¿De dónde surge el odio que dicen siembra Chávez?

¿Quién no ha escuchado la conseja escuálida según la cual Chávez ha
sembrado el país de odios y divisiones?
La pregunta me parece pertinente porque en Ecuador, donde vivo desde hace
dos años, los pelucones (así llaman a los escuálidos ecuatorianos)
esgrimen exactamente los mismos argumentos contra el presidente Correa. En
Bolivia, mientras tanto, la situación es idéntica; los medios de
comunicación presentan a Evo Morales como un vengador terrible que alimenta
a sus seguidores con deseos de revancha y muerte.

¿Son entonces los presidentes latinoamericanos de izquierda unos demonios
que andan repartiendo y sembrando odios por doquier o se trata de una
estrategia de las recalcitrantes oligarquías, destinada a descalificar los
gobiernos progresistas y a justificar su propia violencia?
Para dar respuesta a esta segunda interrogante, centrémonos en Venezuela,
pero sin dejar de reconocer que la realidad de los países mencionados es
exactamente la misma.

La oligarquía venezolana, sus corruptos partidos y un buen sector de la
población, que en su deseo de parecerse a los oligarcas los acolitaron por
décadas, repiten a coro, y en cuanto escenario les es posible, que
Venezuela se ha convertido en territorio de odio gracias a Chávez y a los
chavistas. Los medios de comunicación crean una realidad virtual en la que
tergiversan la historia, obviando el drama en el que sumergieron a todo un
pueblo, como consecuencia de un poder ejercido con odio y desprecio por los
humildes.

La historia nos ha enseñado que la oligarquía y quienes sueñan con algún
día ser oligarcas nunca asumen la responsabilidad por nada. Nada tuvieron
que ver con el desastre en que convirtieron una nación que lucía rica y
próspera; nada tuvieron que ver con la corrupción; nada tuvieron que ver
con las desapariciones de jóvenes izquierdistas; nada tuvieron que ver con
las matanzas de Puerto Cabello, Carúpano, Cantaura, El Amparo, Caracas y
pare de contar… Lo peor es que mientras todo eso ocurría, el país, desde
su perspectiva, vivía la época dorada del amor, la unidad y la solidaridad.

Es que son unos farsantes que carecen de coraje hasta para asumir sus
propias pasiones enfermizas.
El odio, que siempre ha sido parte de su esencia y lo han vertido por
toneladas en defensa de sus intereses, es en definitiva una enfermedad del
alma y quienes lo portan deberían asumirla como su karma, pero eso es mucho
pedirle al escualidismo venezolano.
Ellos, que a lo largo de la historia han demostrado como el poder o la
ambición los ha envilecido, pretenden ahora responsabilizar a Chávez de sus
miserias.

No son capaces ni de asumir su propio odio. Ahora es culpa de Chávez que
ellos festejen la muerte de una persona que ni siquiera conocieron y de la
cual lo único que saben es que era chavista.
Chávez, según su lógica es responsable del odio que sienten por los propios
miembros de su familia que simpatizan con el gobierno; Chávez es culpable
de ese deseo que ya les resulta incontrolable de que nuestra nación corra
la misma suerte de Libia.

La realidad es que su alma no da para más. Ellos siempre han entendido por
amor el darle una limosna o ropa vieja a los pobres, siempre y cuando se
mantuvieran invisivilizados en sus ranchos.
Por amor entendieron el regalarle un juguete a un niño pobre en navidad,
sin indignarse porque no pudiera ir a la escuela. Para ellos amor es darle
un plato de comida al mendigo y olvidarse dos minutos después de su
existencia.

Ese es el amor que les gusta… eso entienden por solidaridad.
Que el pueblo tenga las oportunidades que antes les estaban reservadas sólo
a ellos; que se transforme en elemento de cambio y poder; que se sienta con
el derecho a protestar por los abusos de los poderosos de siempre, por su
especulación, por los privilegios que tuvieron ante la justicia son y que
además sea escuchado son demostraciones del odio que Chávez ha sembrado.

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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