Un espíritu recorre la Revolución Bolivariana: el espíritu feminista, el espíritu de la más amplia equidad y la igualdad entre todas y todos.
La historia del trabajo de las mujeres en la sociedad ha sido la historia de la invisibilidad y la historia de la explotación. La división social del trabajo ha implicado también la división sexual del trabajo, siendo las mujeres doblemente explotadas por el capitalismo y por el patriarcado, dejando para ellas menores remuneraciones, peores condiciones, desvalorización de sus actividades, invisibilización de sus aportes, prejuicios hacia la maternidad que consideran la mano de obra femenina como más costosa. Las mujeres somos trabajadoras de la producción de bienes y servicios, y también trabajadoras del cuidado de la vida, en los espacios sociales y en las familias, pero el capitalismo patriarcal nos considera mano de obra de segunda categoría, menos productiva según sus criterios, y nos empuja a la pobreza extrema. Y ante esta injusticia y ceguera levantamos nuestra voz y con fuerza decimos: ¡¡¡Capitalismo temblad!!! ¡¡¡Patriarcado temblad!!!!
Nuestra Revolución Bolivariana cuenta con la fuerza del trabajo de millones de mujeres que en todos los espacios sociales, producen y cuidan de su comunidad. Allí, codo a codo y sin descanso, están las trabajadoras de las fábricas, las campesinas, las pescadoras, las trabajadoras del hogar, las maestras, las servidoras públicas, las trabajadoras a domicilio, las procesadoras de alimentos, las cuidadoras de niños y ancianos, las trabajadoras de la salud, las artesanas, las artistas, las indígenas, y muchas más.
Hoy, 1 de mayo de 2012, nuestra amada Venezuela y el conjunto de las y los trabajadores, avanza hacia la eliminación de las condiciones de explotación de las personas, que incluye la superación de la inequidad y la desigualdad de género en el trabajo. En este proceso las mujeres venezolanas somos sujetas activas de nuestra propia liberación, y del paso hacia una nueva sociedad sin opresión, que concreta hoy nuevas conquistas laborales.
Hoy estamos alegres, sin dejar de ser combativas, porque nuestras luchas que no cesan, han sido reflejadas en la cobertura universal del Seguro Social para todas y todos, en la extensión del postnatal y su ampliación para quienes adopten, en la protección de la maternidad y la paternidad con inamovilidad de dos años, que promueve la corresponsabilidad de nuestros compañeros en la crianza, en la promoción de la armonización de la vida laboral con la vida familiar. Compartimos la felicidad por el conjunto de avances justicieros como son la retroactividad y aseguramiento de las prestaciones sociales, la ampliación de los espacios de organización laboral, el fortalecimiento de los mecanismos de formación, y en general, el reconocimiento del rol central del trabajo en la vida social, y del papel de las trabajadoras y los trabajadores en la producción de bienestar para las comunidades.
El Socialismo Feminista está en el porvenir, con nuestras manos, con nuestra fuerza y con nuestros sueños lo seguiremos construyendo día a día, desde el Poder Popular y la organización colectiva.
¡Sin Feminismo no hay Socialismo!