Cómo sería de majunche el mal llamado debate de los precandidatos de la MUD este domingo en Venevisión que un periodista adeco, parlamentario de oposición y moderador de un programa de opinión en una de las estaciones de un circuito nacional lo calificó de fastidioso, fallo de contenido y carente de credibilidad. Amén de echarle plomo al formato del canal para encarar lo que pudo haber sido y no fue.
Y en verdad. Yo esperaba algo distinto. Por ejemplo un efectivo y real equilibrio en el panel. Se me antoja que si hubiesen incluido en ese panel a Eleazar Díaz Rangel y a Pérez Pirela la botan de jonrón. Ahora bastaría saber si estos dos señores hubiesen aceptado la invitación. Pero. Es más con ese mismo panel – todos identificados, unos con el plumero a flor de piel y otros tratando de disimularlo, como antichavistas (el tenor de sus preguntas teledirigidas así lo demuestran) su hubiesen formulado interrogantes comprometedoras la cosa hubiese resultado más interesante, más creíble. Pero con esas bombitas que le pusieron los periodistas del canal y los invitados a los precandidatos, se vio a leguas que todo estaba montado.
Cómo pretenden los señores de Venevisión hacerles creer a los televidentes que las preguntas se sortearon de miles que se hicieron. Si no se requiere ser Bill Gate para entender que el formato de ese programa se fundamentó en tres ítems: los periodistas, los precandidatos y las preguntas. Además el trabajo de campo pasó primero por VTR, es decir, por edición.
Debate fue el de Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, por RTVE. Los de José Vicente Rangel y Pedro Tinoco y José Vicente Rangel y Arturo Uslar Pietri. Las entrevistas hechas a Chávez, a calzón quitado, por Mingo y Marta Colomina. Esos si fueron debates.
Usted sabe, amable y paciente lector, lo que sí podría resultar interesante es un debate de Pablo Pérez y Capriles Radonsky. O uno de Diego Arria con Pablo Medina. Eso sí. Con un papel equilibrado de periodistas y preguntas abiertas desde la calle.
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