Conmemoramos 23 años de la rebelión popular del 27 de febrero de 1989, pionera de las luchas contra el hambreador neoliberalismo y su imposición de recetas inhumanas, dictadas por el FMI y el Banco Mundial, las cuales son ejecutadas por detractores gobiernos genuflexos al orden mundial impuesto por las potencias occidentales, quienes a través de métodos de dominación, saquean las riquezas de los pueblos a quienes peyorativamente nos denominan subdesarrollados o tercermundistas, para luego del despojo ejercer el control total neocolonial con un supuesto apoyo brindado por dichas multilaterales.
Y resalto lo de pioneros, porque en la actualidad la rebelión global de los pueblos del perfecto y pulcro primer mundo contra el neoliberalismo, algunos escritores quieren buscan los orígenes, tanto en las protesta en Seattle de 1998, Londres 1998 o España 2011 y es justo recordar que el Caracazo tuvo motivaciones similares y se realizó antes que todos esos eventos. En el caso venezolano, los gobiernos de la cuarta republica tenían tiempo coqueteando con el neoliberalismo, como lo demuestra el paquete neoliberal de Jaime Lusinchi de 1984 o posterior al Caracazo, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera con la creación de privatizador y entreguista Fondo de Inversiones de Venezuela.
Obviamente, el detonante popular en aquella Venezuela de 1989, signada por una pobreza de 44% más 20% de pobreza extrema, vino dado con la firma de una carta de intención con el Fondo Monetario Internacional, en la que las premisas de Carlos Andrés Pérez estaban fundamentadas en la restricción de los gastos fiscales y de los salarios, desregulación de las tazas de interés incluyendo a la agricultura, aflojamiento de los controles de precios, reducción de los subsidios, implementación del impuesto a las ventas, liberalización de los precios de los bienes y servicios estadales incluyendo el petróleo, eliminación de los aranceles y liberalización de las importaciones, es decir una simplificación entreguista de las transacciones extranjeras. Todo este criminal coctel cipayo y brutal dejaba al país en la bancarrota, con una economía muy débil y altísimos índices de desempleo, lo que condujo irremediablemente a lo que Lenin definió como el carácter revolucionario de una determinada coyuntura o etapa en la que: “… los de arriba no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo y los de abajo ya no se dejan gobernar como los venían gobernando”. Este quiebre definitivo del pueblo venezolano con el modelo pseudo democrático representativo, liberal y burgués, aunado a la elevación de sus niveles de conciencia con el grito de combate, batalla y victoria, “no volverán”, nos permiten avizorar otra arrolladora victoria popular el próximo 7 de octubre.