Medicina e Historia (Parte X)

El informe final sobre la muerte del Libertador Simón Bolívar de la comisión investigadora

“Mis enemigos han hollado lo que me es

 más sagrado: mi reputación y mi amor

  a la libertad”

   Simón Bolívar

X

 Cuando los historiadores han recurrido las cartas de Simón Bolívar donde va describiendo los síntomas o mejor, las incomodidades o problemas de salud que va experimentando en esa vida tan difícil de un hombre excepcional en la Historia Universal, pues  recorrió cabalgando (en corcel o en mulas) 10 veces más distancias o caminos que Aníbal, 3 veces más que Napoleón i el doble de Alejandro Magno, resistencia física i mental que, para muchos venezolanos que no conocen de historia, el informe de la BBC de Londres recientemente difundido (i tomado de nuestros historiadores) considera que cabalgó  la distancia lineal de 6.500 kilómetros con la antorcha de la libertad, lo que representa 123 mil kilómetros más de lo navegado por Cristóbal Colón i Vasco de Gama juntos. Por eso sus compañeros llaneros que eran excelentes jinetes, pero no de tan grandes distancias, lo llamaron “culo de hierro”, i hai referencias de que tenía grandes callos en las nalgas i parte interna de los muslos. En el momento no he conseguido el pequeño mapa que tengo archivado, realizado por algún historiador acucioso, con líneas rojas sobre el papel impreso, que tal parece las rutas de una línea de aviación de nuestros días. Bolívar, a veces con sencilla seriedad, expresaba tranquilo, por ejemplo, en Ciudad Bolívar, que iba a viajar hacia el Perú u otros sitios o países   tan lejanos que hoi, con los medios de trasporte i comunicación que tenemos, lo pensamos dos veces. I en cuanto a su mente, a sus habilidades i virtudes intelectuales, creo que tampoco lo superan los grandes héroes de la Humanidad; con razón se le distinguió como la “cabeza de los milagros i lengua de las maravillas”. Con inteligencia no estamos admirando a un simple héroe como los definidos por Carlyle, sino como decía Vasari de Miguel Ángel Bounarroti, el artista supremo de la Humanidad: “fue un meteoro que rasgó nuestro cielo y se perdió en los ámbitos de la historia”. 

 Pues bien, a este hombre superior i genial, a este Dios del Olimpo si las leyendas fuesen ciertas, un supuesto historiador lo ha querido ver morir, secuestrado, tal vez arrojado al mar como a Bin Laden, fusilado en la selva como un delincuente perseguido, o finalmente, envenenado como un tirano, un truhan  de casino o un rico malo, en las novelas de Ágata Christie.

 Por eso, repudiando el testimonios de muchísimas cartas de mano del Libertador o de sus escribientes –como tenía Voltaire i otros grandes escritores del pasado− cuando dictaba varias al mismo tiempo i hasta en distintos idiomas, recurre a esta esquelas que he mencionado antes; una para el General Rafael Urdaneta, entonces presidente de Colombia, i otra al Sr. Estanislao Vergara, presentándolas el señor Mier, como absolutamente contrapuestas, para establecer un falso dilema. Las tomo de donde el presidente dice que las ha leído: del tercer tomo de la obra Bolívar, de Felipe Larrazábal. Para que se vea la influencia de una enfermedad crónica que no produce temblores, i fundándome en 25 Cartas Manuscritas del Libertador a su Edecán irlandés, fiel i extraordinario amigo, el General Daniel Florencio O’Leary, observo que las dos últimas (igual que las anteriores) están escritas con mano firme i hasta con la cuidada letra que antaño se enseñaba o aprendía.  Estas cartas están fechadas el 15 i el 25 de noviembre de 1830.

 La carta al General Urdaneta dice:

 Mi querido general:

 Ayer llegaron los comisionados trayéndome el Acta y dándome parte de todas las ocurrencias más notables de esa capital. 

