La insurrección del 13 de Abril
14/04/02 - www.aporrea.org/actualidad/n2.html
Estamos viviendo uno de los momentos más brillantes de nuestra historia y sin lugar a dudas de la historia de lucha de los pueblos latinoamericanos. La insurrección masiva y autogobernada del pueblo en combinación espontánea con las bases militares leales a su primer comandante y al proyecto bolivariano bastó para garantizar la victoria de la libertad. Siguiendo el mandato exclusivo de su propia disposición a luchar de cualquier forma por restablecer el orden democrático y mantener la continuidad del sueño justiciero y patriota que encarna el presidente Hugo Chávez, ambas partes del cuerpo popular dieron al traste con uno de los planes golpistas más maquiavélicos que haya conocido la nación latinoamericana.
El poder popular, convertido en cuestión de horas en una fuerza cívico-militar insurreccional, quebró en menos de dos días una componenda conspirativa donde se juntaron poderes militares, económicos, políticos, mediáticos e imperiales con el objetivo inmediato de sacar del poder al presidente Hugo Chávez, y mucho más allá aún, con el propósito de crear el primer modelo de dominio fascista en el siglo XXI. E insistimos en la caracterización de fascista y no solamente dictatorial de este plan, ya que el mismo estuvo condicionado a la creación previa de un sujeto o monstruo social cargado de odio, de racismo y de un deseo de exterminio y venganza que, efectivamente, tuvo el chance de probar su horror en el corto tiempo en que se impuso entre nosotros...vencida esta bestia por un acto multitudinario de valentía...¡Honor y Gloría a todos, todos los venezolanos caídos entre el sangriento 11, el terrorífico 12 y el majestuoso 13 de abril!.
Se trata de una proeza libertaria de tal inmensidad que nos permite decir que la rebelión del 13 de abril no solamente permitió restituir el hilo constitucional y la presencia del presidente Chávez en el palacio de Miraflores, sino que marca, por su propia fuerza y belleza, el renacimiento de un nuevo país y de un nuevo pueblo. Nuestra Patria ha renacido el 13 de abril y a la par de este renacimiento, el pueblo venezolano se constituye hoy en día en la más alta inspiración para la lucha de todos los pueblos del mundo... Por eso también reafirmamos que el pueblo venezolano es en estos momentos, junto al pueblo palestino, un héroe mundial de la lucha por la soberanía y la libertad.
Todavía es muy temprano para hacer un balance completo de los hechos acontecidos, y no solamente es muy temprano, sino que acabamos de vivir una rebelión tan extraordinaria y laberíntica que jamás será tarde para añadir algún elemento más, alguna crónica, anécdota, sentido, contenido, a esa inmensidad vivida. Cuantos desplazamientos, llamadas, mensajes al exterior, contactos, rezos de nuestras madres, barricadas, cacerolas, manifestaciones, cauchos quemados, encuentros fugaces, planes rápidos, enfrentamientos armados, tomas, avanzadas de gentes hacia los cuartes, fusiones entre fuerzas militares y civiles, agitación de motorizados, marchas, pintas, y la invención de preciosas y alentadores consignas como aquella que quedará para siempre en la memoria popular y con la cual se coreaba: "Chávez aguanta que el pueblo se levanta", hicieron falta para garantizar el desarrollo de una espiral insurreccional, es imposible saberlo.
