Con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) dejaremos de ser bonsáis para ser árboles, para nuestros pueblos y la humanidad.
Dos
siglos secuestraron nuestros sueños libertadores, la intriga, la
siembra de traidores y lacayos, los asesinatos, el genocidio y las
invasiones del imperio truncaban y dividían nuestros pueblos; hoy los
Pueblos han dicho basta y la espada de Bolívar recorre la América Latina
y el Caribe para acabar con la poda y el pinzado que nos mantuvo como
bonsáis.
Nuestra
América será un gran bosque, con la CELAC los pueblos adquieren mayor
protagonismo; el impacto de su creación mueve los cimientos del
imperialismo, elevando la conciencia antiimperialista, de resistencia e
insurgencia.
La
integración cultural, de hermandad y solidaridad de nuestros pueblos
abrirán los senderos de la liberación, independencia, soberanía,
preludio para empuñar las banderas anticapitalistas.
La
Organización de Estados Americanos (OEA) es el espacio geopolítico
donde los EEUU practica “legalmente” su política exterior garrotera,
que se caracteriza por: agredir, invadir y chantajear aquellos países
que por sus condiciones específicas son considerados más “débiles” o
peligrosos, y sumarlos a sus posiciones hegemónicas.
Repito lo que he dicho en otras oportunidades: mantenernos en la OEA ya no sería un error táctico, sino estratégico.
Con
la CELAC Nuestra América se consolida como territorio de paz, de
democracia, resolución pacifica de los conflictos, y comercio justo, de
donde más temprano que tarde saldrán las bases militares de los EEUU,
donde nunca han debido estar.
La CELAC tiene tareas insoslayables:
erradicar la pobreza, que Haití salga de sus penurias, lograr
incorporar a Puerto Rico a Nuestra América y derrotar el bloqueo
genocida contra Cuba.
Hoy los Estados siguen el camino que reclaman los pueblos.
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