  Por más que he querido rendirme a los argumentos y exhortaciones de los mismos comisionados, de los amigos que hay en este país, y aun de las cartas recibidas de Bogotá, no me ha sido posible decidirme a aceptar un mando que no tiene otros títulos que dos Actas de los Concejos Municipales. Además, el señor Mosquera no ha renunciado su título, y mañana se hará reconocer en otra parte de Presidente legítimo. Este caso no está muy remoto, pues al llegar a Popayán tiene lugar. Obando y López se empeñarán en esto, y el señor Mosquera no ha tenido hasta ahora otras inspiraciones que las de estos dos sujetos. Entonces, él sería el Presidente legítimo, y yo usurpador. Yo no puedo reducirme a esta situación, por más que me esfuerce en vencer mi repugnancia. Santa maría me dice, que si no acepto el mando, habrá infaliblemente una tremenda anarquía; pero ¿qué he de hacer yo contra una barrera de bronce que me separa de la Presidencia? Esta barrera de bronce es el derecho. No lo tengo; ni lo ha cedido el que lo posee. Por consiguiente, esperaremos las elecciones. Llegado este caso, la legitimidad me cubrirá contra su sombra, o habrá un nuevo Presidente. Se habrá despejado el horizonte político, y sabremos, en fin, si hay patria o no. Entonces, y sólo entonces podré entrar en el Poder Ejecutivo; suponiendo siempre que las elecciones sean libres y se hagan conforme a la ley.

 Ninguno podrá culparme de haber abandonado mis conciudadanos a la anarquía puesto que ninguna parte he tenido en sus conmociones, y que además, Ud., está a la cabeza del gobierno y revestido de todas las cualidades necesarias para crisis semejante. Como ciudadano y como soldado ofrezco mis servicios a la República: ninguno será más celoso en servirla, y sostendré al gobierno con toda mi influencia y todas mis fuerzas. Hay también unas circunstancias que me hace inútil en esa Administración. Primero es existir que modificar. Debemos antes crear de nuevos esta patria que se ha disuelto, y por consiguiente hasta que no esté reunida por las armas, no se puede gobernar bien. Y me ofrezco para servir en la parte más difícil y peligros; así evitaré que me culpen de egoísmo. 

                                                        BOLÍVAR

 ¿Qué cosa manifiesta en primer lugar esta carta, respecto a la posibilidad de aceptar una invitación a tomar el poder, contra argumentos legales i éticos? Sencillamente que evade la responsabilidad por presentar un camino contario a las leyes, diciendo que le cuesta decidir por principios de Derecho que le parece una barrera de bronce, aunque le insinúen que no hacerlo puede sumir al país en la anarquía; i en los párrafos finales insinúa de cierta manera que primero es el existir (la vida que siente se le escapa como ya lo dijo en cartas anteriores) que el modificar, (el cambiar el país, volver al poder); pero por valentía, generosidad i honor, no puede hacer otra cosa que ofrecer sus servicios a la patria, en lo más difícil i peligroso para que no lo culpen de egoísmo.  I esto es lo que el señor Mier Hoffman entresaca del contexto de la carta, para decir que Bolívar está sano i dispuesto a la lucha.  ¿Por qué interpretar que esta carta muestra a un Bolívar sano, dispuesto a proseguir la lucha, por salvar su obra amada que algunos llaman “La Gran Colombia”, designación que jamás se usó entonces? ¿Acaso no leyó los párrafos donde habla de las circunstancias que lo hacen inútil para esa administración del poder? ¿Tampoco leyó que primero es el existir que el modificar? Interpretar así esta carta es muestra de ignorancia, falta de cultura i de conocimientos históricos. Tan es así que, un autor ruso I. Lavretski, en su obra Simón Bolívar, publicada en Moscú en 1966, i traducida al español en 1982,  pero impresa estas ediciones todas en Rusia, libro al cual hace unos dos años le hice un  comentario que se publicó en Aporrea i en Encontrarte, al referirse a los escritores i sobre todo a los curas que tergiversan la historia, dice: ¿Por qué el pueblo permite que lo dirijan los embusteros, por qué el pueblo sigue tras los imbéciles?

 En cuanto a la carta del Sr. Estanislao Vergara, quien parece se desempeñó en la Secretaría de Defensa, es más del doble de extensa que la de Urdaneta i fechada el 25 de septiembre de 1830, en Cartagena, ciudad en la que todos o casi todos los historiadores afirman que llegó enfermo, el 24 de junio. Por eso no la transcribiré completa, sino haciendo referencia a ciertos pasajes; los que aprovecha el manipulador de la correspondencia i lo que es interesante de conocer i que se ignora deliberadamente. Precisamente en esa carta a Vergara, el Libertador escribe: “Nunca he creído que debía hablar a mis amigos sino en el lenguaje más franco y, por lo mismo, me complace cuando ellos usan conmigo la misma libertad”.

(CONTINUARÁ)

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Roberto Jiménez Maggiolo


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