Método o criadero de “bachacos fondilludos”

Coaptando aunque sea fallo

El drae, quien siempre llega o corre detrás de la ambulancia, pero que uno tiene que calarse porque si no el enredo al hablar sería mayor que habiendo fiscal de tránsito en la esquina en sustitución del semáforo, dice que coaptar es “proporcionar, ajustar o hacer que convenga algo con otra cosa”. Es pues como una elaboración artesanal, un rebajar de este lado, cortar la punta aquella que parece que sobra, para que la cosa en la funda entre.

  Resulta que la funda o vaina puede ser pequeña. En este caso el asunto que en ella haya de meter hay que rebajarla. Permite guardar en la busaca, lo que allí no debía ir; y la cosa metida, tampoco es ahora lo que era. De modo que aquel cambio lo debió dejar como inservible.

  Si la funda o vaina es mucho camisón pa´ Petra, entonces al tipo hay que “aumentarle el curriculum”, corriendo el riesgo de convertirle en uno de aquellos “bachacos fondilludos” de los que habló Alí Primera.

  Cuando Antonio Gómez, siendo campeón de la división pluma, por haber engordado después de su anterior pelea, le rebajaron a millón para que hiciese el peso, y poder enfrentarle al retador, un peleador mediocre llamado “Ñato Marcel”.  Cuando subió al ring aquella gris noche, lucía una figura estilizada y liviana, que nunca antes había exhibido, pero pudimos percibir de inmediato, se movía sin concierto. Le cincelaron sólo para satisfacer a la báscula y en verdad en ella otro montaron.

  Aquel exquisito boxeador, de una velocidad increíble cuando se trataba de moverse de la cintura para arriba y esquivar milimétricamente todos los puños que le lanzaban a la cara, esa noche no podía levantar las piernas. El tratamiento resultó peor que la enfermedad y el Antonio Gómez que enfrentó a Marcel, no sólo era otro, sino que no servía para aquello.

  Líder, según el mismo Drae, es “persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”.

  El coaptado, quien fue a la pila bautismal, unos ungidos, quienes quizás también fueron coaptados, seleccionaron porque les pareció adecuado para dirigir u organizar a alguien. Es pues un proceder burocrático y una fábrica de hombres felices de su condición. El método está en los estatutos y sirve para algunos casos, pero no parece el pertinente para reconocer al dirigente.

 La condición de líder viene desde abajo. Se la gana de buena manera; la gente a quien debe dirigir le reconoce como “orientador” y le sigue espontáneamente. En este caso, al tipo no hay que hacerle maquillaje alguno ni convertirle en otra cosa. Como le pasó al fino gladiador cumanés, el líder no se verá obligado a enflaquecer para entrar en la vaina. ¡No! Esta y él, están hechos el uno para el otro.

 Eso es construir u organizar de abajo para arriba y atendiendo al normal movimiento de la vida como para que cada pieza entre donde debe.

 Las piezas existen, el pueblo es sabio. Reconoce en su espacio dónde debe estar cada quien. Para qué sirve y cuánto cada compañero. No es elegir lo que desvirtúa el proceso de poner a cada uno donde bien conviene al colectivo, sino prácticas mal sanas de quienes hacen de la política negocio o manera de imponer lo que se cree. Es el grupalismo, que se sobreestima y concibe señalado a controlarlo todo, lo que induce a desvirtuar la escogencia.

 Es la sempiterna idea que el proyecto no debe elaborarlo el colectivo, que lo asuma suyo porque suyo es, sino que adopte “este entaparado que aquí cargo que es mejor, porque de aquí no es, sino viene desde lejos.”

 Esa práctica sectaria, maniática y hasta paranoica de formar grupos e imponer a los suyos, conduce a las malas selecciones.

 Porque también es malo, aunque se disimule en exceso, reconocer el fraccionalismo y el derecho de quienes éste practican, a poner toda la mercancía en la mesa para el ritual:

 “Este para mi, éste para ti, aquél para él.”

 No importa que alrededor de la mesa del reparto, los presentes se cubran apenas con una hojita de parra que, por nombre, le han puesto coaptación.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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