Contra el Bicentenario


      He sostenido previa y públicamente que el Bicentenario es un operativo político-epistemológico neocolonial.1

      Las ideas y reflexiones que siguen pretenden demostrar que el Bicentenario significa el abandono de la tarea de llevar a cabo una deconstrucción de la Historia Oficial. La que  nos han contado en la escuela colonial y capitalista de los siglos XIX, XX y principios del XXI, para así reconstruir colectivamente, desde su raíz más profunda, desde la diversa pluralidad de experiencias y voces de las que formamos parte, la historia del pueblo, no la historia monolítica de la oligarquía.

      Este compromiso del proceso bolivariano, en cuanto a la deconstrucción de la historia oficial que nos contaron y siguen contando en el sistema educativo venezolano, fue asumido por el Presidente Chávez al inicio de su mandato en 1999, y consistió en colocar dos bombas de profundidad en el imaginario del pueblo: el 12 de octubre no sería más el Día de la Raza sino el Día de la Resistencia Indígena y José Antonio Páez, el prócer de la Independencia, habría sido el traidor histórico de Simón Bolívar, junto a Francisco de Paula Santander en la Nueva Granada y Juan José Flores en el Ecuador.

      Lo que sostengo es que no sólo no se siguió en ese curso crítico de deconstrucción de la falacia con la que nos han venido y nos siguen engañando, sino que se retrocedió a posiciones verdaderamente ofensivas con el pasado, como inundar a Caracas con pendones de la Alcaldía del Municipio Libertador en los que, en alusión al 19 de abril de 1810, se leía ADoscientos años combatiendo imperios@, haciendo que cualquiera se pudiera preguntar qué andaría haciendo Guaicaipuro en 1568, cuando Diego de Losada ordenó capturarlo vivo o muerto. Si no estaba combatiendo imperios )qué estaba haciendo, jugando metras? Pero si en verdad estaba combatiendo, al precio de su vida, al imperio español, )por qué el Bicentenario lo borra?

      Esa subalternización, cuando no invisibilización, de todo lo anterior a 1810, es el autogol político-epistemológico más grave que se ha infligido el proceso bolivariano y, lo que para mí es más importante, que no es un autogol que pasó sino que está pasando, está operando, está envenenando la posibilidad de que entendamos de dónde venimos y para dónde debiéramos ir. 
 

II 

      Para sostener lo que acabo de decir estoy obligado a tener una interpretación de lo que nos ha pasado como pueblo. 

      Creo que con anterioridad a 1492 existía, en el territorio de lo que hoy mal llamamos América, un denso y extendido tramado de pueblos aborígenes poseedores de culturas en movimiento y transformación, que se caracterizaban, más allá de miles de diferencias, por creer que la Tierra, o sea el planeta, era la Madre a la que se pertenecía, de la que se era tan sólo una parte.

      Creo que vinieron, confirmando algunas  profecías sobre su advenimiento, unos hombres blancos y barbudos que lo trastocaron todo pues, pensaban, pero sobre todo actuaban como si la Naturaleza (incluyendo en ésta a las mujeres y los hombres) podía ser objeto de posesión, dominio y comercio.

      Creo que, con la complicidad de mi Iglesia Cristiana Católica representada por el Papa Alejandro VI, cuyo nombre verdadero era Rodrigo Borgia, quien invocó al nombre de Dios para despojar a los pueblos originarios de lo que hoy conocemos como el continente americano de sus tierras ancestrales y entregárselas, en tanto que representante de Cristo en la Tierra, a los reyes de España y Portugal2; el naciente imperialismo ibérico organizó el genocidio-invasión-despojo que pasó a los libros de nuestra escolaridad con el novelero y casquivano nombre de Aconquista@. Tan así sería el nombre que, casi cinco siglos después, el presidente Caldera, en su primer gobierno, bautizó como AConquista del Sur@ (CODESUR) el asalto capitalista a la, hasta entonces ignorada, Amazonía venezolana.

      Creo que, independientemente del reconocimiento a la heroica resistencia indígena, constante y permanente desde el 12 de Octubre de 1492 hasta el momento en que esto escribo, el genocidio-invasión-despojo se consolidó en el siglo XVI, y ya para el fin de éste los participantes en el mismo no eran sólo los Adescubridores@ reinos de España y Portugal. Ya era un festín profundamente europeo y estaba montado en torno a una aberración de la humanidad conocida como la esclavitud.

  Creo que de los inicios del siglo XVI a los inicios del siglo XIX  hay trescientos años de sistema colonial basado en la esclavitud. Durante ese período se trajo con premeditación, alevosía y violencia, mediante un aparato mercantil organizado y sistemático, a millones de personas arrancadas de sus tierras y de sus vidas, en la que hoy se conoce como el África sub-sahariana, para ser traídos y sometidos a esclavitud como fuerza de trabajo en el esquema minero-agrícola-extractivo con el que Europa mira al continente que unos llaman América y otros llaman Las Indias.

      Amalgamada con la población originaria, ya reducida en ese otro sistema esclavista conocido como la Encomienda, la población de origen africano inicia un incesante proceso de mezcla e intercambio, bajo la ignominia de la esclavitud como forma de vida.

      Creo que durante ese período hubo centenares de insurgencias contra la dominación colonial europea, pero sobre todo unas formaciones sociales que derivaban del alejamiento de ésta, de la utilización de la inmensidad territorial para ponerse lejos y a salvo. Estas formaciones recibieron diferentes nombres como cumbes, arrochelamientos y quilombos3. Eran el escape a la dominación colonial y la producción de espacios autosuficientes en libertad. Si hoy no sabemos casi nada sobre la densa red de cumbes que el pueblo cimarrón le levantó a la corona española, es porque las historias son miradas, y la mirada del pueblo no se escribió. El pueblo venezolano es, en una proporción claramente mayoritaria, descendiente de esos espacios, de esas búsquedas de libertad, de una vida distinta a la esclavitud, mucho más que de cualquier otra forma o estructura social de la Colonia.

      Ahora bien, de esos centenares de insurgencias a las que aludo, me voy a referir sólo a dos por la profundidad de su proyecto republicano, y porque es una injusticia que tanto a la insurrección de José Leonardo Chirino en Curimagua, Sierra de San Luis, en el territorio de lo que hoy es el Edo. Falcón, por el año de 1795; y a la que aprendimos en los años escolares como Aconspiración de Gual y España@ en 1797, se los subalternice, se los minusculice, con el piadoso nombre de ARebeliones Pre-independentistas@.

      Eso hace aparecer las cosas como si José Leonardo Chirino, Manuel Gual y José María España hubiesen hecho lo que hicieron teniendo en mente el proyecto de país que el mantuanaje criollo fraguó entre el 19 de abril de 1810, cuando declararon su adhesión a la corona española y organizaron algo tan monárquico como la Junta Restauradora de los Derechos del Rey Fernando VII, y el 5 de julio de 1811, cuando declararon una independencia de la corona española que no cuestionaba el sistema esclavista.

      (Tamaña infamia!

      Ellos, los antes mencionados, no sólo fueron anteriores al 5 de julio de 1811; ellos significaban otra cosa. Las insurgencias que impulsaron partían de la abolición de la esclavitud. Esclavitud que el estamento social que produce al 5 de julio de 1811 ratifica, con el nada valiente método, de ignorarla olímpicamente su Declaración de Independencia. Digámoslo de nuevo. La independencia de los presentes en la sesión solemne del 5 de julio de 1811 era con esclavitud, y el proyecto de República de José Leonardo Chirino, Manuel Gual y José María España, partía del reconocimiento de la igualdad entre los seres humanos y la abolición de la esclavitud. La diferencia no parece ser tan banal como para aceptar que se los haga pre-independentistas de una independencia que ellos, los llamados Apre-independentistas@, no reconocerían como tal por el hecho de admitir la esclavitud. Máxime cuando el proyecto del 5 de julio de 1811 fue tan derrotado como, en su momento, lo fueron los intentos anteriores.

      José  Leonardo Chirino ha tenido la oportunidad de viajar más de una vez a Haití. Conoce el proceso que, antecedido por la rebelión de los esclavizados de 1750 a 1757, se ha reiniciado en 1791, dos años después de la Revolución francesa, y ha tenido con la abolición de la esclavitud en 1793, en proclama de Toussaint Loverture, una abierta manifestación de coincidencia entre independencia, república y libertad de los esclavizados.4

      Cuando se rebela en la hacienda AMacanilla@, en 1795, José Leonardo Chirino es portador de una idea de República muchísimo más cercana a los postulados del actual proceso bolivariano que las monsergas mantuanas sobre las dinastías reconocidas y las no reconocidas. )En el nombre de cuál patriotismo voy a reconocer al 19 de abril de 1810 como Aprimera tentativa de independencia@ y a la insurrección republicana y antiesclavista de José Leonardo Chirino la voy a dejar como pre algo? Si, literalmente, tomo en cuenta a José Leonardo Chirino y al levantamiento de esclavizados contra la corona española que lideró, entonces la cuenta da que estamos en el año 216 de la primera tentativa de independencia republicana no-esclavista.

