a su tiempo, ya que tenía estructura medieval como lo estableció el reino de España. Vargas enseñó anatomía, medicina general, i algunas especialidades que todavía no tenían dominio propio, fue en gran parte un humanista de su época i presidió la Comisión que recompuso el ataúd del Libertador, con detalles que hoi nos han sorprendido, cuando 12 años después de muerto, sus restos fueron trasladados a su cuna natal, Caracas. Lo acompañó en esto el General Rafael Urdaneta que, años después de finalizada la independencia i de haber sido Presidente de la Colombia de entonces –se había hecho campesino i sembrador− volvió a vestir su uniforme militar para honrar a Padre de la Patria. La política también llevó a Vargas a la presidencia de la República, para lo cual ni tenía pretensiones ni era oficio de su estilo, ya que la influencia del otro Simón (Simón Rodríguez) “preconizaba el encauzamiento de su pre-conciencia por medio de la educación y la vigorización de la virtud civil, y creía que la presidencia no da un honor sólido, sino en tanto que emplea su poder para hacer el bien del estado”, como actualmente lo hace el presidente Chávez, no solamente por el bien del Estado, sino dándole poder al pueblo; i con Bolívar parece que lo hubiese conversado: “La felicidad nacional es la suma de todas las felicidades individuales; no son las grande fortunas de algunos lo que constituye la fortuna de un pueblo; la ley sin fuerza no puede proteger al débil, es necesario inculcar verdades”. Por eso, hombre de su tiempo, debió ejercer una medicina con cobro de honorarios, pero creo que nunca fueron para enriquecerse, sino para vivir o sobrevivir haciendo el bien; mas, en la conciencia i en los sentimientos, debía sentir como años después no diría José Martí: “y en la coraza que me cubre el pecho, un águila de luz, abre sus alas”. Cuando fue depuesto de la presidencia por una revolución, i restituido a su cargo por el General José Antonio Páez, posteriormente renunció i se dedico a la docencia, la investigación, en Fisiología, Estadística, Botánica, Química, según el método experimental etc, hasta que viajó en procura de tratamiento para una larga i penosa enfermedad, hacia Nueva York, donde murió en 1854. Dejó, pues, huella en la Universidad i en la Medicina i en la IX Asamblea de la Federación Médica Venezolana el 10 de marzo de 1955,  en Caracas, fue aprobada una proposición del Dr. Ángel Bajares Lanza para ser escogida esta fecha natalicia de Vargas, como el Día Nacional del Médico.

 Por eso, en esta Venezuela que indudablemente es otra o empieza a ser otra, los patrones económicos o comerciales del capitalismo salvaje, no pueden armonizar ni con la medicina contemporánea honesta i libre, ni con el pensamiento i exigencias de un pueblo ya bastante culto, gracias a que esta revolución empezó por el hecho más fundamental: la alfabetización de casi dos millones de personas i el resplandecer  un águila de luz en las conciencias de muchos profesionales de la medicina que la ennoblecen i no llegaron a ella para enriquecerse, sino para ser demiurgos del pueblo. Somos médicos socialistas, comprometidos con la patria que nos legó Simón Bolívar, Cabeza de los milagros i Lengua de las maravillas, cuando una revolución i su líder el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías,  ha creado una nueva conciencia universal de sacrificio, heroísmo i amor –como el pueblo cubano i otros que actualmente constituyen el ALBA− para con un ejército de ideas sublimes i libertadoras, guiadas por la espada de Bolívar, recorrer no sólo la América sino el mundo de los pueblos que enfrentan al imperialismo i aspiran a la soberanía absoluta. Somos soldados de la salud, pero también soldados de ese líder médico que alguna vez exclamó: Si usted es capaz de temblar de indignación, cuando se comete una injusticia en cualquier parte del mundo, somos compañeros”. ¡Somos compañeros del Ché, camaradas!  Del inmenso e inolvidable Ernesto Ché Guevara, el argentino Mayor. Temblamos de indignación cuando, no porque el monstruo abra sus fauces i devore hombres, pueblos i culturas i con puño de hierro i de horrores, quiera aplastar a los que consideran, no solamente débiles sino inferiores, sino porque somos combatientes i amigos de la verdad i la justicia; temblamos de indignación cuando las enfermedades, las privaciones o el hambre, se apodera de los hombres, mujeres, ancianos i niños, o se les receta bombardeos i crímenes; temblamos de indignación cuando vemos a las religiones, todas falsas i nocivas como dijera Russell, echando bendiciones a cuenta de prebendas o dinero sucio, a los depredadores del mundo i de la vida.  Necesitamos del hombre nuevo socialista i creador ¡Inventamos o erramos! Hai que partir hacia un futuro de paz, justicia i amor, porque este sueño de los hombres nos viene desde la fantasía de Don Quijote de la Macha, que hoi sería con la Macha infame del capitalismo salvaje; por eso apoyándome en parte en unos versos del poeta Blanco de la Venezuela gris de la IV república, usaré las palabras al final de mi otros discurso;

¡Hazte a la mar hombre nuevo!

Hazte a la mar, médico,

 abogado, ingeniero, hombre de pueblo,

para que sea pronto cuando

estén realizados los versos del poeta:

¡Hijos, está naciendo la justicia

en esta tierra del pan amargo y la

esperanza dulce!

I ahora agrego como mi querido presidente:

¡Los que quieran patria, vengan conmigo!

                                   

Dr. Roberto Jiménez Maggiolo

 Maracaibo, 10 de marzo de 2011.

Pronunciado en la Plaza Bolívar de Maracaibo, en Acto Organizado por médicos de izquierda revolucionaria, fuera del Colegio de Médicos del Zulia, entidad secuestrada políticamente por la oposición escuálida.

robertojjm@hotmail.com



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Roberto Jiménez Maggiolo


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