LA PÉRDIDA DEL HONOR EN LA CIENCIA
La medicina es una ciencia que ocupa extensos predios en lo científico i en lo humanístico, de otra manera no puede concebirse. Es Ciencia i es Filosofía de vida. Por eso mi antiguo profesor de Clínica Médica, Dr. Augusto León Cf., en su obra Ética en Medicina, expone que, la medicina se halla en el centro de las ciencias del hombre. El hombre enfermo, decía Víctor Von Weizsäcker, “es un ser especialmente situado en la existencia, que necesita ayuda”. I además agregaba: “puesto que el enfermar, es una categoría de la vida humana”. En la actualidad, después de esa evolución del concepto de enfermedad que enseñé a varias generaciones de médicos (desde la medicina natural, hasta la psicosomática i comunitaria) en mi cátedra de ETICA MÉDICA en la Escuela de Medicina de la Universidad del Zulia, concluimos científicamente que, todas las enfermedades son sociales, porque no es el hombre aislado quien solamente enferma, sino su entorno familiar i social, creando un desequilibrio económico-social, que lesiona a la familia, a la sociedad i al mundo que le rodea, hasta extensos límites; así es la enfermedad en el cuerpo humano; no es la célula, no es el órgano, no es un sistema sino todo el organismo, quien sufre las consecuencias del enfermarse, visión que tuvo el mundo griego, cuando conceptuó que era un desequilibrio de la physis.
Visión que, al mismo tiempo vigorizó, estableciendo que el médico es un demiurgos, o sea un ayudante, un amigo un líder del pueblo.
Sin embargo, en la actualidad, pero meditado desde hace muchos años atrás, entendemos política i medicina como verdaderas ciencias, que tienen una fisiología i una patología, pero el mismo Augusto León nos enseñaba que, los principios para ser un buen médico i para ser un buen político, son idénticos, acaso pensando en el aserto de Osler de que, “para ser un buen médico, primero se necesita ser un buen hombre”. Por eso los médicos, como ciudadanos de la polis, no podemos dejar de ser políticos en el sentido más puro, el cual no es político de partidos ni de facciones desequilibradas, obsesionadas por el poder i luego el pillaje. Se dice que, el prefijo med, significa pensar, i es obvio que si pensamos en el terreno científico i humanístico, con pensamiento reflexivo científico, que igualmente enseñé a mis alumnos en las cátedras de Filosofía, especialmente en Filosofía de la Ciencia, es la manera de reflexionar con lucidez, con imparcialidad i objetividad inductiva i deductiva, sobre los hechos de la vida diaria, concerniente a la salud. La medicina, según una extensa obra publicada hace unas tres décadas en el exterior, por Martín L. Gros, titulada Los Doctores, analizaba encuestas que indicaban, en los países más civilizados que, el profesional de más prestigio en la sociedad contemporánea, eran los médicos, con una excepción en los Estados Unidos, como lo constituían los Jueces Superiores, quienes llegaban a su magistratura, cumpliendo multitud de sólidos o exigentes requisitos, entre ellos un estudio superior de su idioma.
II
Esto lo escribí así, en una de las tantas oportunidades que he tratado este tema de la Huela Médica, en el año 2002, en ocasión de un conflicto gremial. Empero, quiero en el momento actual, hacer otras consideraciones, porque en cada oportunidad, en cada tiempo, en cada etapa de la vida social i de la vida política del país, otras cosas son necesarias decir i precisar.