      El modo en que la historia oficial reduce o ridiculiza a José Leonardo Chirino es dando a entender que su propuesta era la Arepública de los franceses@ y eso es tremendamente importante. El espíritu y la letra de la Declaración de Independencia del 5 de julio de 1811 expresan su horror por los franceses. )A qué franceses se refieren? 

      Es obvio que José Leonardo Chirino se refiere a los que en 1789, tomando La Bastilla y derrocando a la monarquía francesa, lanzaron la consigna de tres palabras que tuvo la virtud de dividir al mundo en dos pedazos: El pedazo del mundo que impulsaba la libertad, la igualdad y la fraternidad; y el pedazo del mundo que sostenía el sometimiento, la desigualdad y el racismo. Cierto es también que los franceses a los que alude la Declaración de Independencia del 5 de julio de 1811son los que, transcurridos más de veinte años desde la Revolución Francesa y conducidos por Napoleón, amenazan con dominar Europa y de ñapa al mundo. El mantuanaje criollo percibe que Napoleón pretende extender Aimperialmente@ los principios republicanos de la Revolución Francesa, pero en todo caso, ese estamento social que produce al 5 de julio de 1811 pertenece al segundo pedazo del mundo de los antes descritos; o sea, los que sostenían el sometimiento de todos los demás estratos sociales a la primacía blanca de Alos amos del Valle@, la desigualdad entre los seres humanos necesaria para concebir algo tan monstruoso como la esclavitud y el racismo suficiente como para mantener ese abyecto sistema a sangre y fuego por los siglos de los siglos.

      La gramática del poder puede ser horrenda. )Cuántas veces se puede asesinar a un cadáver?

      Condenado José Leonardo Chirino por la Real Audiencia el 10 de diciembre de 1796, A...como agente activo del delito de subversión...@5 es ahorcado en la plaza mayor de Caracas. Después es degollado y su cabeza, metida en una jaula de hierro es expuesta en el camino que va hacia los valles de Aragua y Coro. Cortadas sus manos fueron clavadas y expuestas una en Caujarao y la otra en Curimagua.

      Toda aquella carnicería criminal se hacía para desalentar a los rebeldes. Frente a tanto heroísmo )qué sentido tiene el descomunal operativo que se monta para que nos llenemos de fervor patriótico el día en que se cumplieron doscientos años de cuando el mantuanaje caraqueño movió los hilos del poder, que detentaba omnímodamente, para aventar de la Capitanía General a Vicente Emparan, en tanto que representante de Napoleón, con la patriotiquísima consigna de AViva Fernando VII, muera Pepe Botellas@? 6

      La gesta popular de 1797, encabezada por Manuel Gual y José María España, desnuda a la gramática colonial del poder cuando ésta se regodea en las palabras. La historia escolar, que es la versión infantilizada de la historia oficial, la llama Aconspiración@ y al 19 de abril de 1810 lo llama Aprimera tentativa de independencia@. Preguntas obligadas: )Quién está escribiendo esa historia? )Qué hay que ser para ser Aconspiración@ y qué hay que ser para ser Atentativa@? )Quién o quiénes califican los acontecimientos de la historia con palabras tan cargadas de sentido?

      En todo caso esta insurgencia, que se comenzó a estructurar en 1794 bajo el formato de una asociación cultural con fines recreativos, está profundamente ramificada en los diversos estratos de la sociedad colonial y por lo tanto es conocedora de sus contradicciones e intereses. Tiene una significativa presencia y gran influencia de luchadores españoles antimonárquicos y republicanos, presos por orden de la corona en La Guaira, como Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes y Sebastián Andrés. Es tan ambicioso su plan, son tan precisos sus postulados de abolición de la esclavitud y entrega de sus tierras a los indios, son tan significativas sus producciones ideológicas y culturales como Las Ordenanzas, la Alocución a los Habitantes Libres de la América Española, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y las canciones patrióticas La Carmañola Americana y La Canción Americana, que una vez más salta la pregunta sobre cuáles son los postulados patrióticos y revolucionarios que sitúan a esta insurgencia popular por debajo de un día de exaltación de la monarquía y de sumisión al rey Fernando VII, como lo fue el 19 de abril de 1810, y por debajo de una tentativa de independencia esclavista, declarada el 5 de julio de 1811, y concebida por Alos amos del Valle@, la clase social que detentaba el poder real sobre vidas y bienes en aquella sociedad colonial.7

      Traicionado el movimiento el 12 de julio de 1797, cuatro días antes de la fecha decidida para ponerlo en marcha, se desata una violenta represión sobre todos los participantes a quienes la historia colonial que nos enseñaron y siguen enseñando llama Aconjurados@. Manuel Gual y José María España escapan a las Antillas.

      España regresó clandestinamente al país. De Trinidad desembarca en Barcelona desde donde llega a La Guaira. Durante meses de clandestinidad prepara una insurrección de esclavizados hasta que el 29 de abril de 1799 fue detenido en casa de su mujer Joaquina Sánchez. El 6 de mayo de 1799, la Real Audiencia dicta la sentencia de la que extraigo algunos párrafos referidos de nuevo al estudio de la gramática colonial del poder: 

Que precedidas sin la menor dilación las diligencias ordinarias conducentes a su alma, sea sacado de la cárcel, arrastrado a la cola de una bestia de albarda y conducido a la Horca publicándose por voz del pregonero su delito.

Que muerto naturalmente en ella, por mano del verdugo le sea cortada la cabeza y descuartizado; que la cabeza se lleve en una jaula de hierro al puerto de La Guayra, y se ponga en el extremo de una viga de treinta pies que se fijará en el suelo a la entrada de aquel pueblo por la puerta de Caracas; que se ponga en otro igual palo uno de sus cuartos a la entrada del pueblo de Macuto...otro en la vigía de Chacón...otro en el sitio de Quitacalzón, río arriba de La Guayra, y otro en la cumbre donde proyectaba reunir las gentes que se proponía mandar.8 

      El 8 de mayo de 1799 la sentencia es ejecutada. Los hijos de José María España son obligados a contemplar el espectáculo de ver descuartizado a punta de hacha por el verdugo al cadáver degollado de su padre. Todas las familias principales están presentes en la Plaza Mayor de Caracas a la que han sido llevados hasta los escolares para que vean la Aejemplarizante@ administración de justicia.

      )Cuántos de los firmantes del Acta del 5 de julio de 1811 están en la plaza aplaudiendo y vitoreando la ejecución? Para que veamos que la pregunta tiene sentido, la historia recoge el hecho de que en 1808, es el mismísimo Juan Germán Roscio, el redactor de la Declaración de Independencia del 5 de julio de 1811 quien, actuando como Fiscal de la Real Audiencia, le niega a Joaquina Sánchez, esposa de José María España, la petición de permanecer en Caracas y no salir hacia Cumaná, como había resuelto el Rey, tras cumplir los ocho años de presidio a los que fue condenada en 1800.9

      A Manuel Gual también lo alcanza la furia represiva de la corona. El 25 de octubre de 1800, encontrándose en las Antillas, es envenenado por la mano de un agente de las autoridades españolas.

      A quienes el 19 de abril de 1810 recorrieron las calles de Caracas dando vivas a Fernando VII nadie les tocó ni un pelo. Pero a ellos sí les toca celebración bicentenaria y sentida efusión patriótica, mientras que a héroes de la magnitud de José María España y Manuel Gual, la historia oficial los deja en conspiradores pre-independentistas.

      Creo que ratificar esa cronología que hace nacer la lucha por la emancipación el 19 de abril de 1810, y da al 5 de julio de 1811 el título de Día de la Independencia, no sólo es una es una gran mentira esclavista, colonial y eurocéntrica, sino que es también una traición póstuma al heroísmo de todas y todos los que batallaron y dieron sus vidas, desde el Guaicaipuro de 1568, hasta el Francisco de Miranda de 1806, pasando por los héroes y las heroínas que no he mencionado y por los que he destacado como José Leonardo Chirino, Manuel Gual y José María España.

      Creo que se impone una identificación de los intereses en conflicto.

