Medicina e Historia

¿Bolívar no murió de tuberculosis sino de un choque hidroelectrolítico?

EL DIAGNÓSTICO MÉDICO DE MUERTE

 Realmente esta nota que apenas puedo publicar por APORREA i que los interesados en ese diagnóstico evitarán que sea por la prensa i otros medios, es un adelanto provisional que hago, hasta que las autoridades que han dado este “veredicto” final, razonen científicamente, con criterios médicos e históricos, entre los cuales la anamnesis documental histórica es fundamental, expliquen en detalle los principios científicos e históricos que los llevaron a destruir hasta la evolución de la enfermedad, expuesta muchas veces por el mismo Simón Bolívar, en sus cartas i otros documentos. Cuando el francés Claude Bernard, anunció por primera vez que “la estabilidad del medio interno constituye el fundamento de la vida libre”, se ha dicho que ese concepto de Bernard., de la estabilidad que habla “no deja de ser ciertamente ilusoria” según Philip Rhodes, “puesto que el cualquier parte del cuerpo se percibe un constante ir y venir, un permanente tránsito de átomos y moléculas de modo que las substancias químicas, muestran una tendencia a permanecer inalteradas”. Esto se piensa, en tanto que admitimos la existencia de dos mecanismos, que podemos clasificar de físico-químicos. Para que cataplasmas o lavados intestinales, puedan lograr un desequilibrio tal, solamente es admisible en un individuo que esté moribundo por otras causas o enfermedades. I no admitir la relación detallada de los informes del Dr. Reverend, es ir contra toda lógica i testimonios históricos. Recuerdo que i profesor de química, el Dr. José Ordóñez Marín, primer Decano de Medicina en la “provincia de Maracaibo”, eminente internista, cardiólogo i radiólogo, además de profesor de Historia de Venezuela por muchos años, me explicaba que las cataplasmas de cantaridina i arsenicales que usaba el médico francés, le hicieron escaras lumbares i posiblemente lesionaron los riñones. Hai un dato en los informes que dice padecer dos o tres días antes de oliguria i anuria, i creo que el día antes reporta “el Libertador orinó sangre”. El estado de sopor final, posiblemente, según Ordóñez, era el de entrada a un coma urémico. Jamás en otros autores que han estudiado la enfermedad del Libertador, se habla de lesiones del colon i de que se le practicaran frecuentes lavativas o lavados intestinales. Además el estado de shock o choque, es de un colapso de aparición repentina como una fuerte lipotimia (Marañón las consideraba leves colapsos) también son repentinas. El Libertador se fue apagando con serenidad, lentamente; tan es así, que Reverand sale i le dice a sus generales i oficiales; “Si queréis presenciar los últimos momento del Libertador, ya es hora” o algo similar. Debía haber un leve hálito de vida hasta cerrar los ojos camino a la eternidad, que verían todos. A mi juicio i el de Laín Entralgo, con su magnífico libro EL DIAGNOSTICO MÉDICO, me hace pensar que el diagnóstico de choque sérico, no sé cómo se impuso ni que elementos de juicio médico i científico lo avalan. Además, todo eso hace pensar que hai ciertas influencias para-históricas que han influido en los expertos e investigadores, porque es de suponer que consideran que el Libertador llegó sano (según un pseudo-historiador, tenía dispuestos 2.000 hombres para invadir a Venezuela) i que pese a que el diagnóstico de tuberculosis lo compartió Reverend con el médico norteamericano, Dr. Nigth, la hipótesis de la muerte por choque con deshidratación, debido al errado e infundado tratamiento, fue un asesinado perpetrado por la ignorancia del Dr. Próspero Reverend. Realmente un atropello histórico, intolerable. Luis XVI, cuando fue llevado a la guillotina, seguro que tenía un desequilibrio electrolítico por el terrible estrés como decimos actualmente; ¿diremos que murió por eso o porque la guillotina cortó su cabeza?

 Como en realidad, siempre he estudiado con pasión la vida de Simón Bolívar, el héroe más universal, aunque le duela a mucho detractor (acepto comparaciones) hasta tengo escrito un ensayo de unas 150 páginas que pensaba enviar a España en los 400 años de Don Quijote de la Mancha, donde comparo literariamente, pero con fondo médico-científico, la muerte de Bolívar i la muerte de Don Quijote. Además, en mi sección bolivariana de mi biblioteca, tengo cuanto libro u obra interesante se ha escrito, sobre la enfermedad i muerte del Libertador. Por eso, estoi tentado, luego que conozca los fundamentos de ese diagnóstico de grandes personalidades científicas de IVIC i otros interesados, en dedicar los días que puedan quedarme de vida para escribir un libro sobre el polémico tema que, al menos ya quedó aclarado por el estudio del ADN i la comparación con el de sus hermanas, que los restos que están el Panteón Nacional son los de Simón Bolívar.  Que no fue fusilado en la selva i enterrado allí (sólo una persona sabe el sitio) o que lo arrojaron al mar como a Bin Laden, i se lo comieron los tiburones.

 La anamnesis histórica, está absolutamente bien compilada en la obra de Oscar Beaumont, i en la de muchos otros, cuando puede comprobarse que no solamente de tuberculosis padecía el Libertador, sino que todos vamos arrastrando en la vida varias enfermedades o padecimientos, porque  el estado de salud total, no lo tiene nadie ni lo ha tenido nunca todos los hombres de la historia. Blanco Soler decía: no existe ni bondad absoluta ni salud absoluta; Bolívar padecía de otros achaques hasta serios, i por eso autores como Carbonell inventaron cosas i muchos historiadores colombianos (entre los que está el mejor biógrafo de Bolívar, Indalecio Liévano Aguirre) han dado otros diagnósticos más admisibles, más probables, que este que hoi se nos presenta como descartando lo que tantos estudios serios se han hecho durante dos siglos. I hasta en los retratos i dibujos, por ejemplo de Roulin, se nota el deterioro que por años había presentado el Sol de América. Empezaba a ser, desde el año 28 ó 29, no ya un sol, sino una enana roja como las estrellas. Eso está testimoniado por documentos, cartas, pinturas, dibujos, gente que lo conoció, i otros testimonios de valor histórico. Por eso espero que, no sea simplemente una noticia, sino un amplio i profundo estudio científico e histórico, lo que demuestre ese nuevo –sí, absolutamente nuevo i sorprendente- diagnóstico que de manera tan poco seria se ha presentado al pueblo venezolano.

robertojjm@hotmail.com



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Roberto Jiménez Maggiolo


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