El próximo once de abril se cumplirán tres años de aquel fatídico día,
cuando un grupo de militares facinerosos comandados por una elite
desplazada del poder por la fuerza de los votos y éstos a su vez como
secuaces imperialistas, y la ayuda irrestricta de cuatro canales privados de
televisión, asestaron en contra de la democracia un sangriento Golpe de
Estado, para lo cual manipularon a un sector de la población, a quienes
“llevaron” con destino a Miraflores, conociendo de antemano el macabro
camino que interrumpiría tal aventura, en el momento que un grupo de
francotiradores accionaría el gatillo que concretaría las perversas acciones
para lograr el asalto del poder

Fue ese día, cuando el poder mediático tomó su mayor fuerza, para imponer
ante los venezolanos imágenes de mucho dolor, propiciadas por quienes habían
perdido los privilegios y bajo la falsa premisa de un paro general
indefinido, planificaban los muertos y heridos que el “régimen”, (como
llamaban al gobierno), asestaría en contra de venezolanos quienes iban en
una marcha “pacífica” sólo a exigirle la renuncia al Presidente de la
República.

Entonces, una vez que la marcha llegó al punto cero, las balas comenzaron a
esparcirse sobre hombres y mujeres, mientras los “líderes” de la marcha eran
“atropellados” por las bombas lacrimógenas y la propia gente aglomerada, lo
cual les permitió irse hacia sus aposentos para ver por televisión como era
masacrada la población por parte de sus sicarios a sueldo, quienes una vez
cumplidos el trabajo, tenían a su disposición la escolta de la policía
metropolitana hasta la avioneta de turno. Otros aprovechaban para no
chuparse el dedo y “tumbar” la señal del canal del Estado, Venezolana de
Televisión.

Llegada la madrugada del 12-A; y una vez consumado el Golpe de Estado,
hicieron preso al Presidente e intentaron aislarlo para su posterior
“ajusticiamiento”. Mientras esto ocurría, las horas fueron avanzando y el
imperio daba la orden para que el elegido ocupara la silla presidencial.
Durante ese día los las detenciones en contra de altas personalidades del
“gobierno asesino”, como eran llamados por los flamantes periodistas de las
televisoras se intensificaban con la ayuda de alcaldes, uno de éstos últimos
también allanaba la Embajadas de Cuba para buscar a tales asesinos, no sin
antes, pese a la existencia de mujeres y niños dentro de tal recinto
soberano, dejarlos sin luz ni agua, para obligarlos a “comerse las
alfombras”.

Caída la tarde del 12-A, el Palacio de Miraflores era visitado por lo más
granado de la “sociedad civil”, para presenciar con la ausencia del retrato
de Bolívar, el célebre decreto leído por Daniel Romero, para después entonar
en coro la palabra “democracia”, como signo inequívoco que era destruido el
gobierno más “tiránico y corrompido” de la historia contemporánea
venezolana. A partir de allí la champaña y el caviar sería degustado en cada
rincón del palacio, seguramente en honor a los caídos del 11-A.

No obstante, el 13-A vendría una verdadera avalancha del pueblo y la fuerza
armada, en contra de tanta barbarie desmedida, que en menos de 48 horas
había arremetido de manera inclemente, contra cualquier vestigio de
resistencia democrática. Jamás pensaron los ideólogos del golpe, que la
dignidad y el amor a la patria de millones de venezolanos, era más fuerte
que cualquier plan diseñado por la CIA para tumbar gobiernos democráticos.
Hoy, los “líderes” de tales hechos permanecen prófugos de la justicia, en el
exilio o en la clandestinidad. Otros, como el ex – “dirigente obrero”
abandonados a su suerte por tales compañeros. A tres años del 11-A sólo
esperamos porque algún día llegue la verdadera justicia en favor de los
caídos. Pidamos a Dios por ello.