En estos tiempos de mediados del año 2011, en pleno siglo XXI, hai que admitir que la vida gremial de Venezuela está lamentablemente deteriorada por la caída de las instituciones que la sustentan de principio (no hablo de instituciones científicas, sino gremiales) dado que la mayoría de los Colegios de Médicos de la República, i especialmente la Federación Médica Venezolana, se encuentran sumidos en una enfermedad reumática i neurológica que los paraliza i los tiene el borde de la demencia, por noxas absolutamente originarias de la IV República. Así, la Federación Médica es un organismo apagado, en manos de un presidente que se ha perpetuado, no para bien de la institución, sino para transformarla en un parapeto político, especialmente desde que eso quedó grabado i consignado en un gran afiche a color, con el presidente de la FMV, en fraternal abrazo con el dictador Pedro Carmona Estanga, llamado con propiedad Pedro El Breve. Han desaparecido aquellas grandes Asambleas de la FMV, son asistencia notable de todos los colegios de la república, con una orientación gremial aunque estuviese salpicada de mala política, especialmente porque la única institución invitada a meter la cuchareta como dice el pueblo, era Fedecámara, ya que los negoción estaban siempre solapados o escondidos, tantos para la comercialización de la medicina, como para la escogencia de los directivos, más por su color de partido que por sus méritos profesionales o científicos, aunque siempre habían hombres notables que con su verbo i credenciales, podían obtener algunos triunfos. Hoi, por ejemplo, tenemos años sin Asambleas Federativas como Asambleas regionales; el Colegio Médico del Zulia (el cual dediqué gran parte de mi vida gremial), donde tantos colaboramos sin prejuicios políticos, es una institución adormecida, de preocupaciones pecuniarias, de silencios largos i de directivos también perpetuados por la falta de elecciones desde hace varios años, i con personajes opacos gremialmente i desde el punto de vista profesional i ciudadano. Eso sería motivo de otras consideraciones que no deseo proseguir aquí.
Pero en cuanto a lo fundamental, considero que la Huelga Médica, para mí es inconcebible por las razones expuestas en el artículo con el cual comencé esta exposición. Jamás un médico, un demiurgo, un servidor para el pueblo, puede negarse a atender a un enfermo, “ese ser especialmente situado en la existencia”, porque es falso que se primera vista puede distinguirse si el paciente es de urgencia, o procura simplemente una consulta selectiva. Eso lo enseña la experiencia, i creo que llegando casi a los 60 años de haber salido con el título de médico de mi querida Universidad del Zulia, aun no estando ya en el ejercicio activo, seguiré siendo médico hasta el fin de mis días, i vivo pendiente del progreso científico i sobre todo, de la faceta humana trascendental, de la profesión médico, científica, humana, ética i pura., donde la filosofía es mi aliada . Todavía cargo en la gualdrapa de las experiencias de la vida, las enseñanzas de mis profesores –recuerdo hombres ejemplos como Borjas Romero, Adolfo Pons, Vintila Pérez Romero, Julio Árraga Zuleta, José Ordóñez Marín, Ramón Gómez h., Luis Maggiolo Atencio, Jesús Acosta Galbán, Maíz Vallenilla, Alberto Medina Acosta, Vinicio Casas Rincón, Silvestre Rincón Fuenmayor, Jorge Hómez Chacín, Franz Wenger, J.L. García Díaz, Ángel Emiro Govea, Arteaga Pérez, Delgado Rivas, García Ordóñez, Rafael Cuenca Nava, mi adorado Rector Hernández D’Empaire, Rafael Belloso Chacín mi forjador en Obstetricia, Augusto León, Ramón París Martinez, Noriega Trigo i otros que lamentablemente se escapan a la memoria− que no sólo nos enseñaron medicina, sino que fueron ejemplos de dignidad ciudadana i entereza profesional i ética. A esto agrego las enseñanzas o ejemplos que me dieron, mi hermano mayor Armando Jiménez Ortega i mi padre, el Dr. Juan B. Jiménez, de reconocida trayectoria científica, profesional i ciudadana que me enorgullece.
Yo he visto llegar a un paciente tranquilo a una consulta, por ciertas molestias discretas i heces descoloridas que llamaron su atención; examinado i solicitado unos examenes de urgencia, encontré evolucionando un cáncer pancreático. He visto salir a un paciente feliz luego de una consulta cardiológica i una prueba de esfuerzo superada i normal, i al ir a bajar los escalones de la salida del la clínica, caer muerto de un infarto. I esto me sucedió a mí. Ingresé a una embarazada joven en trabajo de parto antes de entregar mi guardia. Le tocó al residente que me recibió, percatarse de una crisis de locura, salir corriendo al jardín i tratar de suicidarse; o hasta cosas que resultaron felices: una colega me llegó con un embarazo a término a conversar conmigo, totalmente tranquila. Por precaución me pidió que le hiciera un tacto: conseguí una dilatación completa que apenas medio lograron vestirme las enfermeras de bata, tapaboca i guantes, para recibir al bebé. I de un compañero de bachillerato que era odontólogo, conversando con su paciente (ha podido ser lo contrario: él paciente de un médico) le dio un infarto i cayó junto a la silla de trabajo. Así, pueden verse muchos casos en las emergencias, i nadie puede decir que sin examinar al paciente, pueda estar seguro de no necesitar una atención inmediata, aunque sabemos también cómo abusan de esa eticidad de algunos médicos, muchas personas fingidoras, en busca de un falso reposo médico o para justificar algún fallo de compromiso. Sin embargo, es preferible esto, a tener que lamentar una grave falta humana. Examinando, haciendo consulta normal, i descubriendo a alguien que esta fingiendo o mintiendo, al mismo tiempo estamos dando una lección i educando, actuando con la sindéresis debida. Por eso siempre recomendé a mis alumnos, leer la obra LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE, de Pedro Laín Entralgo, uno de los grandes de la medicina española.