      De 1810 a 1815 se hace evidente una de las mentiras más grandes de la historia oficial: la que hace aparecer a las guerras de Independencia como una confrontación de venezolanos contra españoles cuando, como lo demostró contundentemente Laureano Vallenilla Lanz en su Cesarismo democrático, en su inicio la guerra de la Independencia es una confrontación civil entre dos sectores de la población que vivían en el territorio de la que había sido la Capitanía General de Venezuela. El sector de la población que acepta el proyecto independentista, esclavista y oligárquico del 5 de julio de 1811, y el sector que, por distintas razones y desde distintas perspectivas, lo combate. La complejidad de esta confrontación supera el hecho de las nacionalidades. En su libro El joven Bolívar, Gustavo Pereira nos refiere:  

En el mismo mes de julio, el 11, en medio de aclamaciones a Fernando VII y a la religión católica y mueras a la Independencia, estalla una insurrección en Valencia, pero esta vez liderada por las clases medias o pardos, opuestas a aceptar la hegemonía de Caracas. Tal era la confusión de ideales y banderas que dos venezolanos, Baquero y Hernández Bobserva Parra Pérez- capitanean el bando realista, mientras dos españoles, Lazo y Flores, lo hacen por la causa republicana.10  
 

      He ahí una buena radiografía de la situación. A seis días del 5 de julio de 1811, en Valencia, los pardos se levantan contra sus enemigos los mantuanos. Poco importa dónde se ha nacido. En una sociedad en la cual las jerarquías sociales se construyen a partir de supuestas diferencias raciales entre los seres humanos, parece más importante el color de la piel para definir los bandos. Pareciera que los pardos de Valencia son realistas porque los mantuanos de Caracas han decidido ser independentistas. Cuando los mantuanos eran realistas, los pardos demostraron ser independentistas. A diferencia de Chirino, Gual y España, que se levantaron contra la opresión concreta que la clase dominante ejercía sobre las clases dominadas; los mantuanos, los Agrandes cacaos@, Alos amos del Valle@ se levantaron para enfrentar la amenaza a sus intereses que le representaba Napoleón como expresión de los valores de la Revolución Francesa. Ese súbito patriotismo que les madura a los mantuanos entre el 19 de abril de 1810 (cuando con toda justicia se puede decir que llegaron a ser más realistas que el Rey) y el 5 de julio de 1811, cuando declaran su independencia mas no la de los esclavizados, es un patriotismo calculador y avaricioso que está considerando la pertinencia de aprovechar la coyuntura de la invasión napoleónica a España, lo que les exime, como lo repiten hasta el hartazgo en su declaración de independencia, del compromiso de fidelidad a un Rey que no es el que ellos reconocen, para así quitarse de encima los impuestos para la corona española por el cacao y el añil que extraen del trabajo de sus esclavizados. Y se ganan el derecho a comerciar con Holanda e Inglaterra abiertamente y no bajo el sólido, profusamente ramificado y eficaz sistema de contrabando con comerciantes de esos países, basado en la cercanía de las islas de Aruba, Bonaire y Curazao, que había sido necesario montar para evadir el pago de impuestos.

      La que se conoce como Primera República, nacida el 5 de julio de 1811, dura un año y veinte días. El 25 de julio de 1812 se produce la Capitulación de San Mateo mediante la cual Miranda, jefe del ejército independentista, rinde sus armas en forma negociada ante Domingo Monteverde, jefe del ejército realista. Los intrincados sucesos que desencadena esta capitulación, de la que Miranda termina preso por la corona española para morir cuatro años después en la cárcel gaditana de La Carraca, es muy difícil resumirlos. Lo que sí es pertinente aclarar es que durante ese año y veinte días es inequívoco el apoyo popular a los realistas. )Serán los intereses de clase los que privan? )Será que sin haber podido leer el libro rojo de Mao Tse Tung, el pueblo recita eso de que ADebemos apoyar todo lo que el enemigo ataque y atacar todo lo que el enemigo apoye@? El enemigo del pueblo dominado es el dominador y los dominadores son...(los independentistas!

      Muy complejo sería el asunto porque de lo contrario no nos podríamos explicar el año de 1813 y la que aprendimos en la escuela como la Campaña Admirable. Si he retardado la mención de Simón Bolívar hasta este momento es porque, como lo he dicho, este material pretende poner de relieve las contradicciones que nos aclaren de dónde venimos para tratar de averiguar por dónde vamos.

      Bolívar no está en el 19 de abril de 1810, aunque ahora algunos lo quieran meter de contrabando. La que podría considerarse su primera tarea independentista, y también su primera transgresión a lo que se le manda, ocurre dos meses más tarde, a comienzos de junio de ese año de 1810, cuando junto a Luis López Méndez y Andrés Bello parte a la Gran Bretaña en busca del apoyo de la corona inglesa para el incipiente proyecto independentista de los mantuanos.11 Tan incipiente es que la palabra independencia no se dice todavía. Como sabe que Miranda se encuentra viviendo en Londres, Juan Germán Roscio, quien es el jefe político, les prohíbe hablar con él, a quien odia por su mentalidad igualitaria y republicana. Eso es lo primero que Bolívar hace: desobedecer. Al llegar a Inglaterra busca a Miranda y lo convence de que regrese a Venezuela a ponerse al frente de las fuerzas que se están levantando en respuesta a la invasión napoleónica del trono de Madrid, con escasa claridad de rumbo y falta casi absoluta de experiencia militar, a pesar de ser las mismas fuerzas que, un lustro antes, en sus intentos de desembarco de 1806, por poco lo despellejan vivo si lo hubieran logrado atrapar, haciéndole escapar a toda vela y desistir de su intento.  

      Miranda regresa a Venezuela en diciembre de 1810. Enfrentando la animadversión mantuana que no lo traga, participa como diputado por El Pao en el Congreso de julio de 1811, firma el Acta de la Independencia y un año escaso después es encargado de la conducción de las fuerzas independentistas para enfrentar la arremetida del jefe realista Domingo de Monteverde quien ha salido desde Coro con el objetivo de derrotar a la República declarada el 5 de julio de 1811.

      La pérdida de la plaza de Puerto Cabello el 30 de junio de 1812, defendida por Simón Bolívar, es la última y letal derrota militar que las fuerzas realistas dirigidas por Monteverde le infligen a las fuerzas independentistas conducidas por Miranda. Ya previamente, el jefe realista Eusebio Antoñanzas ha conducido victoriosamente una campaña en los llanos de lo que hoy es Guárico, con victorias en Calabozo y San Juan de Los Morros que bloquean a Caracas por el Sur.

      Pero si en un suceso se avizora lo que está por venir y se adivina la inmensa fuerza que posee la indignación de los esclavizados, es en la insurgencia barloventeña. Los datos que siguen son extraídos de un libro fundamental para la comprensión de nuestra historia. Un libro que todavía no ha tenido el reconocimiento que se merece por estremecer en su base el estoraque de mentiras con que la historia oficial, que se esquematiza para ser la historia escolar, teje su velo de falsedad perpetua para que nunca podamos entender qué fue lo que nos pasó y por qué somos como somos. Historia de la rebelión popular de 1814 de Juan Uslar Pietri, hermano de Arturo, será de aquí en adelante intensamente citado. Como antecedente de lo que ocurrirá en 1814, Juan Uslar Pietri nos refiere cómo la insurgencia barloventeña de 1812 define la caída de la llamada Primera República.

      En toda la región de Barlovento, una insurrección de esclavizados levanta las banderas del rey Fernando VII, haciendo jaque sobre Caracas. Cuando el levantamiento de esclavizados llega a Guatire tiene una fuerza descomunal y una ideología sencilla y demoledora: si eres el blanco eres el malo, y estás condenado a muerte.

      Esta amenaza de insurrección a la haitiana es lo que concentra al atemorizado estamento blanco de Caracas, independentistas y realistas, en la mansión del jefe independentista Marqués de Casa-León, quien esa misma madrugada encabeza la comisión que se encamina velozmente a La Victoria para exigirle a Miranda que arregle una capitulación con Monteverde que detenga el degüello de blancos a manos de los esclavizados negros y pardos que,  después de haber pasado por Naiguatá, entró a La Guaira,  y de Guatire llegó a Los Dos Caminos.

      Conocida la existencia de una Capitulación, el gobernador de Caracas, de apellido Quero, envía al cura de Antímano, don Pedro Echezuría, a detener el avance de los ex-esclavizados. Si bien logra contenerlos, no logra convencerlos de que regresen a sus poblados.12

      Miranda concertó con Monteverde una Capitulación que tiene lugar el 25 de julio de 1812 en San Mateo (hoy Edo. Aragua).

      Bolívar califica como traición la mencionada capitulación. Casi un año más tarde, el 8 de abril de 1813, fecha en Cúcuta una carta al Secretario de Estado de la Unión (neo granadina) en la que se refiere a esa Capitulación en los siguientes términos: 

 APorque es preciso convenir que las capitulaciones vergonzosas de Miranda, no fueron la obra de Monteverde, sino de las circunstancias, y de la cobardía del general del ejército de Venezuela.@13  

      Miranda regresa a Caracas y marcha a La Guaira con la intención de embarcar y salir de Venezuela. En su libro El joven Bolívar, Gustavo Pereira destaca la información extraída de una carta del jefe realista Domingo de Monteverde a su comando en la que dice:  

En el momento que pisé esta ciudad (se refiere a Caracas) di las órdenes más perentorias para la detención de aquellos en La Guaira; pero afortunadamente cuando llegaron, aunque dirigidas con la mayor rapidez, ya Casas con el consejo de Peña y por medio de Bolívar había puesto en prisiones a Miranda y asegurado a todos los colegas que se encontraban allí...14  

      Casas había sido nombrado por Miranda comandante militar de La Guaira y es quien cumple con el trámite de entregar al lugarteniente de Monteverde, Francisco Javier Cervériz, al inventor del país que se haría de una historia común, al formulador de Colombia, al Generalísimo Don Francisco de Miranda.

      Quién sabe si, ya preso en La Carraca, Miranda crea que los mantuanos por quienes fue humillado y sometido a escarnio durante toda su vida, y quienes no le perdonaron nunca el halo de leyenda heroica que él se ganó a pulso, le tendieron una trampa para sacarlo del juego.

