Comentarios sobre el Encuentro de Solidaridad con la Revolución Bolivariana

Mentiras y medios

CARACAS.— Como era de esperar, ni los grandes medios locales ni los internacionales hablaron del Encuentro de Solidaridad con la Revolución Bolivariana. Cero cobertura, porque habrían tenido que reproducir un arsenal de datos acusadores contra sí mismos y contra el poder que los sustenta, que es, en verdad, inconmensurable. Desgraciadamente, en estas fugitivas líneas que me dispensa Juventud Rebelde, no puedo reproducir como quisiera el ambiente de lúcida discusión y la madurez del evento, que cerró este domingo en un Aló Presidente transmitido desde uno de esos pueblitos próximos a la capital, donde la “atmósfera bolivariana” no solo está en el aire que se respira, sino en las piedras, en la sangre y en la mirada de cada uno de sus habitantes.

Pesco en este río crecido de información sustanciosa, el análisis que presentó aquí el belga Michel Collon, sobre la estrategia global de los Estados Unidos. Con verdades tan obvias que casi nadie repara en ellas, demostró que la propaganda de guerra del vecino imperial además de anteceder a la contienda bélica, siempre utiliza los mismos esquemas, invariables desde fecha tan remota como la década del 60 con la agresión a Vietnam. El programa que aplican es el mismo siempre, y es fácil identificarlo en la cruzada mediática contra Venezuela: ocultar los verdaderos intereses, demonizar, ignorar la Historia y la Geografía de los pueblos, personalizar la agresión y organizar la amnesia colectiva.

La antesala de los misiles son las mentiras o las verdades a medias. En 1965
—advierte Collon, autor de ¡Ojo con los medio!, libro de referencia obligada—, se usó el falso incidente de la Bahía de Tonkin, donde supuestamente Vietnam del Norte había atacado dos navíos de EE.UU. Lo que vino después, en Granada, Panamá, Yugoslavia, Afganistán e Iraq (1991 y 2003), siguió la misma órbita. Para el analista belga, el detonador de todo este zafarrancho es la ambición por los mercados, en particular el del petróleo.

Por más que se esgriman historias truculentas y razones políticas, el móvil es la ambición y la prueba es que, después de la guerra, los gobiernos de estas naciones colonizadas son constituidos al amparo del FMI, que se encarga de dar vía libre a las multinacionales. En Yugoslavia, por ejemplo, eso ha significado un aumento del precio del pan de 4 a 30 dinares y que más de 170 000 familias de Belgrado no pueden pagar la electricidad, que cada cuatro meses suele doblar su precio.

Lo importante —asegura Collon— es que quien busca con honestidad la verdad, encuentra públicamente las evidencias. Esta es también la guerra del cinismo y quien miente, lo suele hacer con absoluta conciencia criminal. Cita la edición del 28 de marzo de 1999 del New York Times, a poco de iniciarse la guerra contra Yugoslavia. El editorial de ese día habló claramente: “Para que la globalización funcione, (Norte) América no debe tener miedo y debe reaccionar como la superpotencia omnipotente que es. La mano invisible del mercado no funcionará nunca sin un puño oculto. McDonalds no puede prosperar sin McDonnel Douglas, el constructor del avión F-15. Y este puño oculto, que garantiza un mundo seguro para las tecnologías de la Silicon Valley, se llama Ejército de los Estados Unidos, Air Force, Navy y Marines”.


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