¡Grite, Juan Bimba, yo lo acompaño!

Al colega y amigo, Alberto Rodríguez Carucci



Con esta frase concluye el escritor cubano, Nicolás Guillen, su poema: Son Venezolano; inspirado en “La juanbimbada”, obra que nos legara nuestro gran Andrés Eloy Blanco.

Poesía social, poesía popular, la han llamado algunos críticos literarios, con la intención de diferenciarla de otros estilos, mas no para separarla, de tan apasionante género literario. Juan Bimba, es la evocación que Andrés Eloy Blanco hace del hombre del pueblo: “Juan Bimba”, “Juan Criollo”, “Juan Pueblo” son tres denominaciones, con un mismo significado y un mismo significante: Pueblo.

De ese pueblo tantas veces despreciado, excluido, humillado, traicionado, engañado, vejado, sobran los adjetivos para enunciar la manera como fue tratado por la clase dominante política y económica, de nuestro país, retratado magistralmente por Nicolás Guillen:



-Ando a pie, bebo parado,

me buscan cuando hago falta,

y mi cobija es tan alta

que duermo sobre ella echado.

Este es mi canto cerrado,

que en vez de cantar recito;

ahora lo digo pasito,

porque es cosa suya y mía,

pero así que llegue el día,

en vez de cantar, ¡lo grito!



En Venezuela, al pueblo se le ha llamado: indio, negro, esclavo, salto atrás, blanco de orilla, zambo, mulato, denominaciones todas ellas a las que se pretendió darle una justificación como identidad étnica.

Con el correr del tiempo, adentrados ya a la “Venezuela moderna”, coincidente con la llamada “Venezuela democrática”, más exactamente a partir de los años sesenta, con el puntofijismo y su régimen partidocrático, la categoría pueblo fue sustituida por el uso de términos que denotaban una enorme carga peyorativa, un enorme desprecio.

Se impuso el término “pata en el suelo”, con el cual se identificaba al pueblo como un animal a la intemperie. En los años setenta se comenzó a hablar de los “tierrúos”, a partir de entonces se produce la negación absoluta del pueblo como sujeto, reduciendo su presencia a la condición de materia orgánica.

La sociología, sobre todo la escuela francesa, nos legó como categoría de análisis, el concepto de “marginalidad social”, en Venezuela se tergiverso su significado y comenzó a hablarse de la “marginalidad”, como una categoría peyorativa, segregacionista y excluyente. A los ciudadanos del barrio, a los campesinos, a los negros, a los choferes, a los limpiabotas, a los vendedores de periódico, a las aseadoras, en fin, a quienes no compartieran la forma de pensar de la clase dominante, ni tuvieran sus bienes, se le llamo: “los marginales”, concepto que se convirtió en un uso verbal profundamente despectivo, el cual se acompañaba de otros no menos soeces como: “ ese cotizúo”, “parece indio”, “parranda de negros”, “ese niche”, “se le salió el barrio”, y más recientemente, la referencia irrespetuosa contra el Presidente Hugo Chávez, cuando voceros de la oposición al referirse a él lo han llamado “mico-mandante”, haciendo referencia, por su condición de mestizo, de su origen popular, por su actuar sincero, franco y sin cortapisas, a una suerte de sinonimia con el “mico-mono”.

Pues bien, estos son algunos de los términos con que la burguesía y el liderazgo político puntofijista ha denominado al pueblo, ha sido la manera como la clase dominante excluyó al pueblo, para ellos el pueblo dejo de ser pueblo. Términos que están contenidos en el “Juan Bimba”, como etimología de pueblo.

En la estructuración de dicha exclusión la clase dominante se valió de las más diversas instituciones y prácticas, tanto públicas como privadas, generando una opinión publicada, lo cual no es lo mismo que opinión pública, a través del “decir y el pensar”, como acción comunicativa. Pero, sobre todo, la clase dominante demostró su profunda condición racista y, ello, no es una casualidad. Es la misma conducta que ha tenido “esa casta sangre azul”, a lo largo de nuestro proceso histórico.

Pero, a ese pueblo le llego la hora. Su reivindicación como ser humano; su rol protagónico, como sujeto fundamental de la sociedad, está contenido en el texto de la Constitución Bolivariana que ese pueblo -mediante referéndum- aprobó en 1999 y, la cual conto, con la oposición más radical de Enrique Capriles Radonski y su partido Primero Justicia.



Con mi tres o con su cuatro,

cante, Juan Bimba,

yo lo acompaño.


Profesor-ULA
npinedaprada@gmail.com


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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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