Mientras no se dilucide perfectamente de dónde viene la ganancia embolsillada por los empresarios, y porqué los trabajadores viven, se desarrollan y mueren como tales, siempre se creerá, se computará y sostendrá que los aumentos de salarios exigidos por el trabajador son aumentos del costo de producción y que tales aumentos consecuencialmente
deben ser trasladados al mercado en forma de precios. Y hasta aquí todo luce normal. El meollo aparece cuando el trabajador ve que sus salarios vigentes no le cubren sus necesidades personales, mientras la riqueza de su patrono se mantiene intacta y hasta en permanente ascenso.
Como sábese (por los entendidos) para el patrono e industrial sólo existen dos componentes principales de costo: 1.- el coste fijo y 2.-, el variable. En este último incluye los salarios, y este patrono termina sumando ambos desembolsos como valor del costo de producción al que le agregaría la ganancia que logre sacar del mercado, según sus habilidades mercadotécnicas y
gerenciales. En números: a + b + g = Precio de de las ventas, para a = maquinarias, equipos, materias primas, energéticos, alquileres y otros; para b = salarios, y para g= ganancias del mercado.
Ese análisis, por demás simplista y vulgar es el que paradójica pero explicablemente priva en la mentalidad de la Economía Burguesa practicada hasta de sus más connotados profesionales, teóricos y hasta Nobelados. Es decir, el patrono iría al mercado con una valor dado: a + b , y regresaría con más valor o con la ganancia que logre retirar del mercado (c). Un análisis menos superfluo nos dice que eso podría ser válido en sólo en términos rigurosamente microeconomicistas, pero no en términos macro, ya que no todos los concurrentes o comerciantes podría sacar más de lo lleven, porque eso sería un inconcebible acto de magia o de prestidigitación.
Lo que realmente ocurre es que el valor total de la producción de un período no siempre puede venderse toda dentro de este, y su remanente es lo que va acumulándose en forma de inventarios invendibles o forzosamente fríos tanto de materias primas como de maquinarias y equipos complementarios. Por eso le crece la riqueza al patrono, al conjunto patronal, porque sencillamente no tienen a quien venderle sus excedentes productivos, y esto nos lleva a la conclusión de que esos excedentes preexisten al mercado, y cuya fuente no puede ser otra que la parte impaga de mano de obra aplicada durante una jornada que supera las necesidades mínimas de la fuera del trabajo, que es lo que reconoce el patrono como salario, y excedentes que se conocen con el malsonante nombre de plusvalía.
En números: a + b + p = Costo de producción, para a = maquinarias, equipos, materias primas, energéticos, alquileres y otros; para b = salarios o subvalor, y para p = plusvalor o valor del trabajo impago. p + b = valor producido en la producción por la mano de obra o productividad económica.
Solo por esta nueva vía interpretativa podríamos entender que lo que solicita el trabajador cuando pide mejoras salariales es simplemente que sus patronos compartan su riqueza acumulada en sus manos, porque esta no le pertenece enteramente, porque el patrono podría mejorar los salarios sin tener que aumentar los precios ya que esto es reciclar el problema de la insuficiencia salarial. Podríamos entender que el mercado no es productivo
Y digo: mientras este problemita no se resuelva y no tengamos claro que todos los diferenciales de precio, entre los de compra y venta en el mercado, son complejos convenimientos del reparto que el patrono, como vendedor, practica con sus colegas de mercadeo, a fin de repartirse e interdistribuirse el diferencial que primeramente obtuvieron, como productores en el mercado de asalariables, en la bolsa de trabajo, en la contrata de mano de obra.
En números: Costo de producción = a + b + p = a + b + g , para g mayor, ≤ = p obtenida en el mercado según tasas promediales de ganancias resultado de competencias de productividad en el mercadeo, que en el mercado no hay producción de nada sino distribución de la producción que a él se lleve.
Por supuesto, cuando se cree y maneja que el trabajo asalariado es una constante y que a mayor salario, mayor costo de producción (no de productividad), entonces, de Perogrullo, cualquier pizca de incremento salarial tiene que ir con cargo a los precios del mercado. Muy diferente cuando admitimos que el asalariado es la verdadera variable en la producción, habida cuenta que el trabajo crece con la jornada, más allá del valor del sustento del trabajador involucrado.
Para que los patronos burgueses desinflen sus ganancias o la compartan sin que esos aumentos salariales provoquen inflación tendrían que entender que el valor aportado por sus trabajadores no es una constante sino una variable verdadera, igual al trabajo humano invertido en su empresa gracias a la contrata de determinado número de trabajadores por sólo un salario contractual y leoninamente convenido.
El meollo está, para los entendido en la Economía Marxiana, en que el patrono compra trabajo y sólo paga fuerza de trabajo, que el patrono recibe toda la productividad de sus trabajadores, y a cambio sólo les reconoce un subvalor, una parte de su valor, para quedarse con la llamada ganancia o plusvalor. Tengo un trabajo en un página Web que se llama El problema de la Transformación, donde toco este delicado e inadmitido fenómeno del origen del valor: www.pagina.de/sadelas *El problema de la Transformación*.