En la instalación de la IV Cumbre de la Deuda social celebrada en Caracas, el Presidente Hugo Chávez planteó la necesidad de librar una batalla ideológica y construir un nuevo mundo para la vida. Fue claro que bajo el capitalismo no habría posibilidades para el futuro de los pueblos siempre explotados por las potencias industrializadas del mundo y que el socialismo se imponía como la solución a los graves y profundos desequilibrios generados por este sistema económico. “Yo no tengo dudas, es el socialismo”, manifestó. Pero esto lo llevó a sugerir que, ante tantos socialismos conocidos, se debería inventar el socialismo del siglo XXI. “En Venezuela no hemos definido este proyecto como socialista. Lo digo a título personal para abrir el debate”, terminó expresando.
Quizás para algunos esta declaración de Chávez constituya un alerta difícil de digerir, habida cuenta de la herencia cultural que arrastran consigo y que les hace ver como una aberración cualquier mención de socialismo o comunismo. Para otros, formados en la línea ideológica de Marx, Engels y Lenin, sería una prueba de que la revolución bolivariana iría derivando hacia los cánones clásicos de la revolución mundial. Sin embargo, tal parece que lo afirmado por Chávez no entra en estas categorías. En el tiempo transcurrido, se ha visto una mezcolanza de ideas y frases que parecieran indicar que el proyecto bolivariano se inserta en uno u otro rumbo de los socialismos conocidos. Así, las referencias a la revolución cubana, al Che Guevara, a Mao Tse-Tung, al Libro Verde de Moammar Kadhaffy, y otros iconos revolucionarios, nos harían suponer que éste o aquel es la definición más aproximada de lo que ocurre en Venezuela.
Por ello, cobra relevancia el hecho que Chávez no eluda el debate, especialmente cuando muchos nos preguntamos cuál es la caracterización más acertada del proceso revolucionario venezolano. Más aún, al considerar sus antecedentes históricos e ideológicos, los cuales parten de la época en que Venezuela estaba sumida en la lucha guerrillera y se empezó a manejar la hipótesis de la toma del poder mediante un golpe de Estado cívico-militar-religioso, tal como lo esbozara en su tiempo el comandante y líder del PRV-RUPTURA Douglas Bravo. Si partimos de esto, podría señalarse que este proyecto revolucionario tiene mucho de socialismo, un socialismo depurado que no coincide en muchas cosas con lo efectuado en la extinta URSS y en otros países “socialistas”, aunque en otras sí son manifiestas las coincidencias.
Lo que impone una exhaustiva revisión de aquellos antecedentes y verificar cuáles elementos originales se conservan todavía y cuáles no. En tal sentido, todas las fuerzas revolucionarias y progresistas del país debieran abocarse a discutir estos pormenores, puesto que de ello se desprendería una mejor definición ideológica de lo que es, y debiera ser, la revolución bolivariana. Lamentablemente, la necesidad urgente de este debate es obviado en función de los intereses electoralistas que se apoderaron del accionar y de la teoría de la mayoría de los partidos políticos afectos a este proceso; de ahí que se deje a un lado el tema y se espere que sea el mismo Chávez quien indique qué hacer. Esta ausencia de debate ayuda a que mucha de la gente que se dice revolucionaria repita, sin rubor y, hasta, sin culpa, el mismo tipo de conducta observado bajo el régimen puntofijista. Por eso, la iniciativa del Presidente pareciera desenfocada, según opinión de algunos “chavistas”. Otros la estiman como innecesaria, dado que el proyecto revolucionario bolivariano está contemplado en todo el contenido de la Constitución. No obstante, cabe preguntar: si todo el texto constitucional se cumpliera al pie de la letra, ¿cuál sería, entonces, el siguiente paso de la revolución bolivariana, enfrentada como está al imperialismo yanqui y a la globalización neoliberal? ¿Acaso no sería el socialismo o, por lo menos, un socialismo venezolano?.
Basta analizar el conjunto de acciones emprendidas por el Presidente Chávez para vaticinar que, si no es uno de los socialismos ya probados en otras tierras, por lo menos es uno que se adapta perfectamente a la idiosincrasia de nuestra nación, en lo que estaría cabalmente conectado con la recomendación hecha por el Libertador Simón Bolívar, en su Discurso de Angostura, respecto al tipo de gobierno y de legislación que correspondería a Venezuela.-
*Miembro de la Dirección Ejecutiva Estadal del Movimiento por la Democracia Directa (MDD) en el Estado Portuguesa.
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HOMAR GARCÉS
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