El retorno de Chávez –lo decimos con la franqueza del pueblo que somos- nos volvió el alma al cuerpo.
Habría que ser muy mezquino o ignorante e insensible a la historia, para no saber el significado de este ser humano para el devenir de la Patria y más allá.
Chávez volvió discretamente con la tenue brisa madrugadora del verano caribeño.
Parecía venir cantando con Patricio Mans “Vuelvo hermoso, vuelvo tierno, vuelvo con mi espera dura, vuelvo con mis armaduras, con mi espada mi desvelo, mi tajante desconsuelo, mi presagio, mi dulzura, vuelvo con mi amor espeso, vuelvo en alma y vuelvo en hueso a encontrar la Patria pura al pie del último beso”.
Aunque mi religión es una mezcla de Marx y Evo Morales, esa mañana amanecí en la Basílica de Maracaibo, cuando mi amigo Héctor Nava me daba la primicia.
Entonces el calor maracaibero humedeció las claridades con versos de Rubén Darío: “El retorno a la tierra natal ha sido tan sentimental, y tan mental, y tan divino, que aún las gotas del alba cristalinas están
en el jazmín de ensueño, de fragancia y de trino”.
Yo mismo me atreví a ofrendarle al día la poesía frutal que me nace muy adentro. “Patria Mía, desde que supe del duelo prematuro de tu aliento, no he hecho otra cosa que cavar con mis dedos la honda historia de los gusanos, dar muerte con mis labios a la conquista, matar a fuerza de arrullos las torturas, destruir con mi entrega las murallas, las sórdidas paredes que limitan mi llegada a tu sonrisa”.
Chávez volvió inspirado por la muchedumbre que lo abraza desde todos los rincones. Como líder asume su acostumbrado rol pedagógico, nos explica los detalles de su plan y nos enseña un método para enfrentar dificultades.
Hoy mismo muchos estamos en eso de revisar nuestra salud y emprender correctivos. Es la orden que hay.
El baño de amor con que nuestro pueblo recibió al Comandante, ha sido cura y aliciente. Esa fuerza se respira en el encuentro callejero y en la intimidad del hogar.
Qué decir del majestuoso acto por el Bicentenario del 5 de Julio, todo éxito y emotiva belleza patriótica.
Las malas noticias de las últimas semanas y la lógica congoja general, han ido abriendo paso a una actitud reflexiva y decidida, de acompañamiento y fortaleza. Eso sólo es posible gracias a un gran liderazgo. La fuerza moral que Chávez nos trasmite cambia la pena por creación, la rabia por empuje.
Decir hoy, “viviremos y venceremos”, es anunciar una nueva etapa de la Revolución. Yo estoy convencido que así será. Que este golpe azaroso nos obligará a ser mejores revolucionarios. No sería la primera vez en la historia que un hecho aparentemente fortuito, modifica los rumbos inerciales de la sociedad.
Claro que todo dependerá de esa inteligente astucia combativa que antes hemos invocado para obtener resultados revolucionarios más eficaces y positivos.
En cualquier caso, ahora sólo nos resta decir con Pérez Bonalde: “Todo me habla de sueño y cantares, de paz, de amor y de tranquilos bienes, y el aura fugitiva de los mares que viene, leda, a acariciar mis sienes, me susurra al oído con misterioso acento: Bienvenido”.
Constituyente de 1999
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