Mientras la fila de vehículos del mediodía caraqueño se movía con una lentitud intestinal, trataba de resarcirme escuchando un programa de radio de la llamada emisora Cultural de Caracas. Allí, una señora era entrevistada y hablaba sobre La tempestad de Shakespeare. Decía que lo contemporáneo de ese drama era tan evidente que se podía ver en él la ambición actual que, por el poder, tiene el gobierno “que nos agobia”. Luego comentó algo (que no comprendí) sobre el método norteamericano para analizar el teatro.
Confieso no he leído tal obra, seguramente por eso hay cosas que no comprendo, entre ellas, ese fenómeno mental que hace que gente de buen entendimiento, juzguen como repudiable el propósito del gobierno de luchar por la hegemonía de la revolución en este país de nosotros. Y digo que no lo comprendo porque, esas personas que consideran tal cosa como horriblemente antidemocrática, no ven lo mismo tras las acciones agresivas, violentas y sangrientas, que repetidamente realizan los gobernantes gringos (sean demócratas o republicanos) para mantener su hegemonía por toda la faz de la tierra. Es más, están de acuerdo con ellas.
Una actitud así no lo explica la ideología, pues, sería aceptar que ella determina lo que está bien o no está bien, o lo que es lo mismo, lo que vemos o no vemos. Que lo ideológico obstruya las capilaridades críticas sólo les debería ocurrir a los que tienen fragilidad mental. Y de quienes estoy hablando es de aquella gente que debería tener, como dice el polo margariteño, “sentido, entendimiento y razón”.
jmrr44@hotmail.com