“En punto a confianza, la traición se parece
a la zorra, que, por más que se la amanse,
acaricie y ponga en resguardo, alienta siempre
los salvajes instintos de su raza”.
Shakespeare
Empezamos a llegar al tiempo desde el cual, ya la historia empieza a pasar de simple narración oral i escrita de los hechos −historia o crónica en sí− hasta una perspectiva que forja un panorama integrador de los hechos grandes i los detalles, para llevarnos a la reflexión de los acontecimientos, donde aplicamos entonces lo que llamamos filosofía de la historia; como cuando la Sociología nos pinta una realidad social, para que una Filosofía Social nos oriente hacia la sociedad como debería ser. I esa realidad tan real, obviando la redundancia, son los acontecimientos que se dieron los días 11,12,13 i 14 de abril de 2002, en tiempos en los cuales la tecnología nos permite “repetir la historia” como casi nunca antes sucedió en grandes acontecimientos históricos, antes de la segunda mitad del siglo XX, puesto que, hasta los grandes hechos de las dos grandes guerras de ese siglo, fueron consignadas en el cine, simplemente a trozos. Sin embargo, no quiero entrar en esas consideraciones de la historia, ya como disciplina científica, sino con una visión que llegue más fácil i con mayor emoción, a quienes tenemos en los momentos, oportunidad de leer i reflexionar, sobre acontecimientos que vivimos.
Cuando he visto los muchos programas sobre esos hechos acaecidos hace tres años i organizadas las muestras evidentes, irrefutables, verdaderas, de la actuación de hombres de pueblo i militares i políticos protagonistas, tenemos que convenir de comienzo dos cosas: pocas veces, o mejor, creo que nunca, hemos visto a un pueblo con más coraje, pronta organización respecto a lo que debía hacer, e hizo, como este valiente i glorioso pueblo de Caracas, aunque se admita que no son todos caraqueños sino venezolanos de distintas regiones del país, i muchos extranjeros, nacionalizados que, compartiendo ideales, han constituido esas legiones de hombres i mujeres, especialmente de la clases pobre i olvidadas de los cerros que, por primera vez desde la Independencia hasta el presente, un gobierno revolucionario, los ha convertido en verdaderos ciudadanos de la patria, con la Democracia Participativa i Protagónica más completa i verdadera del mundo. I la segunda cosa que, jamás también, en la historia contemporánea i en la historia de Venezuela e Historia Universal que conocemos, se ha presenciado el caso de un presidente más consustanciado, amado hasta casi la idolatría, i respaldado por un pueblo, como ha sucedido con el presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Parece que la oposición absurda, poco, pero mui poco inteligente i dogmática, se hubiese programado para dar oportunidad al programa de gobierno contenido en la más hermosa, brillante i avanzada Constitución del planeta, de demostrar que su aplicación es absolutamente posible, en beneficio i felicidad de todo el pueblo de Venezuela, tal como fueron los sueños de nuestro Libertador Simón Bolívar, ahora empezado a revalidar su título, no solamente de Libertador, sino de Primer Ciudadano del mundo, porque cuando decimos con ritmo que su espada avanza por toda la América Latina, lo que se difunde es su pensamiento brillante i visionario, porque, hasta comprobamos cabalmente sus pronósticos i presagios, sobre el Imperio del Norte, como destinado por la providencia, “para llenar de miserias a la América, en nombre de la libertad”.
Esa canción, sencilla i popular (lo popular siempre encierra la belleza de la sencillez) que dice: …Bajaron, y bajaron… es un himno a la lealtad, a la virtud del honor i el valor de los hombres del pueblo. A veces, sin la visión que ha tenido el presidente Chávez, yo mismo pensaba que, hastiados de pobreza, injusticia i de ser por siempre ignorados como seres humanos, “los cerros” de Caracas i otras ciudades que los tienen, o los cinturones de miseria de las ciudades llanas, reaccionarían algún día con violencia inusitada i como un fenómeno telúrico, hoi diríamos también, como un tsunami, entrarían para arrasar los bienes de los eternamente privilegiados, los que se roban el 90% de los ingresos de la nación i, encima de ello, se sientes seres superiores únicos merecedores de la vida.
