Sin embargo, allí vamos, tristes, solitarios y arrepentidos. Qué buena vaina con Embajada Radonski que no levanta ni calumnias. Uno hace lo posible. Apoya por aquí y por allá y habla con sus amigos y va a las pocas concentraciones e incluso, uno se mete en las casas que visita para que la gente crea que es toda la familia la que está allí feliz, pero nada, el hombre dice cada vaina que uno se asusta.
Ese guión es una soberana pendejada. Esa vaina que dice de no nombrar al dictador es una pendejada que no tiene nombre, así, literalmente, no tiene nombre. Qué gran pendejada es esa, es decir, el culpable de todo este peo en el que estamos metidos es el tirano, y ahora sucede que no lo vamos a nombrar, no me jodan, esos asesores están pelando bolas, aquí hay que gritarlo por todas partes, así le hagamos propaganda, aunque ese dictador no necesita que Embajada Radonski lo nombre, porque lo conocen hasta en la China... Así, que dejemos ese pendejada y digamos cómo se llama el tirano. Y listo.
La otra vez, cuando nuestros valientes e inteligentes estudiantes se fueron a la Asamblea Nacional y en cadena enfrentaron el régimen por un momento, y después se quitaron las franelas rojas y quedaron en blanco y abandonaron el hemiciclo, allí también dejaron abandonado un texto que los comprometía mucho, y los chavistas hicieron fiesta con esa vaina, un texto parecido a este que mostró uno de los hombres del dictador en una rueda de prensa. Es que no aprendemos. Ese es el peo nuestro, que creemos que todavía la gente es pendeja, y no es por alabarlos, pero estos chavistas como que han aprendido demasiado y no se dejan joder así tan fácilmente.
- Oh, carta de Néstor, qué me dirá.- Me canta Margot.