La devaluación del bolívar empobrece al trabajador

Es muy lamentable que la indiscutible generosidad del Presidente Chávez, con miras al empoderamiento de los excluidos, tenga como contrapartida el empobrecimiento sostenido de nuestra moneda, y con esto, el del trabajador en general, a tal punto que hoy un bolívar apenas representa 0,0005/US$(1), si hasta 1996 tenía un valor = 0,013/US$, o sea que el feblaje, la devaluación, la depreciación, la despotenciación de nuestra moneda, ha sido de 96%, aprox. en menos de la última década . En palabras de pobres esto significa que con cada bolívar de ahora el trabajador puede adquirir apenas un 4% de la cesta que compraba en 1996. Son cifras feas y tenebrosas, pero ahí están. (Cfere. BCV)

Efectivamente, el Presidente Ch. con su política redistributiva de la riqueza, mediante un reparto del Presupuesto Nacional a manos llenas, ha creído y afirmado que está empoderando a los excluidos y menos beneficiados con el petróleo, pero la política financiera de su gabinete económico ha venido contrarrestando con sus manos lo que aquél hace con las suyas.

Esto nos preocupa, y profesional y participativamente debemos denunciar que son revisables los argumentos presentados por ese gabinete, avalados por la directiva de Banco Central de Venezuela, en cuanto a que la inminente devaluación contemplada para el próximo año no es una amenaza proinflacionaria ni supondría un incremento de la liquidez.

En primer lugar, se trata de devaluaciones que no se corresponden con los ingentes flujos de la divisa petrolera, independientemente de supuestos arreglos contables que sólo microeconómicamente buscan resolver problemas macroeconómicos, es decir, tomando sólo en cuenta la visión parcializada del mercado, y no, la de este y la de la producción de valores materiales. Esta visión monetarista es la que explica cómo puede devaluarse una moneda que a todas luces gana terreno y competitividad sobre la devaluada divisa del Norte.

Por el contrario, hoy más que ayer nuestras mejores reservas de divisas e ingresos petroleros estables con precios in crescendo garantizan un fortalecimiento y potencial revalorización del bolívar. Y si caemos en la cuenta de que nuestras Reservas Internacionales suele medirse en dólares, entonces carece de sentido tal devaluación, salvo que nuestros acreedores internacionales aspiren reinvertir sus activos financieros aquí para colocar maquilas y afines con una demanda netamente de exportación, y esto, desgraciadamente, sólo refuerza la peligrosidad y perjuicios de dicha devaluación.

En segundo lugar, ese empobrecimiento del bolívar (96%, respecto a 1996) se traduce en la creación de dinero inorgánico (dinero basura) porque los excedentes cambiarios que recibe el Estado y los que acumula para sí el BCV necesariamente tienen que concretarse físicamente con nuevas ediciones dinerarias capaces de financiar la automática suba de precios que representa semejante devaluación. No hay inflación sin circulante que la financie ya que la iliquidez bajaría la demanda, y esta deflacionaría los precios con cargo a retrocesos o contracciones de la oferta con las correspondientes secuelas desempleativas.

Cierto que Pdvsa y el Estado comprarían dólares con bolívares que ya están circulando, y pareciera que el volumen del circulante permanecería constante, y que no supondría inducciones inflacionarias, pero esta es sólo una visión estrecha y microeconómica puesto que el consumidor general (el trabajador) tendrá que echan mano de sus ahorros, o sea, liquidar sus propias reservas procedentes y creadas en periodos económicos anteriores de cara a seguir comiendo igual, y esto es un irrefutable indicador de que sus salarios actuales, a los nuevos precios inflados por causa de la devaluación, le resultarán insuficientes o tendrá que apretarse el cinturón en el sentido amplio de la palabra. Es lamentable que la oposición venezolana de la IV república no merezca una pizca de credibilidad para sus enuncias de esta terrible política financiera de la presente república porque de otra manera tendrían razón al afirmar, como lo hacen, que Chávez propende al empobrecimiento del trabajador.

Por supuesto, para cubrir y balancear esa liquidación de ahorros del trabajador el BCV necesariamente tendrá que hacer nuevas y urgentes emisiones. Por esto concluimos en decir que el dinero que le están suministrando al Presidente Chávez es un dinero fofo, feble, y que podría compararse con el queso rayado y la carne molida a los que recurre el padre de familia para dar cuenta alimentaria de su numerosa prole, en lugar de brindarles queso frito o bistés, respectivamente



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Manuel C. Martínez M.


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