      Desde agosto de 1812 hasta agosto de 1813, cuando entra triunfante a Caracas investido con el título de Libertador que le confirió el pueblo de Mérida cuando pasó por allí, el 23 de mayo de 1813 en la Campaña Admirable, Bolívar vive un año que da para muchas páginas. Para el 8 de enero de 1813, cuando toma la población de Ocaña ya ha realizado la campaña del río Magdalena, liberando a éste para la comunicación entre Santa Fé de Bogotá y Cartagena de Indias tomando, en certeras acciones militares, los puestos fortificados de Plato, Zambrano, Mompóx, Guamal, Banco, Chiriguaná, Tamalameque y Tenerife.15 Le ha dado tiempo además para escribir, fechada en Cartagena de Indias el 15 de diciembre de 1812, la carta titulada AMemoria dirigida a los Ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño@16 en la que analiza las causas de la derrota de la causa independentista en Venezuela y señala las razones por las cuales no es posible plantearse la independencia en un solo país. Bajo su fulgurante accionar militar, en la retoma del río Magdalena, está el deseo de garantizar el apoyo del Congreso de la Nueva Granada para la campaña militar que tome revancha de la derrota que da al traste con la Primera República y se plantee su reinstalación. Obteniendo casi a cuenta gotas este apoyo del Congreso de la Nueva Granada para avanzar sobre Venezuela, Bolívar realiza verdaderos prodigios militares para estar y aceptar en La Victoria, el 4 de agosto de 1813, la capitulación que le pide el gobierno realista, lo que le permite entrar dos días después, el seis de agosto de 1813, a una Caracas que lo recibe como el Libertador. 

      Tres días antes, el tres de agosto de 1813, el general Santiago Mariño ha triunfado en Cumaná sobre los realistas en la culminación de la llamada Campaña de Oriente que, con la excepción de Guayana, ha dejado en poder de las fuerzas independentistas lo que hoy son los estados de Sucre, Nueva Esparta, Monagas y Anzoátegui.

      Ambos éxitos militares en agosto de 1813 fechan ahí el inicio de la Segunda República.

      )Quién puede explicar la efímera vida de la Primera República y la vertiginosa consecución de la Segunda?

      )Qué sentido tiene que Bolívar se entregue en cuerpo y alma a la causa de la Nueva Granada, buscando el apoyo de ésta para liberar a Venezuela con una fuerza que no consigue tener internamente? Esa condición de países distintos, Nueva Granada y Venezuela, )a qué intereses responde?

      )Qué nos dice el hecho de que, desde su cuartel general establecido en Güiria, el general Santiago Mariño fechaba sus comunicaciones con el lema de AEl año I de la Independencia Colombiana@?17

      )Cuán viva está la herencia política de Miranda? )Quién la defiende y representa en esa pléyade de guerreros conformada por Simón Bolívar, José Félix Ribas, Atanasio Girardot, Rafael Urdaneta, que están en la Campaña Admirable (que viene siendo la Campaña de Occidente) y Santiago Mariño, Manuel Piar, José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi y José Francisco Azcue que están en la también victoriosa Campaña de Oriente? )Cómo está el apoyo popular a la causa de la independencia? Las contundentes victorias militares de ese año de 1813 )evidencian un cambio de actitud en el pueblo pardo que hasta entonces ha apoyado la causa realista?

      La historia nos va a contestar concluyentemente al año siguiente.

      Juan Uslar Pietri titula su libro Historia de la rebelión popular de 1814 pero 1814 es, escolarmente hablando, el año de ALa emigración a Oriente@. No parece ni necesario ni bueno, a los artífices de los textos de la historia oficial, el dar a entender cuáles son las causas que explican esa Aemigración@ que encubre honrosamente la noción de huida. El que emigra no es necesariamente un perseguido, el que huye sí. Y Bolívar, quien hace menos de un año ha sido proclamado el Libertador, está huyendo. )Quién, cómo y por qué, levanta una fuerza y una leyenda tan descomunal que a menos de un año de su entrada triunfal en Caracas, Bolívar ahora es expulsado so pena de perder la vida?

      Bolívar, en julio de 1814, conduce el aparatoso escape a toda prisa de la crema de la sociedad caraqueña, y de la mayoría de los blancos que habitaban en la capital quienes huyenY )de quién?, )de quiénes?

      Se podría decir que de su propia historia.

      Huyen de las niñas que desfloraron los amos en las haciendas, protegidos éstos por el Aderecho de pernada@; el derecho oficial, legal, a desflorar a las esclavizadas núbiles. Huyen de los latigazos, huyen de los cepos. Huyen de las Anegritas pagapeos@, puestas por las mantuanas para llevar los coscorronazos de las flatulencias que ellas, las mantuanas, se echaran cuando estaban en la misa de la catedral.

      Huyen del ejército de esclavizados y explotados que reclutó y lideró el español asturiano José Tomás Boves, quien con el infalible argumento de Hatuey, produce el ejército popular más grande, contundente y militarmente exitoso que se recuerde en Venezuela. 

      Cuenta la historia que al ser conminado a convertirse al cristianismo el cacique Hatuey, taíno, jefe de la resistencia indígena del siglo XVI en lo que hoy es Cuba, el fraile que le presenta el crucifijo le advierte que aunque la conversión no lo salvaría de la muerte que estaba sentenciada, por lo menos lo salvaría del infierno y lo llevaría al cielo; Hatuey, intrigado por aquella disyuntiva que se le presenta mientras oye crepitar las llamas de la hoguera que lo devorará, le pregunta al fraile que a dónde van los españoles cuando se mueren. - Al cielo- responde el fraile. Confirmado en su sospecha, Hatuey concluye: -Entonces yo quiero ir al infierno-.

      Un resorte similar es el que activa ese español asturiano, blanco de orilla, catire bachaco, trabajador, pulpero, comerciante de ganado, acusado y preso por contrabandista, humillado hasta más no poder por la sociedad mantuana, quien desarrolla eso que ahora los asesores electorales llaman Auna excepcional conexión con el pueblo pardo@, con el que convive y trata constantemente, y sobre el que levanta un liderazgo que, por su magnitud, extensión y profundidad, carecía de precedentes.

      Tal parece que Boves les hubiese dicho, en una imaginaria asamblea general de esclavizados y pardos sometidos y humillados, que sus amos, sus dominadores, quienes ejercían contra ellos toda suerte de ruindades e ignominias en forma sistemática y cotidiana, quienes disfrutaron por siglos de un poder total y absoluto que los oprimía, habían decidido independizarse del Rey, y les hubiera preguntado qué querían ser ellos.

      No necesitaron mucho tiempo para resolver que, si quienes representaban a la maldad, a lo peor que se puede ser en esta vida, a trescientos años de esclavitud, eran independentistas; entonces a ellos no les quedaría más remedio que ser realistas.

      Y procedieron a diezmar a su enemigo histórico, a su enemigo de clase, a quienes recibían directamente la cuenta de trescientos años de horror continuado, agravado y ascendente en el nombre de Dios Todopoderoso y de la Santa Madre Iglesia, por los siglos de los siglos de los siglos, Amén.

      Eso no lo dice para nada la historia oficial.

      Bolívar y quienes van con él son los buenos. Boves y quienes van con él son los malos. Ese es un buen resumen para niños de lo que aprendimos en la historia oficial.

      Así, en vez de tener ese espacio histórico iluminado por las contradicciones sociales y de clase, iluminado por esa indignación que sólo puede generar un sistema esclavista, iluminado lo suficientemente como para entender que esa independencia del 5 de julio 1811, de la que supuestamente nos debemos sentir muy orgullosos según la abrumadora campaña de propaganda del Bicentenario, hubiese sido de las injusticias la mayor, el colmo de los colmos, un proyecto de país independiente pero con esclavizados, justo como los florecientes Estados Unidos del Norte. Pretender que ese imaginario de país es algo que pueda suscitar orgullo patrio es algo bastante reaccionario.

      Cuando digo que el Bicentenario es un operativo político-epistemológico neocolonial me refiero a lo tremendamente eficaz que es en la generación de Asentidos comunes@ o Amatrices de comprensión básica@. Si los independentistas son los buenos y los realistas los malos, no importa que los independentistas se hayan pasado trescientos años destrozando las vidas de sus esclavizados y de la población a la que de distintos modos explotaban. Como nos pusimos muy orgullosos y felices cuando los independentistas, o sea los dominadores, los opresores, los explotadores, cumplieron doscientos años de la declaración de su independencia pero no de la de los esclavizados, lo lógico es que en el 2014, cuando se cumplan doscientos años de la más grande rebelión popular de nuestra historia en contra del sistema esclavista y de quienes lo detentaban en su provecho, la lamentemos, pues esa rebelión no sólo derrotó militarmente a la Segunda República liderada por Simón Bolívar, sino que aplastó al proyecto político de la oligarquía mantuana de Venezuela expresado el 5 de julio de 1811. 

