Luego
de la alocución del Presidente anunciando el estado de su salud, resulta
obligado reescribir el artículo de la semana.
Lo primero
que nos asalta es la veracidad de un escenario indeseable que fue previsto
dentro de las estimaciones pesimistas, pero que era una opción real, cuya
confirmación nos deja compungidos y muy preocupados.
Una vez
más la “insoportable levedad del ser” nos apunta con su inexorable señorío.
Nos
duele la enfermedad de Chávez, él forma parte de una gran familia que suma
millones de almas entregadas al afán de construir Patria y Humanidad.
Sabemos
que dará la lucha por recuperarse, y en ello contará con infinitas plegarias en
decenas de idiomas y credos, así como con el soporte científico más adelantado
y solidario.
Quienes
le seguimos debemos fundirnos hoy en sentimiento, idea y acción.
Las tareas
encomendadas deben cumplirse al cien por ciento, con eficiencia y sin
corrupción.
La vigilancia
popular por conservar y profundizar los logros alcanzados hasta este momento,
tiene que redoblarse. No vacilemos en confrontar los oportunismos y arribismos
tan acendrados y perniciosos.
Que la
pena traiga la reflexión y ésta la actitud creadora como fórmula de superación
de las dificultades.
El
Presidente estará pronto con nosotros, pero su ritmo no debe ni puede ser el
mismo extenuante que traía hasta hace unas semanas.
Por eso
necesitamos que la burocracia en todos sus niveles sea de verdad eficiente, que
haya mística y ética en el trabajo, desde los ministros hasta los más humildes
trabajadores públicos.
En lo
político, el PSUV, el PCV y los otros partidos y movimientos sociales aliados, tenemos
que elevar la calidad de nuestros debates y la eficacia de nuestra acción, y
por sobre todo, afianzar la unidad que es la madre de todas las victorias, como
el sectarismo es el padre de todas las derrotas.
Lealtad
al líder y al pueblo en todo momento, es el desiderátum de la militancia
revolucionaria. Recordemos que en cada instante el imperialismo acecha, él es
nuestro verdadero enemigo, con sus cipayos internos y todas las trampas en las
sombras. Ninguna vileza está descartada en su agenda de opresión.
Estos
momentos difíciles para la familia chavista, deben despertar en nosotros una
gran ternura en la camaradería, a la vez que la más inteligente astucia
combativa frente al adversario.
Nuestras
mentes y espíritus deben mantenerse en guardia, renovando la fe en los
postulados del Socialismo Bolivariano y afinando la puntería para coronar con
éxito los esfuerzos.
Pensemos
en lo que Chávez aspira de cada uno de nosotros y hagamos las cosas con el
corazón alzado al tamaño de la historia que heredamos.
De la
dirigencia de turno esperamos humildad, la que parece escasear frecuentemente.
Que bajen el volumen a sus megáfonos y escuchen la palabra de la calle.
Y
Usted, camarada Presidente, cúrese bien y vuelva pronto. Un pueblo entero lo
espera para subir juntos la cúspide del sueño libertador.
(*)Constituyente
de 1999
Presidente de la Comisión Nacional de Refugiados