La Revolución Bolivariana es atípica. Se equivocan quienes sesudamente intentan buscarle similitudes con precedentes procesos revolucionarios. Del mismo modo que lo hacen quienes la juzgan en sus acciones bajo patrones de ortodoxia inflexible. Podemos imaginar su desconcierto. Es, sólo para comenzar, una revolución que llega al gobierno jugando con las reglas económicas, sociales y políticas de un estado capitalista incipiente, marcadamente rentista e improductivo, apenas medio desarrollado en aquellas actividades importadoras que generan los recursos provenientes del petróleo. Al tiempo que lo hizo sobre una estructura agraria que nunca se enteró que el feudalismo terminó en el siglo XVIII.
Sobre esa infraestructura y sus consecuentes
superestructuras debió comenzar su andadura esta tan original y especialísima
revolución. Encadenada conscientemente por las reglas del juego jurídicas
construidas por centurias de dominio oligarca. Sometida a todos los sucedáneos
y vericuetos legales que el sistema anterior tejió para su protección y
subsistencia. Amenazada asiduamente por los organismos multilaterales así como
por los convenios con fuerza supraconstitucional que la República fue
adquiriendo a lo largo de sus peripecias de vagón de cola y patio trasero del
imperio.
No ocurrió el acceso a Miraflores del modo en que la revolución de los soviets lo hizo al cuartel de invierno, ni entró a las calles de Caracas sobre los tanques como lo hicieron los barbudos de la Sierra Maestra a la Habana con Fidel a la cabeza. Lo hizo, previo un burguesísimo período de transición y luego de la legalísima proclamación del Consejo Supremo Electoral a duras penas aceptada. Obviar esta realidad produce la natural confusión entre quienes quisieran la aplicación de la cartilla revolucionaria sin más dilaciones ni miramientos. Elegido o no, este es el tortuoso y largo camino que le ha correspondido transitar a la Revolución Bolivariana. Ha tenido que ir haciendo revolución casi sin tocar estructuras fundamentales. Quien mire hoy hacia Venezuela no dejará de sorprenderse ante algunas paradojas, casi insufribles. Por un lado, un discurso y unas acciones claramente orientadas hacia el empoderamiento del pueblo y por el otro, unos intereses poderosos, criollos y transnacionales, obteniendo las mayores ganancias de su historia, navegando en el más cómodo mar propicio a sus intereses, casi como si vivieran el más tórrido paraíso menemista.
No son pocos los angustiados -me cuento entre ellos- quienes
ven cómo, gente que conspiró y conspira abierta y grotescamente, documentada su
conspiración con mil y un videos y documentos inobjetables, siguen por allí,
como Pedro por su casa, desafiando al sistema de justicia con un desparpajo y
desvergüenza groseros, sin que las estructuras del sistema de justicia haga -o
pueda hacer- nada por reducirlos y escarmentarlos. La lista de ejemplos sería
tan larga que necesitaríamos una enciclopedia. Desde el alcalde –reciente beneficiario
de una decisión de la CIDH- que reconocía orgulloso como había quitado las
llaves de los autobuses a fin de desviar el tránsito de personas hacia la
edificación militar de Fuerte Tiuna… “para que no pudieran salir los tanques en
defensa del gobierno” De igual
modo el dueño de una encuestadora y un pasquín… sonreído con gesto de gorda
comadrona, afirmando cómo: “no podíamos dejar que Chávez se fuera de
Venezuela, lo necesitábamos en Caracas, y grabamos el pronunciamiento del
general Néstor González…”añadiendo, mirando con picardía socarrona a un
animador de televisión- que “lo hicimos en tu casa Napoleón…” o
cómo luego, esta misma gorda amorfa, informaba que instaló su comando de estado
mayor en Fuerte Tiuna para monitorear los acontecimientos. O esto otro, el mismo
general Guaicaipuro Lameda, organizando el asalto al Palacio de Miraflores,
dando órdenes desde una moto, señalando los lugares de acceso, o saliendo de
Miraflores después de haber sido nombrado Presidente de PDVSA, diciendo
ahora…con descaro e impunidad infinitos: “si Danilo viviera lo demandaría por daños y
perjuicios porque nunca habría podido probar que yo estaba en Miraflores”.
