Ruiz Pineda en la conmemoración de los 100 años del traslado de los restos de Bolívar a Caracas

“Rescatemos a Bolívar del cenáculo de los dioses” a donde la burguesía pitiyanqui lo colocó para separarlo de su pueblo

Vale la pena y mucho, traer a la memoria en estos días en que la figura de Bolívar molesta y angustia a algunos cuantos, tanto como les sucedió a los golpistas del 11 de abril/2002 que optaron por sacar su retrato del Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, para que Carmona Estanga se juramentara y su amanuense, Daniel Romero, leyera el decreto que disolvió la Constitución Bolivariana de 1999, esa misma que ahora esos sujetos de la oposición que aún continúan apostando a la reedición de un nuevo golpe de Estado, la enarbolan y exhiben como una maravilla nunca antes vista, en una demostración de caradurismo e hipocresía repudiables, pues nadie debe olvidar que la votaron en contra porque, aseguraban, había sido redactada siguiendo los lineamientos y caprichos de Chávez, un fragmento del discurso que pronunció el 16/12/42, el dirigente mártir, Leonardo Ruiz Pineda, con motivo de conmemorarse ese día los 100 años del traslado de los restos del Libertador a Caracas, convencidos como lo estamos de que al leerlo se hace patente y muy clara la posición patriótica y revolucionaria de un viejo dirigente adeco que murió vilmente asesinado por la dictadura perezjimenista en 1.952, muerte esa sobre la cual se manejan muchas hipótesis que colocan en muy mala posición a algunos de otros miembros de su partido que lo acompañaban ese día y que logaron huir y no sufrieron ni un rasguño, entre los cuales se destaca a Carlos Andrés Pérez:

"Nuestro más puro homenaje a la obra bolivariana debe ser este: rescatar al Libertador de su condición irreal, extraerlo de su cenáculo de dioses, a donde lo ha llevado la admiración intencionada de los que han deseado alzar murallas entre el gran ciudadano y su pueblo. Que esta sea nuestra contribución a la tarea purificadora de la lección bolivariana, para que Bolívar descienda de su templete de la inmortalidad a transitar con ademán de hombre por la calle ancha de su patria, cruzándola de occidente a oriente como en su Campaña Admirable; partiéndola de norte a sur como en su marcha hacia los llanos; y reuniéndola toda en la consigna emocionada de su voz como la gran tarde de Carabobo."

"Detengamos al héroe en su carrera hacia la inmortalidad y que…regrese su mirada hacia este pueblo que ahora lo busca…para que se coloque a la cabeza de las grandes jornadas. Que sea él quien nos conduzca, que su cabeza empenachada de tempestad violenta…sea el rumbo visible en la marcha de este pueblo que ya convirtió en consigna su frase virtual de antología bolivariana: no habremos hecho nada mientras quede algo por hacer."

oliverr@cantv.net


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Iván Oliver Rugeles


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