Pero lo esencial dentro de todo esto fue cada grupo o comunidad, incluso cada individuo aislado con disposición a la pelea asumió de hecho ser el centro estratégico del levantamiento popular. Aquí se fueron pal carajo las pretensiones arrogantes de las clásicas vanguardias; el pueblo rebasó por completo los instintos conservadores y defensivos que infectan cualquier dirección o comando central en momentos como ese. Fue más bien una rebelión con miles de puntos de dirección que operaron espontáneamente en perfecta coherencia y ritmo y que potenciaron al máximo el papel de lucha de cada quien, desde las señoras que comenzaron a apostarse frente a Fuerte Tiuna queriendo saber del estado de salud de su único presidente, los soldados y oficiales que empezaron a objetar los mandos impuestos y disponerse a confrontarlos, hasta los colectivos revolucionarios que fueron agrupándose como podían y que sirvieron de centros de articulación y lucha. Y así mismo de las herramientas de lucha que se tenían a la mano, desde la piedra, la moto, las armas de combate, hasta el Internet o el tanque de guerra. Lo que sí se mostraron absolutamente necesarios fueron los líderes comunitarios y militares que inspiraron la lucha y los miles de comunicadores que armaron una red gigantesca de relaciones que rebasó por completo el silencio asqueroso que se impusieron a sí mismo prácticamente todos los medios de comunicación. Esa fue en definitiva la clave de la victoria. Si hubiésemos esperado por la línea de un comando o partido, seguro que estaríamos aún huyendo, testigos únicamente de una barbaridad represiva que se extendía, y lo que hubiese sido la más triste de las tristezas, ver como el fascismo iba hora tras hora apropiándose de la conciencia colectiva y ganando a adeptos a sumarse a la labor de exterminio y represión que se disparó de inmediato. Por ello les proponemos, en primerísimo lugar, que ayudemos entre todos a reconstruir la memoria de confrontación, resistencia y rebelión del 11, 12 y 13; una memoria que por sí sola constituye un nuevo tesoro en la lucha revolucionaria de los pueblos del mundo y un modelo inédito de rebelión victoriosa; la primera del siglo XXI y la segunda después de los zapatistas en los tiempos de esa cosa que llaman posmodernidad...¿y qué dirá por cierto el comandante Marcos?. Lo que si sabemos es de la estupefacta felicidad que hoy siente ese otro comandante que tenemos entre las islas del caribe.
Ya muchos estamos concientes que le hemos dado una bofetada en la madre al imperio más gigantesco y totalitario de la historia, y lo que no pudieron hacer otros aplicando un criminal terrorismo se lo hemos hecho nosotros a punta de nobleza, inteligencia colectiva y amor a nuestros símbolos, principios y esperanzas comunes. La magnanimidad que demostramos luego de la victoria, empezando por la del propio presidente y sobretodo del pueblo dueño nuevamente de las calles desde el 13 de abril, es una bellísima patada en el culo a la prepotencia y el maquiavelismo imperial. La rabia colectiva e insurrecta que hemos sabido convertir nada menos que en respeto y reconocimiento de los derechos de todos aquellos que colaboraron directa o indirectamente en el desarrollo de este macabro golpe, en contraste absoluto con el puro instinto de represión y muerte que demostraron estos asesinos ayudados por el imperio, les quita la careta y los despoja de cualquier justificación moral o política a estos que han venido sometiendo al mundo a su gusto y manera en nombre de la libertad y sin nadie que los adverse desde hace más de una década. El poder moral, el más grande de todos los poderes humanos, que tenemos ante el mundo es hoy en día muy, muy grande, algo que debemos aprovechar para profundizar el desenmascaramiento de ese sórdido imperio que se ha autootorgado el papel de "policía" del mundo, e inspirar a los movimientos sociales y revolucionarios de todo el planeta a profundizar esta acción liberadora de la verdad y la dignidad humana. Y no es solamente el desenmascaramiento, es la denuncia y la exigencia de que ese sátrapa de Bush deje de ser el presidente del pueblo que al fin y al cabo y a su particular manera creó la primera república democrática del mundo. Es la denuncia al cínico papel mediador que hoy juega el traidor racial de Collin Powel frente a la masacre continuada del pueblo palestino. Y que valga nuestro respeto y absoluta solidaridad con ese aguerrido y digno pueblo. Es el papel de instigadores y estrategas de la muerte y el intervensionismo que vienen jugando en Colombia a través del Plan Colombia, y que también valga nuestro respeto y solidaridad con los ejércitos insurgentes del pueblo colombiano.