En fin… ¿seguimos? No es necesario ¿verdad? No queremos amargarnos el día.
Es el precio que debe pagar una revolución que ha tomado un camino que no pasa
por la justicia expedita, sumaria, popular y revolucionaria. Igual pasa con esa
pesada estructura que es la administración pública. ¡Sencillamente intocables!
Bien que urdieron la maraña para atornillarse en la administración pública
quienes hoy están en los cargos medios y bajos de ella. Cientos de miles de
profesores, médicos y funcionarios que no dejan pasar las medidas
revolucionarias, que sabotean todo, simplemente porque no quieren, porque no
les da la gana y punto ¿Qué otra explicación puede tener que el gobierno
revolucionario haya tenido que baypasear la pesada y costosa estructura del
Estado para adelantar las misiones? ¿Por qué para misiones como Robinson I y II
o Ribas, no se usó el cuarto de millón de profesores y maestros del Ministerio
de Educación? ¿Por qué la nueva política de inclusión universitaria no se ha
llevado adelante sobre la inmensa y costosísima estructura de decenas de
universidades nacionales autónomas? ¿Por qué la nueva estructura de salud debió
elegir el camino de Barrio Adentro con médicos cubanos en su mayoría y no se
usó la estructura hospitalaria del sistema de salud perteneciente al Ministerio
del ramo y sus centenas de miles de médicos, médicas, enfermeros y enfermeras? Por
muy distraído o ingenuo que se sea todos conocemos la respuesta: Esos gremios,
sus estructuras y sus recursos juegan a la destrucción y el fracaso del
proyecto revolucionario.
¿Cómo se permite la conspiración diaria de unos medios de comunicación que
violan groseramente el derecho a la información veraz y oportuna de un pueblo?
¿Por qué se tolera la burla a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y
Televisión? De nuevo… todos lo sabemos. Si la conducción de la estrategia
revolucionaria perdiera la paciencia y atacara como recomiendan la pasión, la
justicia y las vísceras, al siguiente momento estaríamos aislados, seríamos
condenados en todos los foros internacionales y júrenlo, sin anestesia ni
disimulos, seríamos intervenidos, invadidos y barridos. Cierto que
resistiríamos, de eso que nadie tenga la menor duda. Cierto también que se abriría un proceso en el cual, estoy
persuadido, el Imperio saldría escarmentado como ha salido en otros lares donde
ha intervenido. Pero… ¿es eso lo que queremos? ¿Es una Venezuela ensangrentada,
destruida -porque quedaría destruida- con sus mejores hijos en la resistencia -y no la “resistencia” de
esta oposición Sambil sino en una resistencia armada- y en medio de una larga
guerra? Vamos a pensarlo con madurez revolucionaria. Venezuela debe prepararse para
ese escenario pero jamás debemos provocarlo. Si ese escenario de violencia
fratricida se da, que nos encuentre preparados, pero que jamás se diga que no
hicimos todo cuanto debimos por evitar esa violencia.
Por eso, camaritas, el momento es de profundo talento
estratégico. El momento no aconseja loqueras ni absurdos aceleramientos
suicidas. El momento exige confianza absoluta en el timonel ¡Que no nos vengan
con el cuentito del culto a la personalidad! ¡Por favor! ¡Ya está bueno de
pendejadas, que no somos niños y nos conocemos todos! ¡Confianza en el timonel,
en el líder conductor del proceso y disciplina! El momento más bien debe
acercarse a esa imagen que tanta gracia me producía de niño, porque desafiaba
mi imaginación… paciencia y constancia… resolución e inteligencia, confianza en
quien comanda… paciencia… paciencia… que con paciencia y salivita… algo le hizo
un elefante a una hormiguita. No sé que le hizo, pero según el cuento… lo
logró…y nosotros también. ¿Quieren ejemplos? Recuerden la Plaza Altamira.
CHÁVEZ ES SOCIALISMO
LA BARRICADA SÓLO TIENE DOS LADOS.