Entre las causas de esta
crisis mundial, podemos señalar:
- La especulación financiera: al ser incorporados los alimentos a Fondos de Inversiones basadas en el precio de los “commodities” (alimentos y minerales), estos comienzan a comercializarse en mercados a futuro donde se mueven simultáneamente con los precios de las acciones, las divisas o los hidrocarburos. Ya en 2008, un 30% de las cotizaciones estaban determinadas por capital especulativo.
- Nuevo modelo agroindustrial: basado en la concentración de la tierra por grandes trasnacionales que dirigen la producción a monocultivos que tienen como patrón estructurante la producción de “biocombustibles” y el uso de semillas transgénicas, que ha traído como consecuencia un proceso de deforestaciones de grandes extensiones de selvas tropicales en Asia y América Latina.
- Desregulación de los mercados locales: El Banco Mundial, en la década de los 80´, dirigió una política de desregulación de los mercados locales que produjo la desarticulación del campo de los países “en vía de desarrollo”, al no poder competir con los excedentes de alimentos subsidiados de los países desarrollados y ser inundados de semillas transgénicas. Hoy, a 30 años de esta política, nos encontramos con que el 70% de los países pobres son importadores netos de alimentos.
Esta realidad, ha traído como consecuencia que más de 1600 millones de personas pasen hambre en el mundo, de las cuales el 60% son mujeres. La mayoría de quienes pasan hambre, como era de esperar, viven en países de Asia Pacifico, África del Norte y Subsahariana y América Latina, que registra hoy 53 millones de personas malnutridas.
Venezuela, desde la llegada
del Presidente Chávez al poder ha caminado, en contra vía a este modelo,
logrando un mayor control del Estado sobre la actividad de producción
y distribución de alimentos.
En materia de producción,
se ha dispuesto de un marco legal que promueve la eliminación del latifundio,
la redistribución de la tierra, se ha prohibido el uso de transgénicos
para fortalecer el desarrollo de semilla autóctona, se ha priorizado
el uso de la tierra para la producción de alimentos y se ha desarrollado
un modelo de crédito a bajo interés para el sector agrícola.
En el área de distribución,
se ha desarrollado una política de regulación de precios de los productos
de la cesta básica para combatir la especulación y se ha creado una
red pública de distribución de alimentos a bajo precio (MERCAL, PDVAL,
Abastos Bicentenario). Está red distribuye actualmente el 30%
de los alimentos de la cesta básica y se espera cerrar el año 2011
con una cobertura del 50%.
Esta política ha tenido
un alto nivel de aceptación en nuestra sociedad. De acuerdo al estudio
realizado por la Fundación GISXXI, durante el mes de Febrero 2011,
existe un consenso entre los venezolanos sobre la necesidad de que el
Estado intervenga en la Economía en un sentido regulador y garantista.
- 92% está de acuerdo con que “El Estado debe intervenir para garantizar precios bajos en todos los productos de la canasta básica”.
- 92% está de acuerdo en que “Se debería multar a todos los empresarios y comerciantes que suban los precios de manera injustificada”.
- 89% está en desacuerdo con que “Los empresarios y comerciantes deberían ser libres para poner los precios que quieran”.
De igual manera, los
venezolanos valoran mejor las redes de distribución públicas de alimentos
que las privadas. En una escala de 1 a 20, la Red MERCAL y PDVAL fueron
las mejor evaluadas en precio (15 y 14 respectivamente), calidad (14
y 13), variedad de productos (13).
Esta política de universalización
del acceso a los alimentos, privilegiando a los sectores menos favorecidos,
ha impactado varios indicadores sociales que han sido reconocidos por
la FAO, entre los cuales encontramos:
- Venezuela es el quinto país latinoamericano con mejor índice nutricional en niños menores de 5 años
- Para el 2015 Venezuela superará la Meta del Milenio sobre la erradicación del hambre
- El índice de desnutrición
infantil en niños menores de cinco años se redujo un 58,5% en el período
1990-2010, al pasar de 7,7% a 3,2%.
Sin embargo, a pesar
de los esfuerzos y los avances del Gobierno Nacional en esta materia,
hoy Venezuela sigue importando alimentos. Lo logrado en el terreno de
la distribución, debe servir de guía para profundizar a través de
la Misión Agro Venezuela la productividad en el campo y la soberanía
alimentaria.
Las crisis estructural de alimentos apenas comienza y su solución no llegará dentro la realidad social y económica del capitalismo, que no garantiza la alimentación como un derecho sino como un bien transable en el mercado, donde los agro-negocios y el libre comercio hacen a los países pobres, más pobres cada día. Solo una política nacional y anticapitalista que incentive el desarrollo del pequeño y mediano productor con un apoyo pleno del estado, privilegiando nuestras semillas autóctonas nos permitirá salir de la catástrofe alimentaria mundial.
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