Entonces muchos me preguntarán ¿Cómo hacen los médicos para reclamar sus justas aspiraciones i que las autoridades gubernamentales comprendan que sus reclamos tienen validez legal, económica, social i humana? Pues hai muchas otras formas válidas, racionales i de mayor fuerza moral i ética? No somos ni gremios de trasporte, ni de industriales, ni de otra actividad cuya suspensión de servicio pueda causar daño o incomodidades al público, o pueda hacer cierto daño al pueblo. Lo primero es el diálogo; es hacer reuniones debidamente organizadas; demostrar con datos i cifras precisas los daños que recibimos por la insuficiente atención gubernamental, i llegar a acuerdo que sean realmente admisibles i justos. Para eso existe un Ministerio de Salud i muchos otros gabinetes ministeriales que les incumba el problema, para llegar a conclusiones satisfactorias para las dos partes. Respecto al diálogo, pueden escribirse libros.
Otra forma es la denuncia constante, no como noticia de prensa, radio o televisión, sino denuncias formales, escritas i bien razonadas. Para ello sirven las revistas gremiales i las científicas, i esta es otra de las grandes fallas que tiene la FMV i los Colegios de Médicos. Ya dije que el prefijo med significa pensar, i una de las cosas que en los últimos años me alarma, es ver lo poco que escriben los médicos(fuera de lo científico, donde sí los hai), que la vida gremial está abandonada (excepto cuando se quiere hacer daño a un colega i se le lleva al Tribunal Disciplinario), instrumento apergaminado, sin una Comisión de Ética asesora, como la hubo i que tuve el honor, igual que la Revista del Colegio de Médicos del Zulia, de fundar años atrás. Hasta la poesía, ha estado huyendo de los bolígrafos o plumas de los colegas. Ya no hai los Noriega Trigo ni los Guillermo Ferrer o Ciro Añez Molina. En aquellos tiempos, además, mis compañeros i yo, trabajamos muchos años como residentes de maternidad, por un sueldo de Bs. 600 mensual, i sobrevivíamos con la profesión libre en nuestras clínicas, con consultas a precios inconcebiblemente bajos. Además, no teníamos adjuntos, i solamente un jefe de servicio: un hombre de hierro con el corazón más puro i humano que haya conocido, como lo fue el Dr. Rafael Belloso Chacín.
Otra forma de canalizar los reclamos, son las entrevistas por televisión i los recursos de Internet, aunque la mayoría le temen a la pantalla. En cambio veo que la propaganda comercial de algunos colegas, compite con los avisos de perfumes, ropas, comidas, hoteles, restaurantes, etc., i son gráficos a color i a toda página como sucede en una lujosa revista regional; i hasta en programas de televisión he visto también que usan el Caduceo (un bastón alado con dos serpientes: el bastón del dios Mercurio) que no tiene nada que ver con la medicina, i que desde hace muchos años he venido dando conferencias i hasta publiqué un libro sobre EL SÍMBOLO DE LA MEDICINA.
Se que mis colegas de izquierda revolucionaria, no están de acuerdo con la Huelga Médica, han declarado contra ella i no acatan ni a FMV ni al Colegio, pues estos organismo hai que acabarlos o refundarlos. Ya muchos ni a las fiestas o diversiones del Colegio, asisten. Si asisten deben ser las minorías de oposición o los que no quieren ver que, sin progreso social, sin aumento de la calidad de vida del pueblo, hasta la medicina tiene perjuicio. La medicina es una ciencia social i humanitaria, por excelencia; usarla de instrumento de presión política, es deplorable i antiético. I finalizo, corriendo con la responsabilidad de mis palabras i conceptos. La buena vida, es la inspirada por el amor, y guiada por el conocimiento. Ya sabemos que autoridad dijo esto.
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