Estamos entonces inaugurando un nuevo tiempo donde el protagonismo popular, ahora sí, se convierte en la energía fundamental de la transformación nacional y un aliento ejemplar en las luchas de liberación que hoy se libran en nuestro continente y el mundo. El proyecto revolucionario bolivariano pasa por lo tanto a una nueva etapa donde no será el gobierno en sustitución de la sociedad y de la comunidad popular quien dirija y determine el movimiento conjunto del proceso revolucionario. Cada quien recobra su papel y autonomía, cada quien asume su responsabilidad particular y propia dentro de este complejo proceso. Por nuestra parte, tratándose del movimiento popular, si sabemos hacerlo y asumimos por entero la enorme responsabilidad política que tenemos, estamos ante la posibilidad de garantizar desde ya el desarrollo de un movimiento popular muy diverso y activo, totalmente autónomo, pero cohesionado sobre valores y metas políticas esenciales que en estos momentos compartimos con la dirigencia de gobierno y que nos permiten seguir avanzando coherentemente, por supuesto, siempre y cuando exista un diálogo claro y de igual a igual con ellos desde donde se produzcan los acuerdos políticos necesarios. Ya lo veníamos diciendo, pero ahora como mucha más razón, que entre el gobierno y el movimiento popular es necesario establecer un nuevo pacto de gobernabilidad que nada tenga que ver con la repartidera de puestos burocráticos y mucho menos de billete, y sí de consensos programáticos y de ejecución programática sobre los cuales se vaya definiendo el rumbo y el contenido del proceso revolucionario. Pero para que todo esto sea posible es necesario que el gobierno -siendo este un mensaje particular a nuestro comandante Chávez- se despoje de las herencias mesiánicas que arrastra culturalmente este proceso, se decida a defenestrar por completo las bases del viejo estado corrupto y burocrático, y promueva la formación de una dirigencia de gobierno con verdadero sentido de compromiso y militancia con el sueño patrio que todos compartimos, sin dejar en absoluto de guardar su compostura y responsabilidad con un Estado que por principio ha de ser de todos los venezolanos y sobretodo con la bella constitución que lo norma, ahora legitimada por la insurrección y no sólo por la discusión de constituyentistas y la votación refrendaria pasiva. De hecho, ahora sí sabemos hasta que punto los venezolanos estamos dispuestos a luchar hasta la muerte por que se respete, se mantenga la vigencia y se materialicen los principios de la constitución bolivariana.
Ahora bien, el llamado a la crítica y la autocrítica no sólo van para ellos, también va para nosotros: mientras no construyamos espacios políticos comunes, centros de encuentro y articulación sólidos donde cada quien se despoje del sectarismo y el dirigentismo ridículo que arrastramos como maldición edípica entre nosotros, y nos atrevamos a crear y respetar planes políticos, estratégicos y de trabajo conjunto reunidos sobre una pluralidad de centros asamblearios y organizados donde quepa realmente todo el mundo y todas las ópticas, que los asumamos como patrimonio organizativo fundamental del movimiento popular, que aclaren el problema de las legítimas vocerías que debemos darnos a nosotros mismos, que se unan ellos mismos en una inmensa red revolucionaria, que apoyen y multipliquen el proceso constitutivo del poder participativo y popular que dicta el proyecto revolucionario y que en estos momentos debe irradiarse sobre todas las comunidades, espacios públicos, educativos y comunicacionales, sobre calles y centros de trabajo, y terminar de cortarle la cabeza en principio y hasta donde la paciencia del pueblo por las muy buenas legales vías, a todas esa basura de la IV República que aún controla las redes básicas del poder en nuestro país y empezar la construcción en firme de una democracia efectivamente participativa y protagónica en nuestro país, mientras todo esto no suceda será muy difícil romper con nuestro propia entropía y desorden, con nuestro marginalismo aprendido y con la actitud delegativa que hemos guardado frente a las figuras de gobierno, representantes y partidos oficialistas desde el triunfo de 1998. En ese sentido como Asamblea Popular Revolucionaria queremos hacerles a todos la propuesta de que nos avoquemos de inmediato a construir a nivel nacional el movimiento o la unión o la asamblea popular y revolucionaria 13 de Abril. Sin que tenga ningunas pretensiones de centro de mando, ni siquiera de espacio aglutinante del movimiento popular en su conjunto, sino el de un lugar importante de coherencia, debate, articulación y organización de una gran cantidad de colectivos populares, cooperativos y de trabajadores.
