Las predicciones cientificas i las supercherías de adivinos i estafadores

“Donde la ignorancia es una bendición

es una locura ser sabio”

        Thomas Gray

       Este es un pensamiento del poeta e intelectual Gray, educador inglés nacido en Londres, 1716-1771, de los precursores de romanticismo, citado por Carl Sagan en su obra EL MUNDOS Y SUS DEMONIOS, subtitulada  La Ciencia como una luz en la obscuridad, en la cual expone muchas ideas sobre las supercherías infiltradas en el aparente conocimiento o las creencias humanas. Cree que el 95% de los americanos (norteamericanos) son analfabetos científicos i que hasta el presidente Reagan i su esposa, consultaban un hechicero para tomar alguna decisión.  En un capítulo llega a tratar hasta lo que llama la anticiencia, i los disparates que algunos difunden a veces disfrazados en las ciencias que más se prestan al disfraz, como la Astrología, que toma prestados conocimientos superficiales i vagos de la Astronomía,  por no decir tergiversados adrede, con la finalidad de influir temores i obtener ganancias ilícitas o inmorales. Por eso debo dejar asentado que, la Astrología no es ninguna ciencia, pero que utilizan tanto los profetas, adivinos, brujos o los que hacen predicciones  o profecías, con cartas o naipes, tablas mágicas o fundadas en supuestos libros sagrados o misteriosos, rollos de papiros u otros documentos secretos, son especuladores o aprovechadores de la ignorancia ajena.

      Todas las personas que se dedican a estas pseudo predicciones, algunas a cumplimiento siglos después, como se ha especulado con Nostradamus, o aquel monje loco que subyugó con sus poderes ocultos a la familia del último Zar de Rusia, los que embaucaron con sus noticias sobre el mañana o el futuro, a tanto rei ignorante en las cortes europeas, a quiénes hasta las religiones aprovecharon con la noción de falta o pecado i los castigos en el más allá, aprovechándose para la creación de monstruos devoradores de almas o el horror de ser consumido por las llamas del Infierno –invento productivo del cristianismo− que incluso superaron a las religiones antiguas del mundo griego o del misterioso oriente; todas, repito, inventan i especulan con una gran mentira o extraordinarios trucos. Recuerdo cuando la primera vez que visité París i asistí al Lido, me tocó estar al pie del escenario donde un ilusionista encendía como velas sus dedos (primero uno a uno i luego todos a la vez) i otras cosas portentosas, pese a su gran advertencia desde el comienzo: tengan la seguridad de que nada de esto es magia, sino truco. Así, la vida, i sobre todo en medicina, me ha dado la oportunidad de saber cómo engañan los brujos o hechiceros, i cómo usan las enfermedades, para mentir i dominar. Eso mismo hace por siglos la iglesia, con las llamadas apariciones i los cultos más increíbles que se crean, como vírgenes llorando sangre o preservación de cadáveres de santos, especialmente Papas.

      Por el libro del Dr. Quintini, que escribió sobre la brujería en el sur del lago, sabemos los trucos que utilizan cuando, conociendo la diferencia entre la mordida de una serpiente venenosa de otra que no lo es, usan distintas predicciones, o aquí en Maracaibo, las predicciones del célebre Horcadela, un colombiano que pasaba por médico i adivinaba el sexo del bebé en el primer mes de embarazo, con pruebas de orina i la intervención con voz i todo, de José Gregorio Hernández. Ocho meses después si la predicción coincidía, el éxito era claro; sin embargo, si fallaba i tenía reclamo, la respuesta era: señora eso fue hace ochos meses atrás i son tantos mis pacientes que es imposible que recuerde el pronóstico; secretario consulte el libro de asentamiento de las predicciones. La equivocada era la señora, no él. El truco consistía en que dictaba al secretario: la señora va a tener un varón o una hembra, i el secretario anotaba el sexo contrario en el libro. Así, podríamos escribir un libro, nacional o internacional. Ahora en cambio, volvamos a algo más formal.