      Creo que la historia oficial quiere que agarremos esta rebelión popular que sigue vibrando, cuyo eco sigue resonando en algún lugar del alma colectiva, que hace que el pueblo de Venezuela no diga jamás Asu merced@, que no conteste jamás A)mande?@, que seamos igualados, parejeros, cimarrones, altivos; y la guardemos en un profundo sótano, como si fuese un fantasma del que hubiera que tener vergüenza.

      Boves encuentra la muerte triunfando en la Batalla de Urica el 5 de diciembre de 1814. Cuando cae deja a su ejército, que porta las banderas del Rey, en poder de toda la que vuelve a ser Capitanía General de Venezuela.

      A pesar de que, gracias a esa extraordinaria rebelión popular, la corona española es nuevamente quien tiene la sartén por el mango, la expedición realista que comanda el general Pablo Morillo al mando de once mil soldados bien apertrechados, representando ahora sí por vez primera a España y al ejército español como ente claramente diferenciado, tiene como primer objetivo militar el desarmar y disolver al ejército de esclavizados y pardos explotados que José Tomás Boves levantó. Sin el líder que los había cohesionado, aquella fuerza descomunal se disuelve temporalmente en Los Llanos. Un atento José Antonio Páez se propuso reunificar aquel ejército con los métodos del taita caído, cosa ésta que al final logró.

      Casi dos años más tarde, cuando desembarca en Carúpano en junio de 1816, en la primera de las varias incursiones que hará con el apoyo de la República de Haití y de su presidente Alexandre Pétion, Bolívar proclama la libertad de los esclavizados. (Los esclavizados entran en el vocabulario independentista! La independencia comienza a equivaler a abolición de la esclavitud. Ese no era para nada el proyecto expresado en la Declaración de Independencia del 5 de julio de 1811. Los que pretenden que hay una continuidad histórica, sin quiebres ni rupturas, parecieran creer que es igual una República con esclavitud que sin ella.

      Bolívar, siguiendo las fechas de sus cartas, está en Caracas el 26 de junio de 1814 y el 4 de septiembre de 1814 en Carúpano. Entre estas dos fechas ha ocurrido la llamada AEmigración a Oriente@ y por la segunda fecha tenemos que él se queda en el oriente venezolano. La siguiente carta es en Ocaña, andes neogranadinos, el 27 de octubre de 1814. En menos de dos meses va desde el extremo oriente venezolano hasta el interior montañoso de la Nueva Granada. En Campo de Techo el 8 de diciembre de 1814. Hasta el 23 de enero de 1815 en Santa Fe de Bogotá. De ahí hasta el 8 de mayo de 1815 en el Cuartel General de la Popa cuando, dirigiéndose a Su Excelencia el Señor Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada le dice que renuncia  A...el mando del ejército, cuya dirección me había confiado el Gobierno General@  y que se aleja.18 Es una carta sumamente extraña, llamo a su atenta lectura. Once días más tarde, el 19 de mayo de 1815, fecha una carta en Kingston, Jamaica, que por aquellos días era colonia de la corona inglesa. La archifamosa Carta de Jamaica es fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815, pero la que yo quiero citar es otra, también en Kingston y dirigida al Señor Redactor o Editor de la Gaceta Real de Jamaica, de fecha incierta de ese mismo mes de septiembre de 1815, en la que Bolívar dice qué pasó en 1814 y cómo en adelante iba a dejar de pasar lo que, hasta entonces, había pasado:  
 

Los jefes españoles de Venezuela, Boves, Morales, Rosete, Calzada y otros, siguiendo el ejemplo de Santo Domingo, sin conocer las verdaderas causas de aquella revolución, se esforzaron en sublevar toda la gente de color, inclusive los esclavos, contra los blancos criollos para establecer un sistema de desolación bajo las banderas de Fernando VII. Todos fueron instados al pillaje, al asesinato de los blancos; les ofrecieron sus empleos y propiedades; los fascinaron con doctrinas supersticiosas a favor del partido español, y, a pesar de incentivos tan vehementes, aquellos incendiarios se vieron obligados a recurrir a la fuerza, estableciendo el principio, que los que no sirven en las armas del rey son traidores o desertores; y, en consecuencia, cuantos no se hallaban alistados en sus bandas de asesinos, eran sacrificados, ellos, sus mujeres, hijos y hasta las poblaciones enteras: porque a todos obligaban a seguir las banderas del Rey.(...)  

Después de haber experimentado los españoles, en Venezuela, reveses multiplicados y terribles, lograron, por fin, reconquistarla. El ejército del general Morillo viene a reforzarlos y completa la subyugación de aquél país; parecía, pues, que el partido de los independientes era desesperado, como en efecto lo estaba; pero, por un suceso bien singular se ha visto que los mismos soldados libertos y esclavos que tanto contribuyeron, aunque por la fuerza, al triunfo de los realistas, se han vuelto al partido de los independientes, que no habían ofrecido la libertad absoluta, como lo hicieron las guerrillas españolas. Los actuales defensores de la independencia son los mismos partidarios de Boves, ya con los blancos criollos, que jamás han abandonado esta noble causa. 19 

      Una lectura más informada de aquél momento es la que hace Juan Uslar Pietri en su citada obra cuando nos dice:  

La llegada de Morillo, lejos de haber sido una calamidad para Venezuela fue más bien un beneficio. La Independencia se apresuró. Colocáronse de nuevo frente a frente dos enemigos, dos países, dos nacionalidades. La rebelión se disolvió después de Urica falta de guía y de fines. Entonces la patria se apropió de las banderas insurreccionales y democráticas de Boves para hacer la guerra contra España y lograr de esta manera su libertad.20  

  O sea que la lección haitiana es aprendida a plenitud. No hay independencia sin pueblo y para que haya pueblo el proyecto no puede basarse en la esclavitud, la desigualdad y el racismo.

      Cuando planteo la existencia de momentos de ruptura con una trayectoria anterior me refiero a esto. Que nadie me quiera hacer creer que ése era el espíritu del 5 de julio de 1811. Esos momentos de ruptura no son sólo de los procesos, también lo son de las personas que los impulsan. Todos los biógrafos de Bolívar reconocen en él un proceso de cambio que se ubica entre 1815, durante su retiro antillano en el que recibe el influjo de la revolución haitiana de la mano de uno de sus mentores fundamentales y primer presidente de la República de Haití, Alexandre Petión, y 1819. 

      El Bolívar que propone en febrero de 1819 un país para ser distintos, para ser como no se es en ninguna otra parte, porque en ninguna otra parte se es mezcla de la manera que se es mezcla en estas tierras, es un Bolívar que ha decantado ideas, que ha profundizado conceptos, que se ha lanzado a unos horizontes con los que antes sólo se había atrevido a soñar. Hay, sobre todo, un cambio trascendental en la estrategia de la guerra. Esta ya no se hace en el nombre de Venezuela o de Nueva Granada, sino en el nombre de Colombia.

      Creo que es muy necesario puntualizar aquí que la victoria sobre el imperio español para la consecución de la independencia no se da en el nombre de Venezuela, ni de Nueva Granada, ni de Quito, o Ecuador, sino en el nombre de un proyecto de país nacido de la visión geopolítica de Miranda y de la aplicación concreta que resuelve Bolívar, cuando lo propone en febrero de 1819 durante la apertura del Congreso de Angostura. Ese proyecto de país que no sabe de qué tamaño es, porque es del tamaño de una historia común, tiene un nombre profundamente colonial y eurocéntrico, como lo eran por historia y formación las mentalidades de Miranda y Bolívar: Colombia. En homenaje a Cristóbal Colón, el primer invasor. El primero que dijo aquello de AEn el nombre de Don Fernando y doña Isabel, tomo posesión de estas tierras...@

      Eso, para los pueblos de Venezuela y Ecuador, es problemático porque es mencionar el nombre de un país que hoy existe y que se llama así, pero que no es el país ni la patria que Bolívar formuló. Pronto habrá que retomar este cabo, para explicar cuándo, cómo y por qué apareció ese país, que jamás existió, llamado AGran Colombia@. Por ahora lo que debe quedar claro es que, desde su derrota y aniquilamiento en diciembre de 1814, el imaginario, el significado, el sentido del 5 de julio de 1811 sólo se reinstaló en septiembre de 1830, cuando José Antonio Páez , cumpliendo su parte en el compromiso a tres (los otros dos son Francisco de Paula Santander y Juan José Flóres) de sepultar a Bolívar junto a su proyecto histórico, vuelve a echar mano del proyecto Venezuela justamente para consumar la traición que estaba implicada en la división de Colombia.

      Se había iniciado un siglo de repartos territoriales cuyos primeros pedazos se llaman Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Colombia era la locura de un loco cuyo fallecimiento en Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830, motivó celebraciones en las que se brindaba por su reciente muerte, y en las que más de uno diría aquello de que Amuerto el perro, se acabó la rabia@. Ninguno de los tres países nacidos de su gesta se llamó Colombia, del mismo modo que nadie decía, en 1831, que Bolívar era el Padre de la Patria.

