Muertos no le servimos a la Revolución

Entrevista a Marlon Páez, periodista del Tribunal Supremo de Justicia

Caracas, 12 Abr. ABN.- Yo recuerdo del 11 que fui a trabajar como todos
los días, de hecho había un acto en el Tribunal, por lo tanto, estaban
los medios de comunicación con sus microondas que estaban reportando
como iba la marcha de la oposición. Pero se sentía en el ambiente que
podía haber una confrontación.

La gente me preguntaba: ‘Tú que trabajas aquí, dinos cómo esta la cosa’,
y les contestaba que yo no sabía nada y que estaba igual que ellos, sin
embargo, también les dije que no creía que pasara nada. Ese día salí del
TSJ a las 3 y media, ya que habían dado permiso para que los
funcionarios salieran más temprano en beneficio de su seguridad.

Yo había quedado en verme con mi mamá en la avenida Urdaneta, por
Carmelitas, allí nos encontramos y fue como a las 4 y media que nos
llegaron los rumores de que habían heridos y enfrentamientos con la
Guardia Nacional, por El Calvario y por la Asamblea Nacional.

Y a las 5:00 de la tarde, aproximadamente, mamá y yo estábamos con un
grupo de señoras con las que hablábamos por la misma afinidad política e
ideológica, cuando de repente empezó una ráfaga de disparos y bombas
lacrimógenas lo que causó caos instantáneamente, la gente comenzó a
correr en todas direcciones como loca.

Yo corrí por Carmelitas hacia el Ministerio de Educación, cuando me di
cuenta de que había perdido de vista a mi mamá, ante todo este ambiente
de desesperación. No sabíamos qué estaba pasando, estábamos inocentes de
lo que pasaba.

Vuelvo a bajar por Carmelitas y me consigo a un vecino del edificio, de
quien me enteré ese día que era chavista, y él me cuenta que venía de
Puente Llaguno y que vio a los policías metropolitanos que estaban
disparando a la gente, y que del lado chavista se defendían con piedras,
chopos y armas que algunos marchistas llevaban consigo. Yo me quedé
pasmado por unos segundos.

Ante esta información decidí ir para allá. En eso, encuentro a mamá y le
digo para donde me dirigía, ella no estaba muy de acuerdo en que yo
fuera pero accedió. Claro, todavía no sabíamos la magnitud de lo que
pasaba, de que francotiradores estaban matando a la gente.

Cuando me acerco al puente se produce otra escaramuza y corrimos para
salvar nuestras vidas. En el segundo intento de acercamiento vemos que
vienen 10 personas cargando a un hombre muerto con un tiro en la cabeza,
a quien pasaron a mi lado. Fue cuando escuche que eran los
francotiradores.

Allí me quede cómo hasta las 7:00 de la noche, y vi con mis propios ojos
como pasaban carros particulares viejos llenos de policías
metropolitanos uniformados disparándole a las personas, que en
contraparte se defendían con piedras, palos y hasta incendiaron el Hotel
Edén, porque decían que allí se encontraban los francotiradores.
Luego, me fui para mi casa y prendí el televisor. En los canales estaban
pasando las imágenes de Puente Llaguno y decían que los civiles que
estaban allí le disparaban a la marcha de la oposición. Yo le dije a
mamá que lo que estaban diciendo era falso, allí no estaban los
opositores. También apareció Luis Miquilena y el Alto Mando Militar,
estaban diciendo que el Presidente se había manchado las manos de
sangre. Me di cuenta, entonces, de que a Chávez lo habían engañado.
Mamá y yo salimos de nuevo vía Miraflores, cuando vamos por la esquina
del Seguro Social empezó una balacera de esas brutales, todos los que
veníamos a apoyar al Gobierno nos pusimos contra la pared, no
reconocíamos de donde provenían los disparos, los que venían por la
Urdaneta huyeron hacia arriba.

Esperamos a que se calmara la cosa, seguimos hasta Carmelitas y allí nos
conseguimos a un señor de la Vicepresidencia que andaba con sus hijos y
nos convenció de que era mejor regresar a nuestras casas porque muertos
no le serviríamos a la revolución.

El 12 fui a trabajar y a media mañana me llama mi mamá para decirme que
estaban allanando el edificio en busca de chavistas. Me preguntó qué
hacía con los afiches y las cosas que yo tenía alusivos al Gobierno y yo
le dije que no me las botara, pero me replicó, porque ya se habían
llevado a un muchacho sólo por ser chavista. Hasta los vecinos
opositores no estaban de acuerdo con eso. En fin, mamá resolvió esconder
mis cosas dentro de la lavadora.

El resto del día lo pasé en mi habitación y seguí viendo todo el circo
que los medios montaron. Alrededor de las 9:00 de la noche convocaron a
un cacerolazo. Mamá y yo pusimos el disco de Alí Primera a todo volumen,
después nos fuimos a conversar con otros vecinos. La verdad, yo estaba
desmoralizado.

Al día siguiente, me levanté temprano y comencé a buscar información por
Internet ya que por los medios no salía nada. Como Francisco Ameliach
(diputado de la Asamblea Nacional) había dicho que el Presidente no
había renunciado, eso me motivó a enviar un correo electrónico a la BBC
de Londres para pedirle ayuda, porque eso era un golpe de Estado y era
necesario que investigaran.

Luego, como a las 11:00 de la mañana, volví a abrir la página de la BBC
y leí sobre el alzamiento de una importante guarnición militar en
Venezuela contra el gobierno de (Pedro) Carmona Estanga, nombraban a
(Raúl Isaías) Baduel; yo ni sabía quién era para ese momento. A la hora
veo de nuevo la página y había publicado: “Simpatizantes del Gobierno
rodean el Palacio de Miraflores”, “Fuerzas leales al Gobierno de Chávez
toman el Palacio”. ‘¡No puede ser! y ningún medio venezolano decía
nada’, fue mi expresión.

Entonces, a la 1:00 de la tarde, nos fuimos a Miraflores y cuando
llegamos nos encontramos con la multitud que estaba aclamando el regreso
de Chávez y, por otro lado, también se hablaba de la mentira montada por
los medios.

Más tarde se nos acerca una vecina, que tiene muchos contactos, nos
lleva aparte de la gente y nos dice: “No vayan a decir nada, quédense
tranquilos, que en estos momentos se está efectuando una operación para
rescatar al Presidente, a él se lo van a llevar ahorita para La Orchila,
pero de allí se lo van a traer para acá”.

Cuando la señora me dice eso, me entró una emoción y me puse a llorar.
Después aumentó mi emoción y la de mis compatriotas cuando comenzamos a
ver llegar a los ministros y toda la gente fiel al Gobierno. También
llegaron los medios internacionales. Fue allí cuando el pueblo les dio
sus testimonios de lo ocurrido, y desmintió lo que los medios privados
de Venezuela trataron presentar como una verdad al mundo.
Allí estuve hasta las 5:00 de la mañana del 14, hora cuando Chávez
terminó su cadena y regresé a mi casa, junto con mi madre, satisfechos y
llenos de dignidad.


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