“El pensamiento histórico no es discursivo,
es decir, que no llega a sus conclusiones
aplicando conceptos generales a casos
particulares, sino que, en cierto sentido,
es intuitivo”.
W.H. Walsh
Ω
IV
Estas reflexiones sobre la muerte de nuestro Libertador, que tal como puse en la dedicatoria del primer artículo, van dirigidas a mi querido, admirado i respetado presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Cmte. Hugo Rafael Chávez Frías i que, posiblemente ampliadas i apoyadas con las fuentes documentales, me podrían servir para un pequeño libro, no tiene por finalidad rechazar su posición intuitiva en la distancia, de su parecer respecto a que, al Libertador lo asesinaron. Empero, he dicho que en historia i en todo campo del conocimiento no se puede ser dogmático, porque “aparte de las disciplinas puramente analíticas –dice el filósofo de la historia W.H. Walsh cuyo pensamiento he puesto en dos ocasiones encabezando estos escritos− como la matemática y la lógica formal, todas las ramas del conocimiento que merecen su nombre, dependen de los mismos procedimientos básicos de observación, reflexión conceptual y verificación”. Por lo tanto, respetando su voluntad de pensar lo que su intuición le permite creer, disentir de eso i verificado como está hasta al presente que no hai ni un solo testimonio para probarlo, (ni en la investigación sobre sus restos) ni en la investigación documental i de pesquisas históricas que han hecho muchos autores, verdaderos historiadores i no improvisados buscando notoriedad i negocios, tenemos que desechar esa hipótesis. En ciencia, sobre todo en la explicación de lo que es la ciencia i desarrollé en Lovaina i fue bien acogida por el Prof. Jean Ladriére, se crean a partir de la observación i mediante el pensamiento intuitivo, una serie de hipótesis posibles (lo mismo que en el diagnóstico médico) pero por pensamiento deductivo, se llega a una generalización que permite la escogencia de una de ellas, que luego por corroboración o verificación, se convierte en teoría científica. Algo parecido hacemos en la historia, porque es en realidad ciencia. Esto lo insinuó Einstein cuando dijo que, “ciencia es ir del conocimiento de unos hechos, al conocimiento de nuevos hechos”.
Hecha esta aclaración de comienzo i alguna pincelada de Filosofía de la Ciencia, continuemos con la investigación en cartas del Libertador, averiguar qué enfermedades o problemas de salud había tenido desde su vida de cadete, su primer viaje a Europa a los 13 años, su estada allá, su aprendizaje i educación, matrimonio, viudez, etc. como puede repasarse con sencillez en la obra de Oscar Beaujon, para servirnos de guía, pero cada punto, cada carta, cada testimonio diverso sobre su salud, podemos ir a otros textos a corroborar o verificar.
De niño, en su infancia, tenemos un dato importantísimo: la noción de contagio, la primo infección tuberculosa, por estar en un hogar cuyos padres murieron por tuberculosis pulmonar, i la madre le duró hasta los 9 años. Por eso en la necropsia, el Dr. Reverend consiguió en el pulmón izquierdo una calcificación de primo infección tuberculosa, de unos dos centímetros de diámetro que algunos autores dicen que Reverend guardó durante un tiempo, pero que luego cedió a la patria i que se conserva en el Museo Bolivariano. Halló además lesiones nodulares, cavernas, fibrosis, etc., aunque el pulmón derecho con menores lesiones. La lesión o nódulo de prima infección puede evolucionar en la niñez i causar la muerte; pero frecuentemente se calcifica gracias a las defensas del organismo i persiste hasta edades avanzadas cuando se puede morir por la tuberculosis u otra causa o enfermedad; por eso casi todas las personas pueden haber tenido una lesión de primo infección tuberculosa, sin manifestarse nunca la enfermedad. Entonces, la anamnesis nos da el dato de haber tenido Bolívar en la infancia una primo infección que se manifestó quizá desde unos años antes de la enfermedad declarada o diagnosticada, hasta conducir por evolución paulatina hasta la muerte. Se piensa que ciertos acontecimientos, como haber permanecido escondido bajo un puente de un pequeño río de aguas casi estancadas, durante el atentado septembrino, cuando Manuela lo ayudó a huir por una ventana, pudo acelerar la evolución de una enfermedad que ya había tomado sus pulmones i su organismo. Además, las condiciones durante la guerra, los cambios climáticos, el baño frecuente en los ríos o como una vez derrotado i perseguido por los realistas, permaneció en aguas un tanto estancadas o contaminadas, en las márgenes del Orinoco, o consumo de aguas o bebidas no en buen estado. En Sociología Médica, además, decimos que no es la célula, ni el órgano, ni el aparato quien enferma, sino el hombre, i hasta más allá, enferma su entorno, la familia o la sociedad. El Paso de los Andes, fue otra larga etapa de sometimiento a condiciones adversas que, a una persona con una tuberculosis pulmonar, fueron motivos suficientes para ir minando su salud.