      En agosto de 1819, ese proyecto de país, bosquejado en febrero de ese año en Angostura por Bolívar, y cuyo ejército conduce, es el que asesta un golpe letal al imperio español en la batalla de Boyacá, a muy poca distancia de la capital del Virreinato, Santa Fe de Bogotá. Para hacerlo, para sorprender al ejército realista por donde menos se lo esperaba, Bolívar y su ejército de llaneros descamisados que antes estaban al lado de Boves, realizan el legendario Paso de Los Andes.

      Comienza entonces la victoria. El 24 de junio de 1821 ésta se llama Carabobo, y significa la derrota del ejército español en el territorio de lo que antes era la Capitanía General de Venezuela y ahora es el Departamento de Venezuela de la victoriosa República de Colombia. Desde esa nueva perspectiva, Bolívar mira a los bastiones realistas que quedan en el continente, y en vez de dormirse en los laureles de unos triunfos inimaginables, se lanza a la Campaña del Sur. El 24 de mayo de 1822, derrota en la batalla de Pichincha al ejército realista y libera a un Quito que se vuelve el Departamento Ecuador de la victoriosa República de Colombia. Sin detenerse, el Ejército Libertador triunfa en la batalla de Junín el 6 de agosto de 1824, rematando cuatro meses más tarde, en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de ese año de 1824, la liberación del Virreinato del Perú, del que salen la República de Bolivia y la República del Perú. 

      Ese vendaval de victorias es el resultado de un motor político que levanta un imaginario desconocedor de límites. Cuando Bolívar regresa a Caracas procedente de la Campaña del Sur, en enero de 1827, cargado de victorias y con un recién fundado país que invoca su nombre, en vez del disfrute del más merecido descanso, les plantea a Sucre y a Páez la organización de una armada para ir a liberar a Cuba y Puerto Rico, refugio de las tropas realistas derrotadas en los virreinatos del Perú y de la Nueva Granada. De ese tamaño era la Colombia de Bolívar.

      Para 1827, Páez tiene un año conspirando contra la unidad de Colombia, pues fue el 30 de abril 1826, cuando en los primitivos laboratorios de Aguerra sucia@ se inició el movimiento separatista conocido como ALa Cosiata@.

      Creo, mas no tengo cómo probar todavía, que el consulado de los Estados Unidos de Norteamérica está metido en ALa Cosiata@ hasta las cejas. No me queda duda que a los Estados Unidos de Norteamérica no les gustaba ni un país del tamaño de un continente, con costas sobre los dos océanos, ni un Bolívar que no quería que ellos, los norteamericanos, asistiesen al Congreso Anfictiónico de Panamá, y a quienes les pilló la doctrina de presuntos y autonombrados adalides de la libertad que a ellos les convenga, desde antes que ellos, los gobernantes estadounidenses, la verbalizaran entera.

      Bolívar es el bastión de la posición anti-Estados Unidos en toda Hispanoamérica, desde que en 1823, el presidente James Monroe dijo aquello de AAmérica para los americanos@, dando a entender a Europa que no se metiera en el que, desde entonces consideraban como su patio trasero, a pesar de que para ese año eran un pequeño país adosado a la costa atlántica de América del Norte.

      En septiembre de 1830, como resultado de una Asamblea Constituyente en la que sólo pueden participar los propietarios y rentistas, se reinaugura de nuevo al proyecto Venezuela para darle curso a la extinción de la República de Colombia. El primer presidente de aquella república excluyente, que execra, que impide la participación al pueblo pobre y oprimido, pero a la que, tal como vamos, no le faltará su celebración bicentenaria, es José Antonio Páez.

      Páez ha sido antecedido por Juan José Flores, quien recibe el mando de un grupo de notables oligarcas que, reunido en Quito el 13 de mayo de 1830, deciden organizar el nuevo país, llamado Ecuador, como Estado independiente.

      Francisco de Paula Santander en su exilio europeo esperará al 20 de octubre de 1831 para formalizar la separación de la República de Colombia en la Convención Granadina de la que el 29 de febrero de 1832 saldrá la República de la Nueva Granada

      Se consuma así el primero de los muchos repartos, )o despojos?, que vivirá el territorio arrancado por Bolívar y el Ejército Libertador al imperio español.

      Tres décadas pasa Venezuela llamándose Venezuela, Nueva Granada llamándose Nueva Granada  y Ecuador llamándose Ecuador. Para ese período que va de 1830 a 1860, ya se han llevado a cabo infinidad de repartos. Como no hubo la unión a la que Bolívar llamaba desde su lecho de muerte, vino ese devorarse unos a otros sin más ideología que el apetito de poder, de hectáreas y de riquezas.

      En el período que va de 1859 a 1863, que en Venezuela coincide con el asesinato de Ezequiel Zamora en 1860, en el medio de las llamadas Guerras Federales, en la Nueva Granada se producen cambios cuya repercusión podremos notar, sobre todo en Venezuela pero también en Ecuador, años después. El general Tomás Cipriano Mosquera realiza acciones militares que pudieran considerarse contradictorias por decir lo menos. En 1859 funda la República del Cauca, en abierta secesión a la Confederación Granadina, pero un poco más tarde, en julio de 1861, tras asaltar el poder en Bogotá, declara la República provisional de los Estados Unidos de la Nueva Granada. En 1863, durante la Convención Nacional Constituyente celebrada en Rionegro (Antioquia) cambia esta vez el nombre por el de Estados Unidos de Colombia.  

      )Qué motivaría a los constituyentistas de Rionegro a resucitar la idea de Colombia? )Cuál súbito bolivarianismo los embargó?

      Esa decisión, en su momento, fue protestada por los congresos de Ecuador y Venezuela por considerar este hecho una usurpación unilateral del patrimonio histórico común.

      En agosto de 1886, la constitución anti-federalista que insurge cambia el nombre una vez más por el que tiene actualmente de República de Colombia.

      Es por estos tiempos cuando se da el nacimiento de una invención que permite urdir la maniobra. La Nueva Granada se puede llamar Colombia porque, supuestamente, la que Bolívar forjó fue la AGran Colombia@. Esta falsedad, de muy reciente factura, hubiese sido un pleonasmo. La Colombia de Bolívar, no la actual, era tan grande en sí misma que no necesitaba de adjetivo. La noción AGran Colombia@ hace su aparición en la historia por esos años, para facilitar o viabilizar esa especie de usurpación particular de un patrimonio histórico común, como fue el hecho de que una República, la de la Nueva Granada, asumiera el nombre que antaño le había pertenecido tanto a Ecuador como a Venezuela. Eso, que podría parecer una fruslería, no lo fue. No lo es.

      Eso es algo que está enajenando el proyecto bolivariano al capturar su nombre. Colombia ya no es el proyecto de país que soñaron Miranda y Bolívar, pues Colombia es la República de al lado. El sueño bolivariano de un país hecho de una historia común continúa vigente, pero ahora ya no tiene nombre. Hay que encontrárselo entre todos.

      El 16 de marzo de 1891, el laudo dictado por María Cristina, reina regente de España, despoja a Venezuela en favor de Colombia de la margen izquierda del Orinoco y de la península de la Goajira hasta Castilletes. Ese parece ser el fervor bolivariano que ha guiado a los estadistas neogranadinos para recuperar unilateralmente el nombre de Colombia.

      De 1830 a 1899, en lo que a Venezuela se refiere, salvo el paréntesis de 1859 a 1863 correspondiente a la Guerra Federal y a la figura y significación de Ezequiel Zamora, una de las tres raíces del proceso bolivariano, no sólo no hay mucho que destacar sino lo que es peor: no provoca. Es demasiado triste. Sin el proyecto colectivo de ese país procedente de una historia común, que potenció a un pueblo para la epopeya de la independencia, lo que quedó fue francamente miserable. Fueron casi siete décadas de montoneras sangrientas en las que el pueblo pobre ponía los muertos y los oligarcas de siempre agrandaban sus haciendas.

      Por esos años del laudo arrebatador de 1891, los presidentes venezolanos tenían más prosapia y boato que dignidad. En la dramaturgia de José Ignacio Cabrujas está esa referencia memorable al hecho de que alguno de esos presidentes, cuyos nombres no se recuerdan de puro intrascendentes, a diferencia del de Cipriano Castro al que sí recordamos, cuando llegaba a los burdeles finiseculares que se construyeron al sur del río Guaire, en un lugar que, a lo mejor por eso se comenzaba a llamar AEl Paraíso@, la banda de música que amenizaba y hacía bailable el sitio, suspendía lo que estuviese tocando para entonar las gloriosas notas del Himno Nacional.

      Fue en ese estado de fortaleza ideológica y moral cuando, en los albores del siglo XX, nos llegaron a un tiempo la dictadura de Juan Vicente Gómez y el petróleo.

      Imaginar a la marina de guerra norteamericana abriendo, durante el inicio de la década de los años treinta del siglo XX, la primera versión del canal de navegación del Lago de Maracaibo, para garantizar el acceso de los buques tanqueros a los campos de explotación, tanto en tierra como en el cuerpo de agua del Lago, y sus respectivos puertos de embarque, es una síntesis paradigmática de los criterios y valores que estábamos desarrollando a cuenta de que teníamos petróleo. 