Ese cambio central de actitudes, de visión, de perfil, de políticas, de criterios de encuentro y organización que demandamos y nos demandamos, acordémonos que nos es solamente algo que nos permita ajustar cuentas entre pueblo y gobierno, es también un principio básico para la sobrevivencia del proceso revolucionario. El fascismo no ha muerto, por el contrario por primera vez en nuestro país ha encontrado una base social que lo sustente políticamente y permita reproducir su subjetividad de odio y exterminio. Por ello nos adelantamos a decir que muy bien hace el gobierno con garantizar el clima democrático en nuestro país, abrir puentes a través de la propuesta de mesas de diálogo con los sectores burgueses y de clase media pero donde nosotros también estaremos presentes. Ubicarse en definitiva dentro de una posición política dialogante y centrista que permita al menos por los momentos desarmar esta subjetividad que sigue subterráneamente su desarrollo y que seguirá, por perversa y en algunos casos inconsciente complicidad, teniendo el apoyo de los grandes medios, de los grandes capitales, del imperio y sus agentes, de partidos políticos y de intelectuales y comunicadores. Después del 13 de Abril ya no necesitamos pedirle al gobierno que refleje nuestros intereses, nuestras políticas y sueños. La revolución, como lo dicta la insurrección en curso, se hace desde abajo o simplemente se convierte en una caricatura absurda y esquizofrénica de un gobierno que dice estar aquí pero por presión de poderes termina estando allá, y al mismo tiempo se constituye él mismo en el centro y la totalidad del proceso revolucionario (¿no será por eso la locura de Chávez?...y no es por insulto porque en la calle la gente con pancarta en mano demandó que le devuelvan su loco, así mismito). Un proceso controlado y dirigido desde el celestial lugar del estado. Consideramos que el papel central del gobierno en estos momentos es de servir de aparato contentivo del fascismo mientras continúa en "Calma Activa" -como diría el presidente en su primera rueda de presa- el proceso insurreccional, hoy convertido nuevamente en proceso constituyente del pueblo (¿y por fin cuando sacamos a Peña y tomamos la CTV?). Sin embargo, sabemos que todo esto es muy frágil, que la provocación va a ser continúa y la manipulación mediática restituirá la "verdad fascista" que en estos momentos se desmorona por el contundente surgimiento de una "verdad de pueblo" que ellos mismos no pueden tapar. Por su parte el gobierno contiene y a la vez mantiene la continuidad de las políticas transformadoras, negociando donde aceptemos todos negociar, mientras que nosotros acompañamos y servimos el avance del pueblo en "calma activa", dándole una correcta direccionalidad a la lucha de clases; ese es nuestro papel. Pensamos que ese es el fondo del pacto de gobernabilidad en estos momentos. Si fallamos vendrá la guerra y si ella se hace inevitable dado el cuadro nacional e internacional actual con el sátrapa de Bush en la cabeza del imperio, ella vendrá al menos demasiado pronto. Por eso insistimos en que trabajemos con un máximo de responsabilidad y coherencia, nos estamos jugando la sangre y el pueblo activo ha pasado a ser un actor fundamental dentro del destino de nuestro país.
De todas formas, y volvamos al punto esencial de toda esta historia, si hay algo que nos enseño esta insurrección es que el único agente con posibilidades de garantizar la continuidad y la realización efectiva de un proyecto revolucionario es el hombre y la mujer de la calle convertidos en comunidades y colectivos de lucha. Mucha gente querrá sumarse desde ahora y por muchas más razones al derrotero de esta especial, sorpresiva y paradójica revolución. Y es allí precisamente donde juega un papel primordial el movimiento o los movimientos populares organizados. Como vanguardias amplias y colectivas, pero necesariamente mucho mejor articuladas y organizadas, nuestro servicio es a ellos a ese hombre y a esa mujer que continúan su insurrección, a ese niño que nos dibuja con su cara el país que debemos construir.
Ciertamente y después de trece años es magnífico reiterarlo compañeros, aquí:
¡No hay pueblo vencido!
¡Viva el pueblo venezolano!....
¡Viva la revolución bolivariana!
¡Arriba la lucha de los pueblos del mundo!.....
¡Venceremos!
ASAMBLEA POPULAR REVOLUCIONARIA
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