Pero, ¡Oh sorpresa! Los hombres i mujeres con relativamente poco tiempo de forjados en el ideal de la revolución bolivariana; calumniados en su organización en Círculos Bolivarianos como si fuesen “células marxistas, comunistas o terroristas” por los malandros de corbata i “smoking” de los centros financieros, los clubes sociales de la clase “hight” i los medios de comunicación perversos e, insisto, escasos de inteligencia (Schopenhauer dijo que con dinero solamente se compra mediocridad) después de realizar el más genuino, típico o “perfecto” en definición, GOLPE DE ESTADO, traicionando no a un presidente o un gobierno, sino a la patria, al pueblo, a la historia, a la herencia de los libertadores, a los derechos constitucionales i a la propia conciencia (la hipoteca de la conciencia, es una deuda o compromiso que no se borra o libra, jamás), se vieron beneficiados por la serenidad, paciencia, generosidad, ausencia de agresividad, bondad i nobleza, de un pueblo que solamente exigió a su presidente i el restablecimiento del llamado hilo constitucional. Muestra más grande i absolutamente palpable que esta, no ha existido hasta al presente en la Historia Universal. El pueblo francés, de los más cultos del mundo, cuando su célebre revolución, cortó cabeza de reyes i nobles. Toda traición de principios, de ideales o de promesas, en política se ha pagado con la vida, por la revancha de los vencedores. Allí están los grandes ejemplos de las guerras, algunas finalizadas con genocidios como los de Hiroshima i Nagasaki.
I este pueblo se conformó con volver su presidente a su cargo. Por cierto que, viendo un programa donde intervino el vicepresidente para aquellos momentos, Disonado Cabello, expresó: si el primer decreto fue para restituir el poder a quien lo había ganado legítimamente por libres elecciones, quizá en mi caso, el segundo hubiese sido para cerrar definitivamente las televisoras i otros centros de comunicación, pues fue en gran parte un golpe mediático. Militares traidores i civiles traidores (medios de comunicación i sectores privilegiados autocalificados de “sociedad civil” o de “meritócratas” los traidores de PDVSA) hubiesen ido presos de una vez (esto no lo dijo Diosdado, sino yo). Los que en 47 horas, apenas, hicieron desastres como la detención del Ministro del Interior, la del diputado Tarek William Saab, la atrocidad contra la Embajada de Cuba i cientos de atropellos más, como el cierre del canal del estado VTV i los crímenes, allanamientos i atropellos feroces contra humildes personas del pueblo. A toda esta barbarie “civilizada” respondió el pueblo sin ninguna agresión i con alegría i canciones como si fuese un guión para una película que debía terminar de manera justa i feliz. ¡Qué sorpresa! Dijeron Diosdado i sus acompañantes asintieron, cuando al final de este golpe, al regreso del presidente Chávez i este va a dirigirse al pueblo, esperando alguna condena para los autores de esos días de terribles dolores i amarguras, cuando tuvieron en sus manos la vida misma del presidente, este se mete la mano en el pecho i lo que saca es un crucifijo, para implorar casi, la reconciliación, la unión de los venezolanos i el respeto a la Constitución. Reto a todos los historiadores del mundo a buscar un caso, siquiera parecido. ¿Recuerdan algunos la violencia del Papa Julio II, cuando vencía o era derrotado? ¿Recuerdan algunos un tirano, un dictador o conquistador tipo Gengis Khan, Atila, Pizarro o Cortés, haciendo algo parecido? ¿Imaginan a algún presidente de los Estados Unidos, i sobre todo a George W, Bush, o a su Cuervo de caza, Condolezza, en una actitud así?
¿No podrá iluminar nuestra ignorancia, “sabias” periodistas como Marta Colomina aquí, o María Elvira Salazar allá?
Empero, Compatriotas, estas son lecciones de nobleza, de grandeza i generosidad, posiblemente sólo para nosotros los que estamos en este proceso de cambio social que, se está haciendo continental i posiblemente mundial. Mas, el enemigo es tan grande i tiene todos los instrumentos tecnológicos i el poder del dinero a su lado, que los mediocres i traidores no han tomado una sola palabra como lección de vida. La ambición en ellos, es posiblemente genética. Recordemos a Shakespeare, tan conocedor de los rincones ignotos del alma humana, con su ejemplo de la zorra. La traición, la ambición i la mediocridad, son de la misma raza salvaje. Es verdad, “bajaron, bajaron, bajaron” de aquellos cerros hasta descalzos para salvar la soberanía i la patria; pero no debemos descuidarnos; la zorra del imperialismo i de la ambición de poder de los traidores, solamente morirá con ellos, aunque ya han sembrado semilla. La lucha por la libertad, la felicidad i la justicia, nunca termina.