      Teníamos un cuerpo de agua único en el mundo, pues teníamos a un inmenso lago que, siendo lago por la cualidad mayoritariamente dulce de sus aguas, que vienen por un lado de los ríos de los Andes y por el otro de los ríos de la sierra de Perijá, éstas tenían un contacto  superficial con el Mar Caribe en el Golfo de Venezuela, lo que les daba en la Bahía de El Tablazo, un porcentaje variable de salinidad que para principios del siglo XX no le impedía a la ciudad de Maracaibo tomar agua para beber de sus riveras lacustres, ni qué decir de Santa Rita, y Cabimas, que fueron las primeras poblaciones en protestar la contaminación hidrocarburífera en las aguas que habían bebido ancestralmente.

      Pero no había nada que hacer. Si se tenía petróleo, algo de un valor que Occidente consideraba estratégico, la única conducta inteligente que se podía seguir era explotar el petróleo, no importa que se degradase un descomunal cuerpo de agua dulce. En los años treinta, la cultura occidental creía que el agua dulce era algo infinitamente abundante y por lo tanto carente de valor.

      Así  lo hicimos. Le clavamos al Lago de Maracaibo la mortal puñalada de agua salada que, proveniente del mar Caribe, le entra a través del canal de navegación; y tenemos casi un siglo sacando petróleo de su seno y de sus riberas, tanto es así, que el suelo de la Costa Oriental sufre el efecto de la subsidencia, que es ese lento pero constante hundirse sobre sí mismo.

      El cuerpo de agua está en acelerado proceso de eutroficación, que es una elevación desproporcionada de nutrientes (básicamente nitrógeno y fósforo) en suspensión, y es la entrada del agua salada por el canal de navegación y los graves desequilibrios que se derivan de la estratificación de la columna de agua por diferencia de densidades entre el agua dulce y el agua salada, el factor no único pero sí máximo, responsable en más de un 80 %, de este gravísimo proceso de eutroficación que puede acabar con la vida del lago.

      Tenemos entonces que si para sacar petróleo hay que asesinar, no sólo el mar dulce que representa el Lago de Maracaibo, sino toda el agua dulce de su inmensa cuenca, la que en el momento en que llega al Lago se saliniza y en muchos sentidos se pierde, eso se hace. Esa es la seriedad y la contundencia de la mirada minero-extractiva. El petróleo manda.

      Las consecuencias de la explotación petrolera en Venezuela motivaron inspiradas páginas de ese texto clásico de Eduardo Galeano que el presidente Chávez le regaló al presidente Obama: Las venas abiertas de América Latina.

      Es probable que la explotación petrolera haya producido mucha riqueza pero, ciertamente, esa riqueza no se realizó en el territorio venezolano. Aquí como lo denunció para siempre nuestro padre cantautor Alí Primera, AYsólo nos van dejando miseria y sudor de obrerosY@ y uno podría añadir, y mentalidad rentista. Mentalidad de Amás vale jalar bolas a la sombra que jalar escardilla al sol@, mentalidad de A)dónde está mi gotica de petróleo?@. A principios del siglo XX, éramos muy pobres pero producíamos la dieta diaria. Hoy importamos más del 70% de ésta, pues como aparentemente somos ricos, la podemos comprar. A principios del siglo XX éramos muy pocos, pero estábamos distribuidos en el territorio de una manera relativamente equilibrada. Hoy, el 86% de la población nos apiñamos en las 20 ciudades más grandes del país y le queda al 14% restante de la población asumir la tarea de llenar el territorio. Esa es otra situación que le agradecemos al petróleo.  

      Por el petróleo tumba Juan Vicente Gómez a Cipriano Castro a finales de la primera década del siglo XX. Por el petróleo, entregado a los intereses extranjeros, se mantiene en el poder hasta su muerte el 17 de diciembre de 1935. Por el petróleo sigue el gomecismo en el gobierno de López Contreras. Por el petróleo, por haber impuesto la Ley de Hidrocarburos en 1943 y cometer el delito de ser apoyado por el Partido Comunista de Venezuela, los Estados Unidos consienten el golpe de la oficialidad joven y el partido Acción Democrática en contra del gobierno de Medina Angarita, que, por su parte, tenía toda la respetabilísima cobertura institucional del gomecismo. Por el petróleo, por pretender defender los intereses venezolanos, los Estados Unidos derrocan en 1948, con fachada de militares venezolanos anticomunistas, a Rómulo Gallegos, primer presidente venezolano electo por el pueblo en elecciones libres directas y secretas. Por el petróleo se sostiene la década dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Es el petróleo el que apuntala la ilusión rentista en que se basan los 40 años que van desde Rómulo Betancourt hasta el segundo gobierno de Rafael Caldera, o sea de 1958 a 1998. Y es una crítica nacional al pésimo manejo de la renta petrolera, productora únicamente de una corrupción abierta y generalizada en contraposición a una pobreza endémica, lo que lleva al pueblo venezolano a votar por el más claro candidato anti-sistema de esas elecciones de diciembre de 1998: Hugo Chávez Frías.

      El único candidato cuya campaña electoral se resumía en tres palabras: Asamblea Nacional Constituyente. O sea repensar al país, reinventar nuestra nación. Dejar atrás el pasado de corrupción vinculado a la renta petrolera.

      Ciertamente, el gobierno del presidente Chávez ha realizado cambios muy significativos en la conducción de la política petrolera que no sería justo desconocer.

      La única cosa digna en relación a la explotación de petróleo que hizo Venezuela entre 1958 y 1998, gracias a un venezolano de excepción llamado Juan Pablo Pérez Alfonzo, fue contribuir decisivamente a la fundación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Fue precisamente esta creación de defensa de los intereses de los países productores un objetivo a destruir del equipo de dirección de la estatal petrolera venezolana -actuando como funcionarios de las empresas transnacionales del petróleo- que presidió Luis Giusti durante todo el segundo gobierno de Rafael Caldera.

      El precio del barril de petróleo a siete dólares, que el gobierno del presidente Chávez recibió del segundo gobierno del presidente Caldera, era el resultado de una política desembozada de violación de las cuotas de producción y de colocación en el mercado de una sobre-oferta de petróleo que estaba desmoronando a la OPEP. Venezuela, al darle prioridad absoluta a la cuota de mercado sobre el nivel de los precios, era copartícipe, junto con otros países, de estas decisiones.

      El gobierno del presidente Chávez revirtió radicalmente esta política y propició el fortalecimiento de la OPEP, al que siguió el control de la producción petrolera y la recuperación sostenida de los precios del petróleo y de la participación fiscal en éste, todo lo cual siendo muy justo, hay que decirlo, no sólo no afectaba sino que reforzaba los elementos esenciales de nuestra cultura rentista.

      Doce años más tarde, cuando en el nombre de la dictadura del petróleo y de su racionalidad perversa, esta vez ataviada con uniforme rojo-rojito, nos preparamos concienzudamente para hacerle al río Orinoco en los inicios del siglo XXI, lo que en los inicios del siglo XX le hicimos al Lago de Maracaibo; cuando una vez más nos aprestamos a destrozar un caudalosísimo cuerpo de agua para explotar más y más petróleo, al interior de esa clarividente convicción de que el petróleo es más importante que el agua, la idea de qué es lo que significa ser anti-sistema se desvanece.

      En los hechos seguimos sometidos a la dictadura del petróleo y a la perversa adicción a la renta petrolera, o, como lo sostuvo Juan Pablo Pérez Alfonzo en el título de su más profético texto, seguimos Hundiéndonos en el excremento del diablo 21.

      Esta comprimida comprensión de lo que nos ha pasado como pueblo durante el último medio milenio largo, pretende ejercer el derecho a creer que el Bicentenario es tan sólo el relato que, desde los intereses de la oligarquía, se hace de un conjunto de hechos y circunstancias en los que el pueblo no es el protagonista pero de todas formas está obligado, el algún sentido,  a aplaudir, a gritar, doscientos años después: AViva Fernando VII, muera Pepe Botellas@.

      Debe ser por eso que la corona española ha hecho reconocimientos e impartido condecoraciones a los países latinoamericanos conmemorantes del Bicentenario.22

      Debe ser por eso que la derecha venezolana está tan tranquila con la conmemoración Bicentenaria. Tal parece que Acon su historia no nos metimos@. La dejamos igualita, mentirosa, falaz.

      Reivindico con este texto mi derecho a no ser cómplice. A creer que las historias del pueblo son otras. 
 

III 
 

      La lucha de los pueblos indígenas es, probablemente, el ámbito en el que este debate cobra aristas más incisivas, más profundamente anticoloniales y anticapitalistas, porque es precisamente una confrontación con el sentido que tienen las fronteras en la perspectiva bicentenaria, y el sentido que tienen en una perspectiva que no esté determinada por la dominación colonial-capitalista-occidental.

      Este es el punto en que el enfrentamiento al operativo político-epistemológico del Bicentenario tiene una incidencia más concreta y actuante respecto a un problema crucial de nuestro tiempo. Es asumir que, duélale a quien le duela, todos los países llamados latinoamericanos son imposiciones coloniales que siguen desconociendo el hecho de ser posteriores a una realidad indígena que estaba antes. Sólo en los recientes textos constitucionales de Ecuador y Bolivia  está expresamente reconocida la anterioridad pre-colonial de los pueblos indígenas.

