La revolución avanza con la exculpación de nuestros banqueros

Menos mal que se trata del *nuevo* Tribunal Supremo de Justicia, ese mismo de ahora que se encuentra hasta los tequeteques de *revolucionarios* y amigos de confianza del Presidente Chávez, muy chavistas y todo lo demás (el pueblo no los escogió, porque y que la Ley no lo contempla).

Todo resulta coherente: En Caracas, Chávez llamó revolucionario a Scotet, y ahora lo exculpan; en Valencia, Carlez negoció créditos con este en Valencia, y le está remodelando la Catedral al obispo cogolpista, además de mantener un cogobierno con más puntofijistas que con los marginados del Puntofijismo; les roban las elecciones a la base, en fin, que a esta revolución como que le están suprimiendo el prefijo *re* para reemplazárselo por: *in*.

Ya oiremos al magnánimo Presidente Chávez pidiendo menos corrupción, pero hasta allí. El concepto de bolsa que al parecer alberga el gobierno actual sobre el pueblo venezolano es pasmoso, como si la mente y la conciencia del hombre pobre y humilde se pudieran marginar o excluir, como se le excluye el pan que sobre enriquece al industrial, al comerciante, al banquero, y al corrupto con el que el Presidente cada vez gobierna más entrelazadamente, no ya porque expresamente él se lo proponga, pero sí porque la Justicia imperante (imperial) así lo dictamina.

Por estas inferencia ligeras no puedo pedirle perdón a quienes siguen obnubilados con esta ilusión revolucionaria que cada vez revienta más las burbujas de su existencia, porque el encanto diabólico que el *chavismo* viene representando, como defensa del status quo, *pareciera* darle la razón a los traidores de ayer que ahora están frotándose las manos por la frustración que venimos sintiendo quienes hasta ahora no dejamos de creer también en *pajaritos preñados*, con esta *revolución* que cada vez más permite el fortalecimiento del capitalismo local e internacional y que aceleradamente está quebrando la población trabajadora con su devaluacionista política.

A propósito, los argumentos en favor de la devaluación del bolívar para garantizarnos un buen lugar competitivo en MERCOSUR es un engaño vendido por los defensores del Imperio. Venezuela puede perfectamente entrar en ese mega mercado con la moneda fuerte que realmente posee, de hecho, aunque no de derecho, para después echar manos de la competitividad industrial que su productividad nos permita. No necesariamente el mercado y su circulante monetario es el determinante para una eficaz y rentable competencia, sino, más bien, todo lo contrario: las mejoras productivas iniciales desde los centros mismos de producción permiten ir al mercado con mejores precios aunque estos se tasen en áureas monedas de 18 quilates.



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Manuel C. Martínez M.


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