...Sobre el debate en torno a La Hojilla

Ahora vengo yo

Bien, ha llegado la hora de exponer mi opinión sobre el debate en torno a La Hojilla que se está dando en Aporrea.org. En primer lugar, comparto plenamente la satisfacción por el debate mismo y por la forma imparcial y amplia en que lo ha manejado Aporrea. El debate es quizá una de las virtudes principales del proceso revolucionario que se vive en Venezuela. He dicho más de una vez que en mi caso particular no tengo la piel sensible ante la crítica, no me molesta, no me incomoda. Mal podría ser así cuando yo mismo soy un criticón impenitente: critico en PDVSA, critico yo mismo a La Hojilla, crítico arduamente a VTV, critico al gobierno, critico en mi casa. En ese sentido, comparto muchas de las críticas que se le han hecho y se le están haciendo a La Hojilla.

Esto lo saben Mario y Eileen, pues se los he dicho abiertamente. Mis críticas internas nunca desdicen mi opinión de que La Hojilla es el programa informativo más importante de la televisión venezolana, aunque esto no se comprenda del todo ni siquiera al interior de VTV. Creo que una cosa que no ha entendido alguna gente es que el éxito de La Hojilla (del cual una clara manifestación es precisamente este debate) en buena parte se debe a su rompimiento de los esquemas de la TV venezolana y sobre todo de los programas de opinión, que suelen sufrir de acartonamiento, falta de creatividad, formalismo excesivo. Es un programa histórico desde el punto de vista de su formato, completamente inédito en el país.

No estoy diciendo que todos los programas deban contener humor, pero un poco de invención no le hace daño a nadie. La Hojilla cumplió un papel fundamental durante la fase del referéndum del pasado año y en las elecciones a gobernadores. Ahora estamos tratando de adaptarlo a esta nueva etapa, no sin dificultades. De verdad no es fácil conducir un programa diario, en vivo y mayormente improvisado (en el sentido de que no trabajamos con un guión preestablecido, más allá de los videos que se presentan y la lectura de la prensa) La inmensa mayoría del pueblo nos apoya y nos da infinitas muestras de afecto y respeto (incluida gente de la oposición) Nos colman de regalos y palabras de aliento, nos tocan en la calle, nos saludan desde los automóviles, nos hacen denuncias cara a cara.

Todo ello nos demuestra la importancia de lo que hacemos, de lo cual nos sentimos orgullosos. Ahora bien, ciertamente hemos cometido muchos errores, y soy el primer crítico y autocrítico de ello. Por supuesto, hago mis críticas al interior del equipo, a veces de manera ácida. Sin embargo, lo principal para mí es diferenciar entre la crítica afectuosa, sana, razonable (en tal sentido saludo a mi querida amiga Lourdes Fierro) y la crítica sectaria proveniente de grupúsculos de resentidos, gente que se ha dado a juzgar a todo el mundo desde un sitial de “revolucionarios puros” que nadie les ha concedido. Grupúsculos que el amplio pueblo ni siquiera conoce, aunque viven hablando en nombre de él.

Grupúsculos que esperan que todos aprueben sus acciones y opiniones vanguardistas (que no de vanguardia) so pena de ser descalificados y vilipendiados. Mario, Eileen y yo somos personalidades diferentes y más de una vez nos hemos “guindado” tras las cámaras, pues como creemos ser gente inteligente, pensamos que no tenemos que estar de acuerdo en todo. Muchas veces yo he estado en desacuerdo con cosas que se han dicho al aire. Claro que entre nosotros seguirán existiendo diferencias, pero también nos mantendremos unidos por el afecto y el compromiso con nuestro pueblo y con nuestra Patria.

La Hojilla es un programa necesario, que enfrenta como nadie la manipulación cotidiana de los grandes medios privados, de una manera fresca, sencilla, accesible. Es el gran fenómeno televisivo de los últimos tiempos en Venezuela y eso lo demuestra la atención que ha despertado dentro y fuera del país, entre los medios de comunicación chavistas y antichavistas y al interior del campo revolucionario. Una cosa es criticarlo y otra muy diferente atacarlo con la velada intención de que desaparezca. Pero pierdan cuidado, La Hojilla va a continuar por mucho tiempo, inclusive en el supuesto negado de que nos sacarán de la pantalla. Todavía tendríamos las calles, los barrios, los campos, las universidades y, sobre todo, el corazón del pueblo revolucionario.


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Néstor Francia


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