       Por eso enfrento al Bicentenario. Porque éste es un dispositivo magistral para dejarlo todo como está, como si así estuviese perfecto, como si sólo quedara pendiente cantarle anualmente su cumpleaños a esa realidad. Se trata de límites, fronteras, Estados, países que expresan la historia de unos, negando radicalmente la historia de los Otros.  

      La demarcación de tierras indígenas es hoy un precepto constitucional en varios países de Latinoamérica. Como resultado de la lucha insomne de estos pueblos, en los distintos países se han dado procesos, no siempre ascendentes, de reconocimiento a la existencia y a los derechos de los pueblos indígenas. Desde un, impensable hasta hace pocos años, Estado Plurinacional de Bolivia, pasando por la consideración que se hizo del problema histórico de los pueblos indígenas en los procesos constituyentes y, sobre todo, en los textos constitucionales, de Ecuador y Venezuela, por más errores y deficiencias que les podamos conseguir, la diferencia con el estamento constitucional anterior, en términos de reconocimiento a los pueblos indígenas, es de tal magnitud que no pido sino su más objetiva comparación en el caso venezolano: 

    Constitución Nacional de 1961 
     

Art. 77. El Estado propenderá a mejorar las condiciones de vida de la población campesina. La ley establecerá el régimen de excepción que requiera la protección de las comunidades de indígenas y su incorporación progresiva a la vida de la Nación. 

      Constitución Nacional de 1999 

      Capítulo VIII. De los Derechos de los pueblos indígenas  

Artículo 119. El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y la ley.  

Artículo 120. El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado se hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los mismos e, igualmente, está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los beneficios de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos a la Constitución y a la ley.  

Artículo 121. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores, espiritualidad y sus lugares sagrados y de culto. El Estado fomentará la valoración y difusión de las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socioculturales, valores y tradiciones.  

Artículo 122. Los pueblos indígenas tienen derecho a una salud integral que considere sus prácticas y culturas. El Estado reconocerá su medicina tradicional y las terapias complementarias, con sujeción a principios bioéticos.  

Artículo 123. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y promover sus propias prácticas económicas basadas en la reciprocidad, la solidaridad y el intercambio; sus actividades productivas tradicionales, su participación en la economía nacional y a definir sus prioridades. Los pueblos indígenas tienen derecho a servicios de formación profesional y a participar en la elaboración, ejecución y gestión de programas específicos de capacitación, servicios de asistencia técnica y financiera que fortalezcan sus actividades económicas en el marco del desarrollo local sustentable. El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras pertenecientes a los pueblos indígenas el goce de los derechos que confiere la legislación laboral.  
 

Artículo 123. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y promover sus propias prácticas económicas basadas en la reciprocidad, la solidaridad y el intercambio; sus actividades productivas tradicionales, su participación en la economía nacional y a definir sus prioridades.  

Artículo 124. Se garantiza y protege la propiedad intelectual colectiva de los conocimientos, tecnologías e innovaciones de los pueblos indígenas. Toda actividad relacionada con los recursos genéticos y los conocimientos asociados a los mismos perseguirán beneficios colectivos. Se prohíbe el registro de patentes sobre estos recursos y conocimientos ancestrales.  

Artículo 125. Los pueblos indígenas tienen derecho a la participación política. El Estado garantizará la representación indígena en la Asamblea Nacional y en los cuerpos deliberantes de las entidades federales y locales con población indígena, conforme a la ley.  

Artículo 126. Los pueblos indígenas, como culturas de raíces ancestrales, forman parte de la Nación, del Estado y del pueblo venezolano como único, soberano e indivisible. De conformidad con esta Constitución tienen el deber de salvaguardar la integridad y la soberanía nacional.  

El término pueblo no podrá interpretarse en esta Constitución en el sentido que se le da en el derecho internacional.  

      Todo muy impactante y, reconozcámoslo, muy estimulante; pero como toda la belleza del Capítulo VIII de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CNRBV), depende de la existencia de territorios indígenas, reconocidos para cada uno de los pueblos, en los que esos derechos a la cultura propia, a la religión propia, al ejercicio propio de su justicia, a su opción civilizatoria, tengan espacio físico real en los que realizarse; mientras ese espacio físico, ese territorio, con sus árboles, sus aguas, sus aires, no exista, tampoco existirán los derechos reconocidos teóricamente en ese capítulo de la CNRBV.

      Si los Estados latinoamericanos van a reconocer a los pueblos indígenas, no pueden no reconocer a los que son sus territorios. Y ese reconocimiento de los territorios se hace para que esos pueblos puedan vivir y realizar sus culturas ancestrales, y desarrollar sus propios contactos con la cultura occidental definidos desde la posesión de unas tierras que no están sometidas a guiones culturales extraños. Que no son ni para la mina, ni para la represa, ni para la carretera sino para la realización de los valores culturales y civilizatorios de los pueblos indígenas que las habitan ancestralmente.

      Esa pelea, ganada en el papel, no está ganada en los hechos, y en hacer de esos derechos, hechos de verdad, se le va la vida a los procesos de cambio iniciados en Latinoamérica.

      Si se piensa, como lo hace el presidente Rafael Correa, que el problema de los indígenas es que son pobres; aparecen como conchas de ajo aspectos como que la cultura occidental niegue a las culturas indígenas, niegue su forma de relacionarse con la naturaleza, niegue sus expectativas de realización, su concepto de felicidad. 

      Hoy atraviesan a toda América Latina las confrontaciones entre el extractivismo depredador y las resistencias de los pueblos indígenas y campesinos en defensa de sus territorios y de la Madre Tierra. Si se hace la carretera sobre el TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Securé, Bolivia), se estaría, además de violando la constitución boliviana lo que ya es de por sí inaceptable, echando por tierra todos los históricos planteamientos que partieron de Cochabamba en abril de 2010, durante la I Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, en relación al establecimiento de una racionalidad que no fuese la racionalidad del capital, cosa ésta con la que el Presidente Evo Morales tiene su palabra empeñada

      La Sierra de Perijá, al oeste de Venezuela y en frontera con Colombia, es el territorio ancestral de los pueblos baríes, yukpas, japreria y wayúu. En razón de esto y de lo que pautan la Constitución Nacional Bolivariana y las Leyes de la República, la Sierra de Perijá debiera ser el espacio de realización de esos pueblos y sus culturas, las que durante milenios preservaron esa Sierra como manantial de oxígeno, agua y biodiversidad.

      El delirio minero-extractivo de poderosas élites enquistadas en el gobierno bolivariano tiene a la sierra de Perijá totalmente repartida en lotes de carbón, de coltán, de uranio con su respectiva red de carreteras e infraestructuras. Este es un pulso que interpela a las múltiples veces que el presidente Hugo Chávez ha ratificado su posición al lado de los pueblos indígenas. En la circunstancia concreta de Perijá )eso qué significa?

      Refiriéndose a las Constituciones Nacionales, Achawa, dirigente pumé del Edo. Apure, respecto a la Constitución Nacional Bolivariana, nos dice: ANadie hace una casa tan bonita para no vivir en ella@.

      )Vivimos en las Acasas@ que representan nuestras constituciones?

       Y si tal no es cierto, y si las constituciones nacionales son una cosa y la realidad otra, )es ése un problema sólo de los pueblos indígenas? 
 
 

IV 

      Del mismo modo como, frente al operativo político-epistemológico neocolonial del V Centenario del ADescubrimiento de América@, que se orquestó en torno al 12 de octubre de 1992, se levantó el movimiento de los no-descubiertos, en el que se reivindicaba el derecho a una perspectiva en la que fuese posible tener la autoestima necesaria como para afirmar que nadie descubre a nadie, y desde esa convicción levantar la denuncia de cinco siglos de invasión territorial y sometimiento compulsivo a los valores, principios y desmanes de la cultura occidental; frente al Bicentenario, como operativo político-epistemológico neocolonial, se irá formando el movimiento de todas las luchas anteriores, como una reivindicación del derecho a tener una interpretación de los hechos históricos desde la perspectiva de la experiencia y los intereses del pueblo y no de la oligarquía. El derecho a tener una memoria histórica en la que los hitos no se determinen desde los intereses de la dominación, sino desde las luchas de los pueblos por la libertad, por la igualdad y por la fraternidad. El derecho a desmontar las más colosales mentiras coloniales para reestructurar así una comprensión de la historia en la que no estemos puestos sino actuantes, viniendo desde un pasado iluminado reivindicado y asumido, al nuevo cumbe, al nuevo quilombo, que hoy nos sirva, no sólo para ponernos a salvo de la dominación colonial de Monsanto, de Odebrecht, de Halliburton, de Exxon, de Chevron, de Elf, de Repsol, de Eni, la Compañía Nacional de Petróleo China,  etc., sino para derrotar al instinto minero-extractivo con el que la cultura occidental pretende poner fin a la Vida en el planeta Tierra. 
 

santiago_arconada@yahoo.es


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Santiago Arconada Rodríguez


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