Qué bueno la existencia en revolución de tantos programas y misiones que le dan bienestar físico al pueblo; y que malo que coloquen al frente de muchos de ellos a picos de plata con discursos estériles aprendidos en los cursos que dictan es esa entelequia que llaman frente Francisco de Miranda. Qué bueno que se intente repotenciar al seguro social y que malo que todavía no se haya logrado combatir la desidia y el antiparabolismo del personal médico, secretarial, obrero y paramédico de ese ente todavía dispensador de angustias humanas.
Qué bueno las misiones alimentarias como pedeval, mercal, bicentenario y las arepas socialistas; como alivian las penurias que antes generaba al pueblo llano la papa cara y de mala calidad nutricional. Qué malo los tramposos disfrazados de revolucionarios que venden los productos a granel para hacer un negocio con la comida que el gobierno subsidia para que llegue a precios solidarios a la gente de escasos recursos económicos.
Qué bueno la creación de la policía nacional; que malo la bomba que el gobierno le da a tránsito terrestre para que sigan con su milenario baje de la mula; abuso de autoridad y aplique de vejámenes a los conductores.
Qué buena la política antiimperialista del presidente Chávez; cómo dignifica al pueblo de Venezuela el hecho de anteponer nuestra soberanía ante cualquier pretensión hegemónica de los imperios. Qué malo el que en nombre de la hermandad Bolivariana de los pueblos se permita que la oligarquía colombiana nos siga mamando el gallo con un comercio bilateral que sólo beneficia a un grupo de oligarcas y desalmados sin patria apostados en nuestras fronteras.
Qué bueno que lo extraordinario se vuelva cotidiano; que malo es que lo cotidiano conspire contra la felicidad de la gente; vacunas institucionales para lograr pensiones, créditos, jubilaciones, revisiones de automóviles en INTTT. Colas interminables para trámites de cédula, Rif en el seniat, consulta en el seguro social, partida de nacimiento y hasta actas de defunción.
Qué malo es que la gente se muera sin conocer la felicidad en revolución; por ello Siempre me he preguntado si los hombres y también las mujeres hemos venido a este mundo a sufrir; a trabajar como burros para alimentarnos, vestirnos y satisfacer el resto de las necesidades reales o creadas. Me seguiré preguntando porqué infinidad de personas nacen, crecen y se mueren en un solo sitio; sin conocer nada diferente; a nadie diferente; se mueren triturados por el hastió cotidiano en la misma vereda; el mismo camino y las mismas paredes de los mismos ranchos que le vieron nacer; y que a nadie le importe que se muera un andino sin ver la mar; un pescador sin recrearse en los picos de una montaña o un habitante de los barrios de Caracas sin extasiarse frente a la gran sabana. Por eso qué bueno sería que la gente del gobierno pueda montar la misión de distracción, entretenimiento y esparcimiento social; que puede ser financiada mediante el aporte económico voluntario mensual de todo venezolano o venezolana que desee con una módica cantidad de dinero contribuir a armar un fondo dirigido a ejecutar programas de turismo popular. Viajes culturales o formación de centros de esparcimiento.
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