     Hace años se creó una ciencia llamada Futurología que pretendía estudiar i conocer el futuro, para pronosticar acontecimientos o adelantarse al mañana. Uno de sus creadores o fundadores fue Gastón Berger, quien la definió diciendo que “era una ciencia que por medio del método científico estudia el futuro” (ahora hai quienes niegan hasta que haya método en la ciencia). I posteriormente, el alemán Ossip Fleschteim, relacionó la futurología, con la predicción i la probabilidad, o cálculo de probabilidades que, con el tiempo ha tenido que conformarse con lo que algunos llaman la “probabilidad probable”. En realidad lo que existe i está bien fundada es la predicción científica, que es, según expone Wenceslao J. González, en su obra LA PREDICCIÓN CIENTÍFICA. (Edic. 2010) es <indagación acerca del conocimiento del futuro o investigación sobre “hechos nuevos”, que ocupa un lugar destacado en pensadores influyentes>. Esto, porque predecir es un objetivo de la ciencia, un test para dirimir si un enunciado es o no científico i, finalmente un factor clave en las Ciencias Aplicadas. Estas preocupaciones vienen desde mui lejos o hace tiempo, cuando el Círculos de Viena, i pensadores como Carnap, Reichenbach, Popper, Toulmin, Kuhn, etc., se ocupaban de eso. Empero, la predicción a largo plazo, el visualizar lo que será el futuro, está más en el pensamiento filosófico, creativo o imaginario que, en el conocimiento científico: imaginar futuro, no es lo mismo que conocerlo o estudiarlo, aunque hace años existe la ciencia ficción i recordamos entonces a Isaac Asimov, entre tantos cultores del género. Pero dejemos aquí esta pincelada de ciencia, i vamos a la realidad. Hoi se admite que, la predicción a largo plazo es cuestionable i solamente estamos en la posibilidad de hacer Prospectiva (no prespectiva como dicen algunos políticos, pues este término no existe como tal). Podemos predecir de 10 a 15 años, en base a conocimientos, hechos, estadísticas, cálculos matemáticos, etc., aunque  más allá es especulación,  como hace este supuesto médico “de familia” del presidente Hugo Chávez Frías; un embustero profesional, posiblemente agente o sicario pagado por la CIA o el Departamento de Estado, para rebuznar a nombre de la ciencia médica.

      Se trata del médico (?) venezolano José Rafael Marquina, a quien entrevistaron en los Estados Unidos, en una de esas emisoras desestabilizadora del Imperio. Este señor  a quien se le atribuyen 4 especialidades i ser formador de estudiantes de medicina en el norte, habla de que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el Comandante de la Revolución, tiene determinado tumor (no quiero repetir el diagnóstico) i está lleno de metástasis en hígado, pulmones, huesos, páncreas i hasta llegará a la próstata. Según una escritora paraguaya Marza Navarro que publicó una Carta Abierta al respecto i me envió una copia, este señor parece no ser ni médico, i si lo es, no es oncólogo i no estando ni en Caracas ni en La Habana, debe ser mago para conocer los mínimos detalles de la enfermedad del presidente que, como lo dije en un artículo, tuvo simplemente una recidiva, como personalmente también me sucedió. La intelectual paraguaya se pregunta cómo una piltrafa humana así, puede ser médico i si alguna vez escuchó hablar de la ética profesional, llegando al ridículo de decir que desde hace ya un tiempo –su paciente Chávez−  se traslada en silla de ruedas por Miraflores. Este cretino, ni lee noticias ni ve televisión. Debe ver simplemente, billetes verdes de dólares, i padecer tal vez, de una diarrea cerebral, que evacua por vía oral. Según la más elemental predicción científica, su diagnóstico deberá llevarlo a una prospectiva que sitúa al paciente a horas simplemente de su defunción.

     Señor  Marquina,  médico, si usted lo es, sepa que se presenta como una piltrafa humana para sus alumnos, si es cierto  que también enseña en el Imperio del Norte; le queda bien para concluir, este pensamiento de Montesquieu: “los malos ejemplos son más dañosos que los crímenes”. robertojjm@hotmail.com


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Roberto Jiménez Maggiolo


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