Acabo de leer en Aporrea la columna que Nicmer Evans le dedica a Mario Silva a propósito de las críticas del conductor de La Hojilla a Oswaldo Rivero por las fotos con Capriles Radonski. (Tantos nombres en un sólo asunto parecen enredarlo todo.) Me llaman la atención varias cosas:
1.- Usualmente Nicmer Evans escribe con mesura, intentando ver y analizar los problemas desde diversos ángulos. Pero en esta ocasión hace gala de una visceralidad que realmente sorprende.
2.- Acostumbra Evans también a ser claro y frontal, lo que le ha valido sendas menciones en las columnas de Tobi Valderrama (Un grano de maíz) y Nelson Bocaranda (Runrunes), pero en esta oportunidad da vueltas y vueltas y no terminar de nombrar a Mario Silva, aunque todos sabemos de quién está hablando. (Y quizás entonces la columna y el mensaje no sean para nosotros los lectores, sino para Mario Silva.) ¿Por qué no hablarle directamente a Mario Silva? ¿Miedo al cuero después de matar el tigre? ¿Envidia porque su Comuna en construcción no es referencia para Chávez como La Hojilla y Un grano de maíz?
3.- Habla Nicmer Evans de los “más chavistas que Chávez” y los que aplican el “revolucionómetro” y se explaya en afirmaciones que van mucho más allá de la crítica sana o de la “irreverencia en la discusión” que le valió un debate con Tobi Valderrama. Termina cayendo en el error que denuncia en Mario Silva, echando más paja a la hoguera de la división que apuntalando el necesario debate en las filas del chavismo. Viendo la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el ojo propio…
4.- Estoy completamente de acuerdo con Nicmer Evans si lo que pretende es afirmar que Mario Silva se desbocó y se equivocó de pe a pa al criticar a Oswaldo Rivero sólo con ver unas fotos. Debería Mario Silva rectificar y admitir que también él cayó en la trampa de la derecha, que le hizo el juego a los medios de la oposición (esos mismos que cada día desde La Hojilla él desnuda) y que también a los mejores cazadores se le escapan algunas liebres de vez en cuando. Unas palabras de disculpas a Rivero no estarían demás. Pero pareciera que las palabras de Nicmer Evans van un poco más allá: si eso era lo que quería decir lo pudo haber dicho de esa manera, pero buscó otra fórmula y otras palabras porque tal vez otras sean las intenciones. Como no intento ser adivino (sólo que como pueblo y como lector que soy tampoco quiero que me tomen por pendejo), sólo hago notar que alguien pudiera pensar, especialmente después de lo de Un grano de maíz, que Evans anda cazando una pelea con alguien un poquito pesado para así hacerse un poquito más famoso, para “posicionarse”. Si es así, ojalá lo logre, aunque ya Evans es un reputado analista.
5.- Me parece pertinente, necesario y oportuno salir en defensa del trabajo que hace Oswaldo Rivero. Yo mismo, para no ir lejos, no salgo todos los días a jugarme el pellejo como lo hacen él y los demás muchachos de ZK. Y como lo hace Mario Silva desde La Hojilla, vamos a estar claros, nos gusten o no sus formas, modales y vocabulario. ¿Que Mario tiene muchos escoltas y no sé cuántas otras prerrogativas? Bueno, si así lo quiere Nicmer Evans, que es chavista, del PSUV, socialista, etcétera, no me quiero ni siquiera imaginar el amor y las ganas que le tienen desde la oposición (y de algunos lados del gobierno también). Lo que sí me da verdadera ladilla es el divismo y egocentrismo del que hacen gala Mario Silva, Oswaldo Rivero, Nicmer Evans y muchos otros más en algunas ocasiones. Un poco de humildad no vendría mal…
6.- No voy a ser precisamente yo quien venga a dar aquí lecciones de cómo hacer una revolución o de cómo identificar a un verdadero chavista, revolucionario o izquierdista. Los señalamientos anteriores los hago porque pienso que contribuyen muy poco al debate democrático (todos tenemos algo qué decir; todos tenemos mucho que escuchar). No tengo un manual sobre revoluciones, pero me parece que con esas actitudes y comportamientos le hacemos el juego a la contrarrevolución.
