La traición a Nasser.
Con sus 80 millones de habitantes, Egipto es el centro de la Nación
árabe. Quien controla el país lo controla todo (El Canal de Suez,
la seguridad de Israel, el acceso a África, el Este del Mediterráneo
y la regulación de la rama suní del Islam). La OTAN ha ocupado Libia
para vigilar de cerca a Egipto y atraparlo en una pinza entre el Oeste
y el Este, el Norte y el Sur. En lo fundamental, la Junta Militar dirigida
por el Mariscal “mubaraquista”, Mohamed Tantawi, ha cumplido las
obligaciones impuestas por los EEUU: “frenar una verdadera
Revolución, impedir el fortalecimiento de una corriente militar nasserista,
sostener la Liga árabe cada día más enfeudada a la OTAN, proteger
a Israel y servir de base a la agresión contra Libia”. El plan
acordado por la Junta y Washington estaba claro: “unas elecciones
rápidas que entregasen el poder a la agrupación conservadora contrarrevolucionaria
de los “Hermanos Musulmanes” que tantos y tan buenos servicios ha
prestado a Occidente”. La dictadura de Mubarak colaboró gratamente
con dicha agrupación para aplastar las ideas progresistas, nacionalistas
y antiimperialistas.
Más. Sin embargo,
las masas populares han dispuesto un plan alternativo, han regresado
a las calles y plazas de El Cairo, Asuán, Alejandría y otras ciudades
para oponerse tanto a la cúpula militar como a los “Hermanos Musulmanes”,
exigir la caída de Tantawi y sus generales, el fin de los tribunales
militares, imponer un gobierno provisional patriota, impedir a los jerifaltes
del régimen de Mubarak, que concurran a las elecciones, exigir el fin
de los ataques sectarios contra los coptos. Cuando nadie esperaba un
resurgir del pueblo egipcio tras diez meses de supuesta calma, éste
ha tronado con la misma fuerza con que a comienzos de año impuso su
victoria.
¿Salvar la tierra
o hacer buenos negocios? “Un sistema
socioeconómico que sólo sabe abordar la realidad -las realidades-
en
términos de rentabilidad y beneficio, está
condenado”.
Manipulación. En el marco de la crisis griega, Hollywood une a dos grandes figuras, Anthony Quinn, actor y Mikis Theodorakis, productor, para manejar los sentimientos de la gente en ese país y desviar la atención de los verdaderos derroteros de ese país.
http://www.youtube.com/watch_popup?v=CKHlmb5xcq8
(*) Politólogo e Internacionalista venezolano
Magíster en Seguridad y Defensa