La dicotomía: Devaluación/Revalorización

19 feb. 05
19/02/2005

Ocurre que la revalorización, con el circulante lanzado a la calle, con el nivel salarial alcanzado, se traduciría en una sobreoferta de demanda de bienes varios, por un mejor poder adquisitivo del bolívar, ante una oferta reprimida por los tradicionales seudoempresarios y especuladores, quienes no responderían a esa incrementada demanda con una adecuada sobreproducción de dichos bienes.

Y ocurre que la devaluación produce idénticos efectos en una economía como la venezolana altamente dependiente de insumos importados.

Pisemos tierra venezolana: Nuestros empresarios no están para mejoras en la producción; ellos son empresarios mercadistas quienes todo lo centran en el mercado, por eso, desgraciadamente, nuestra economía no avanza ni avanzará con ellos.

Los economistas no aburguesados hemos invertido mucha tinta para alertar al respecto sobre esa farsa importada llamada keynesianismo o ingerencia del Estado en la producción privada, en el financiamiento y ayuda a empresarios privados. Una magnífica idea colectiva puesta deaguisadamente en manos individuales Todo se apoyó en Venezuela en la malinterpretada tesis del difunto Arturo Úslar Pietri, con su famosa: *Siembra del petróleo*, la cual fue traducida en saqueo impune del Erario Público hacia los bolsillos de la oligarquía criolla, la misma que ha mandado desde la Colonia, que lo hizo durante Juan Vicente Gómez y durante el Puntofijismo, y sigue haciéndolo a su antojadizo arbitrio.

La sustitución masiva del viejo empresariado se aproxima. Y si bien hay muchos obstáculos, el mercado mismo la impondrá. Si se da una reevaluación, entonces el mayor circulante desparramado en el país, daría cuenta de los inventarios existentes; estos se agotarían, pero a punta de inflación indirecta auspiciada por la puja del consumidor insatisfecho en bienes y cargado de dinero más adquisitivo.

Me explico: Con la devaluación se causa inflación directa o inducida por el Estado porque en Venezuela los insumos adquiridos en dólares *inflados* se disparan a la par de la mayor paridad, y con una fuerte demanda causada por la revalorizacion, o baja de la paridad, entonces sería la demanda del consumidor común y corriente la encargada motu propio de catapultar los precios. Es una ley económica: la de la oferta y la demanda, y estas leyes son inviolables.

De allí que la salida transitoria sería el concurso de nuevos empresarios dispuestos a ponerse al ritmo de la nueva demanda provocada por la posible revalorización, al contrario de lo que está sucediendo con empresarios nacionales y extranjeros que se limitan a subir precios y reciclar y sembrar la inflación.

Con las devaluaciones los empresarios exportadores y los dedicados a la demanda interna no tienen razón ni estímulos para incrementar nuestro PTB, porque nos se trata de un asunto político, ni de llamaditas a invertir a crecer, a colaborar con el país, porque *business is business *, porque sencillamente con aumentos de precios el empresariado criollo ven aumentados sus giros, sus ganancias, y con el encanto de menores complicaciones salariales, sin nuevas contratas de obreros, y ya.

Con la reevaluación del bolívar se incrementaría igualmente el poder adquisitivo el circulante previo y la inflación igual correría. De allí la sugerencia de, en todo caso, una revaluación moderada trimestral, por ejemplo, para que el empresariado tenga tiempo de ir adecuándose a la nueva e inflada demanda.

El Estado es uno de los más importantes causantes de estos desajustes entre oferta y demandas productivas, y por ahora será peor porque está comprometido a ser tolerante con aquellos nuevos empresarios con los que ha celebrado las mesas de negociación o ruedas de business. Sus efectos positivos, en el mejor de los casos, sería un logro a largo plazo.

*Los Defensores del Bolívar* sugerimos que detengamos la campaña devaluacionista y propiciemos la congelación del dólar por los momentos, mientras la nueva plantilla patronal va tomando cuerpo y se disponga a incrementar sus inventarios mediante adecuaciones de largo plazo, y así poder quebrar la presión inflacionaria que provoca tanto el encarecimiento del dólar insumido como la creciente demanda que la alta liquidez venezolana está de por sí provocando, al margen de las devaluaciones mismas.

No olvidemos que toda inflación impone o requiere un financiamiento previo, y este surge o lo permite, por un lado, las devaluaciones para la creación de dinero inorgánico (caso venezolano actual), y por otro, una revalorización del dinero local que también subiría los precios en su primera fase, por un mayor poder adquisitivo del bolívar, pero que luego los deflacionaría por una mayor oferta de largo plazo. Como vemos, las salidas en Economía no son nada expeditas


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Manuel C. Martínez M.


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