Los distintos i serios historiadores que ha seguido su ruta vita, anotan que cuando Bolívar de apenas 13 a 14 años viaja por primera vez a Europa, tocando en Veracruz i en la Habana, para llegar a España por el norte, vivir en Bilbao i luego en Madrid prácticamente el centro geográfico de ese país, Bolívar es un mozo “robusto, vigoroso y ardiente”. Su adaptación i aprendizaje es rápido i de gran talento. Cuando desde Veracruz hace una primera carta a su tío Esteban, está plagada de errores ortográficos. He escrito sobre eso, i algunos autores señalan unos cuarenta errores, mientras yo conté alrededor de 42 o 43 errores, algunos casi horrores. Luego de poco tiempo en España, ya la siguiente carta prácticamente esta correctamente bien escrita.
Allí en España, sabemos cómo fue su vida que no vamos a referir aquí, el uso que hace de la Biblioteca de su pariente Andújar, sus muchos aprendizajes incluyendo esgrima i finalmente su matrimonio con María Teresa del Toro y Alayza, su retorno a Venezuela, sus escasos ochos meses de felicidad, la dedicación al trabajo en su hacienda de San Mateo, la enfermedad de su joven esposa, un poco mayor que él i finalmente su muerte por Fiebre Amarilla. Esta viudez prematura, le causa por primera vez profunda depresión (desde aquí empiezan los señalamiento de Diego Carbonell). Bolívar se sentía decepcionado i decía a sus compañeros “Quise mucho a mi mujer y su muerte me hizo jurar no volver a casarme”. Empero, su salud física parece no haberse quebrantado.
En 1803regresa a Europa, i desembarga en Cádiz, España. Pese a lo largo de esos viajes i del movimiento de las naves, su estado de salud parece no flejar. Recorre media Europa en estado de fastidio, pues todo lo obliga a pensar en el mismo asunto, después de estar en Madrid e informar a la familia, sobre la muerte de María Teresa. Lleva entonces una vida desordenada, donde todo le aburría i fastidiaba, expresando que “todo lo que obliga a pensar en el mismo asunto, aunque sea sólo por diez minutos me fatiga la cabeza, hasta obligarme a dejar la pluma o la conversación, para tomar el aire en la ventana”. En eso recorridos se encuentra con su maestro Simón Rodríguez en Viena, Austria, quien le recomienda divertirse, asistir al teatros, a tertulias, conoce personalidades como Humboldt i la atracción por la que consideraba su prima i posiblemente fue su amante Fanny de Villar, casada con un hombre de edad. A veces largas jornada de los dos viajeros, −los dos Simones− eran a pie entre ciudades i pueblos, así como aventuras en las cuales pensaba mi maestro i colega Ordóñez Marín, quizá pudo adquirir enfermedades sexuales o hasta sífilis, aunque el Libertador nunca acusó esas molestias o síntomas. Su vida sexual parece haber sido sana. Sin embargo, en esas andanzas, Bolívar acusa el resultado de excesos de trasnochos i vida desordenada, porque informa haber caído enfermo, “en un estado tal de consunción que los médicos declararon que iba a morir. Era lo que yo deseaba. Una noche estando yo muy mal, Rodríguez velaba a mi lado con mi médico; ambos hablaban en alemán. Yo no comprendía una palabra de lo que decían; pero por su tono, su fisonomía, me di cuenta que su conversación era muy animada. El médico, después de haberme examinado muchas veces, se marchó. Tenía todo mi conocimiento y aunque muy débil, podía todavía sostener una conversación” (Carta a la Sra. Teresa Laisney de Tristán, 1808).
Superados estos
problemas, decide venirse a Venezuela, pero pasando por los Estados Unidos de
Norteamérica, donde visita varias ciudades en enero de 1807. Ya en su país expone que “después de haber pasado una navegación muy desagradable por el mal
tiempo y mi mala salud (el subrayado es mío) sintiéndome de calentura y me dediqué a trabajar en las Haciendas de
San Mateo y en mis posesiones de Yare, perteneciendo siempre al Batallón de
Milicias de Blancos Voluntarios de los Valles de Aragua, gozando para entonces
de
(CONTINUARÁ)
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