El tema de la ciudad capital es inagotable, en
especial el referido a la urgente demanda de sus habitantes para
que se frene y se reoriente su desarrollo futuro. Es inmenso el
clamor por una política que pare en seco y de inmediato su
crecimiento conforme al planeamiento neoliberal más retrógrado
impuesto por los gobiernos del puntofijismo, en donde se manejó
como factor preeminente en el diseño de sus planes de
zonificación, el rendimiento del suelo por sobre cualquier otra
consideración que tuviera que ver con el hombre, sujeto y razón
fundamental sobre el cual debe y tiene que girar el desarrollo y
crecimiento de cualquier centro urbano.
Su trama vial, sus espacios peatonales y de recreación, por
ejemplo, dejan mucho que desear. La destrucción
de su patrimonio histórico ha sido de tal magnitud que hasta,
aun cuando parezca mentira que eso haya sucedido sin que la
llamada “sociedad civil” se opusiera, se construyó al lado de la
casa natal de nuestro Libertador Simón Bolívar, una torre
bancaria, hoy en manos de Fogade por malos manejos de quienes
fueron sus voraces propulsores. Además, resaltan como una
bofetada mayúscula a la inteligencia y a la racionalidad, los
llamados “shopping mall” que crecen como la hierba, por
cualquier zona de la ciudad, estén o no en jurisdicción de
alcaldías en manos de neoliberales, como si el sueño de sus
colectivos mayoritarios fuese la consolidación aún mayor de las
prácticas consumistas del capitalismo. Igualmente, proliferan
las edificaciones sobre dimensionadas hechas a la sombra de
componendas corruptas, práctica que, al parecer, continúan sin
mayores cambios en las dependencias municipales que tienen la
competencia de la aprobación y control de los respectivos
permisos de construcción. Igualmente, su insuficiente red vial,
para la que, al parecer, no existe proyecto alguno que apunte a
solventar la grave situación que ello ha generado y que se
manifiesta con el horror de las descomunales trancas de horas y
horas que a todos nos castigan. Pero paremos de contar, porque
los males son demasiados…
Aquella ciudad de los techos rojos a la que de manera hermosa le
cantó Pérez Bonalde, entró hace mucho tiempo en grave colapso.
Crítico estado para nada sorpresivo, producto de la mayor
irresponsabilidad de quienes han tenido en sus manos durante los
últimos sesenta años, al menos, la gerencia para planificar y
dirigir su dinámica natural de transformación. Ciertamente, ha
habido por su hábitat sólo desprecio y más allá de eso una
concertada y persistente decisión mafiosa que ha determinado
hacer girar esa dinámica en torno exclusivamente a parámetros
exclusivamente referidos a la rentabilidad cada vez mayor del
suelo. El hombre como única causa y razón fundamental de la
existencia de la ciudad, siempre estuvo y continúa estándolo
para ellos, excluido como especificidad de primer orden para
definir el reordenamiento del espacio urbano.
Ciertamente, lo repetimos una vez más, la ciudad ha crecido de
la mano del gran capital y sus habitantes, mudos e inermes, han
visto cómo se les fueron pervirtiendo sus barrios, sus calles,
sus parques, destruido y mancillado su patrimonio histórico y
hoy se ven sumergidos en la horrible y real pesadilla de una
lucha desesperada por la sobrevivencia. Caracas, como alguien
acertadamente lo dijo alguna vez, ha visto cómo los supremos
intereses que la crearon están siendo cada vez más empobrecidos
y vilmente maltratados.
Corresponde a la revolución frenar este desastre sin más
dilación, a cuyo efecto deberá propiciar, en una primera fase,
la pronta aprobación de una legislación metropolitana que
imponga una autoridad única en materia urbanística integral,
donde el pueblo tenga voz y voto y una vez logrado ese objetivo,
la urgente implementación de acciones que permitan revertir
radicalmente los códigos que históricamente nos impusieron los
mercaderes y traficantes del suelo.
La decisión del actual gobierno de utilizar los terrenos del aeropuerto La Carlota para un fabuloso parque, así como el rescate de los espacios públicos por parte de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital para el disfrute de la gente, son ya excelentes comienzos en la dirección que proponemos.
oliverr@cantv.net