A Luis Herrera Campins (1979-1984), le correspondió ser el servil al imperialismo, en este lapso. En el aspecto político, lo hizo a plenitud, en cuanto a garantizarle la paz necesaria a sus planes, con la represión del caso y, en lo económico, se aferró, en su etapa inicial, a beneficiarle dentro de los marcos del tradicional rentismo petrolero, que amamantaba a la burguesía estéril, mientras pugnaba por contener los pasos modernizantes del capitalismo dependiente que, con los doce Apóstoles, la Burguesía Financiera pretendía imponer a objeto de satisfacer plenamente las demandas más urgentes del Imperio.
Inscrito dentro de ese marco, a decir de muchos, Luis Herrera extendió, excesivamente, la minimización de la inversión en Hierro, en Aluminio, Petroquímica y otras fortalezas incluidas en el faraónico Plan Tinoco; pese a que contaba con precios del petróleo nunca antes vistos (30 dólares en 1980-1981). En esa estrategia lo encontró el obligante pago de los servicios de la gigantesca deuda que le dejara su antecesor Carlos Andrés a propósito de dicho Plan, lo cual le hizo decir, en aquel momento, “recibo un País hipotecado” y, posteriormente,: “la deuda es impagable”. Sin otro remedio que buscar adaptación a las demandas de su compañero de viaje, emprendió la vía de los malabarismos con el control de cambios que, a resultas cuentas, contribuyeron a la dependencia, tras endeudamientos recurrentes, a incrementar el castigo al pueblo en cuanto a exclusión y miseria, sin dejar de beneficiar a la Burguesía (Este Presidente asumió la deuda externa privada con dólar preferencial a 4.30).
Siguiendo la tradición represiva, violadora de todas las libertades democráticas y de los derechos humanos, se anota Luis Herrera la MASACRE DE CANTAURA. Un verdadero crimen político, un asesinato masivo, bajo la responsabilidad del Estado; que se encontró, a decir de algunos, con la infiltración de dos individuos en las filas de Bandera Roja, pero que también dejó la sombra la vil delación, traición y entrega de parte de la plana mayor de ese movimiento, como profusamente lo denuncia Alberto Nolia en su prestigioso Programa de TV, “Los Papeles de Mandinga”. Razones no le faltan, pues a los pocos años se les ve participando en acciones con dudosa conducta, a los 10 años de ese hecho traicionan a Chávez y al MBR-200 (4 de febrero del 1992 ), a los 20 años los encontramos de Jefes de Armas de la Coordinadora Democrática en Caracas (Golpe del 11 de abril y Paro Petrolero del 2002) y, al presente (a los 30 años de la Masacre), los encontramos como “vagón de fondo” de la Coordinadora Democrática, totalmente al servicio del Imperialismo y de sus lacayos de AD y COPEI, y de todos sus derivados.
Con contradicciones inter-burguesas, siempre al lado de la Alta Jerarquía Ecleciástica y de las Fuerzas Armadas, estos serviles Pitiyankis cumplían con las demandas de su compañero de viaje, en detrimento de las masas populares que veían subir la inflación (30%), su hambre, su exclusión, en todos los sentidos, y una impagable deuda.
¡ NO VOLVERAN! ¡ PATRIA SOCIALISTA. VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
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