La verdad sobre el supuesto discurso violento de Chávez

Desde hace algunos años venimos escuchando de miles de ciudadanos
venezolanos, que lo que les molesta de Chávez es su lenguaje de violencia
y permanente incitación al odio.

Para quienes recurren a este argumento, poco importa que el gobierno haya
eliminado el analfabetismo, haya colocado a Venezuela entre los países
con un alto índice de desarrollo humano, haya reducido la pobreza, haya
inventado la Misión Barrio Adentro y esté empeñado en dotar de vivienda
digna a más de 10 millones de venezolanos en los próximos seis años. Lo
que les importa es el supuesto “lenguaje de violencia del Presidente”.

Decimos supuesto, porque desde hace casi dos años vivimos en Ecuador,
donde un buen sector de la clase media recurre exactamente al mismo
argumento para justificar su odio y rechazo al presidente Rafael Correa…
En Bolivia, para sólo nombrar un solo caso más, se repite la historia.

Obviamente no es una casualidad que en diferentes países los medios de la
derecha repitan el mismo argumento contra gobiernos y líderes de
izquierda.

La estrategia es común porque es diseñada por los mismos. Expertos
norteamericanos en desestabilizar y derrocar gobiernos que no le son
serviles trazan las líneas estratégicas que orientan el accionar de unos
medios cipayos y entregados. No olvidemos como hicieron que miles de
padres de familia cubanos enviaran sus hijos al exterior por el temor a
que Fidel se los comiera fritos uno a uno.

La estrategia es burda y conocida, pero da resultados. Las víctimas
repiten el discurso sin preguntarse cómo es que hombres con prácticas
violentas y violatorias de los derechos humanos como Rómulo Betancourt,
Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y tantos otros nunca
fueron acusados de sembrar odios, dividir al país o simplemente tener un
discurso violento.

Ninguno de esos que repite cual loro que Chávez tiene un discurso cargado
de violencia, se ha preguntado, por ejemplo. Por qué un hombre como
Rómulo Betancourt, que bombardeó la Ciudad de Puerto Cabello cuando allí
se produjo un alzamiento militar no fue acusado de violento y mucho menos
de asesino. Nadie hizo una campaña contra él, pero ¿se imagina usted lo
que habrían dicho si Chávez, no bombardea, le mete unas tanquetas a la
Plaza Altamira?

Nunca un medio de comunicación venezolano acusó al supuesto “padre de la
democracia” de causar divisiones en la población venezolana, mucho menos
de sembrar odios, pero la realidad es que en su discurso de toma de
posesión, le anunció al país que iniciaba una guerra contra los
comunistas que habían ayudado a derrocar a Pérez Jiménez y pocos meses
después que más de 700 maestros habían sido despedidos por sus simpatías
con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)… eso no era violencia
discursiva, ¡qué va!

De Luis Herrera Campins la gran prensa destacaba su discurso folclórico y
cargado de refranes. Nada de violencia; pero fue el responsable de que en
las cercanías de Cantaura, 1500 efectivos del ejército y, la Guardia
Nacional y la DISIP, respaldados por aviones de combate que lanzaron 17
bombas de 250 libras fueran utilizados para masacrar a 41 muchachos.
Esto, sumado a una represión brutal en todo el territorio contra
estudiantes, obreros y movimientos populares.

La prensa venezolana lo más violento que encontró en el discurso de Jaime
Lusinchi fue el tristemente célebre “tú a mí no me jodes”. Nunca se les
ocurrió que la matanza de Yumare dividía al país y mucho menos que eso
fuera un acto de violencia…. ¡No! el violento es Chávez que siembra odios
y divisiones cuando permite que en su gobierno se condene por lo menos a
uno de los generales causante de aquella horrible masacre.
El asesinato de 14 pescadores en la denominada Masacre del Amparo y la
protección que el gobierno de Lusinchi le brindó a los asesinos tampoco
tienen que ver con discursos y mucho menos con políticas de violencia…
Eso no era para odiar a nadie, por el contrario esas acciones y los
discursos justificativos era lo que mantenía al país unido como uno solo.

No nos queda mucho espacio, pero no podemos dejar de lado el discurso
nada violento y fraternal de aquel Carlos Andrés Pérez que ordenó la
masacre del 26 y 27 de febrero de 1989. Ese sujeto al que nunca la prensa
acusó de violento, ni de tener un discurso divisionista, fue el
responsable de la matanza más grande de venezolanos desde la época de la
colonia… pero el violento es Chávez.

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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