Hemos afirmado que el proceso electoral del venidero 7 de octubre es el más importante de cuantos se han realizado en nuestro país, luego del derrocamiento de la dictadura perezjimenista en 1958. Hay quienes se resisten a creerlo. Tal vez se deba a que, siguen añorando las “mieles” del pasado. De un pasado que engendró la más oprobiosa de las desigualdades humanas: una burguesía inmensamente rica y poderosa y un pueblo sumido en la pobreza y excluido; tal vez se deba a que, esa burguesía y sus adláteres, siguen añorando las migajas de un poder partidocrático que, por vía de la dadiva, les otorgó grandes privilegios, adláteres que llegaron a creer que podían ser como ellos, se creyeron igual a ellos y, en ese afán de parecerse a ellos, se volvieron corruptos, falsos, izaron con gran alborozo y alegría sus banderas, en el templo de la mediocridad; tal vez se deba a que, creyeron en la eternidad del usufructo del poder, nunca imaginaron la temporalidad de éste; tal vez se deba a que, el liderazgo de la Venezuela puntofijista, hizo de la relación clientelar y de un extendido “familismo amoral”, la teoría y la práctica en su proceder político; pero, sobre todo, tal vez se deba a que nunca imaginaron que en Venezuela emergería una nueva clase política: el Pueblo.
Con mayúscula, porque no se trata de cualquier Pueblo, no se trata de ese pueblo que el pensamiento neoliberal ha definido como un ente abstracto. No. Se trata del Pueblo del presente, de la realidad real que vivimos; se trata del Pueblo que siente y que padece, que piensa y actúa, que ha dejado de ser objeto de la sociedad para convertirse en sujeto fundamental de ella, se trata del Pueblo vivo.
Pues bien, empeñados como estamos en construir una nueva formación social venezolana, edificada por humanos para que vivamos en ella como seres humanos, es por lo que le asignamos al proceso electoral presidencial del 7 de octubre próximo, una importancia suprema. Hemos afirmado que el mismo es un “rompe aguas” en la historia republicana de Venezuela. Es el futuro enfrentado al pasado. A un pasado no solo como tiempo histórico, sino a un pasado como forma de gobernar, a un pasado como forma de estructurar el funcionamiento de la formación social venezolana.
Visión de futuro expuesta en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, 2007-2013. Primer Plan Socialista “Simón Bolívar”, como programa de transición hacia el Socialismo; Visión de futuro cuya concreción fue presentada al país por el Presidente Hugo Chávez el pasado 11 de junio, en el acto de inscripción de su candidatura presidencial ante el CNE: Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez. Para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019, documento en el cual están contenidos los lineamientos generales para la edificación de la Venezuela Socialista.
Ahora bien, una interrogante nos asalta: ¿cómo vamos a construir el socialismo en cada una de las regiones, estados y municipios, del país? La respuesta pareciera sencilla, algunos –incluso- creerán que traspolando lo expuesto en el Plan Nacional será suficiente, como si en cada una de nuestras regiones no existieran variables que les otorgan rasgos particulares, los cuales estamos obligados a tener presente.
Por lo que, pensar la construcción del Socialismo en las regiones significa trazar el rumbo que nos permita avanzar en su edificación; significa, comprender lo que ha sido el proceso sociohistórico, de cada una de ellas; significa, logar que las instituciones del Estado sean eficaces y eficientes; significa, dejar de ser regiones dependientes de la renta petrolera nacional; significa, descubrir la manera de convertir sus potencialidades agrícolas y pecuarias, turísticas y mineras, en riqueza del pueblo y para el pueblo, explotadas de manera racional, respetando y salvaguardando la naturaleza como espacio humano; significa, avanzar en la consolidación del poder popular, el pueblo sujeto del poder, como garantía de construcción de la democracia participativa y protagónica.
Pues bien, si algo caracteriza los doce años que hemos transitando, en la construcción hacia la Venezuela en donde impere el reino de la felicidad, es que estos han estado precedidos de la formulación de planes de desarrollo dirigidos a alcanzar dicho objetivo. Por ello, afirmamos que en Venezuela se acabo la improvisación, el cortoplacismo, la copia, la imposición externa, a la hora de elaborar los planes de desarrollo de la nación. Por lo que, una de las tareas fundamentales que tenemos es la de elaborar, en cada uno de los estados el respectivo Plan de Desarrollo Socialista, que sirva de marco para producir una mutación radical de sus formaciones sociales, el cual –como es lógico suponer- debe estar en estrecha correspondencia, teórica y programática, con el Plan de Desarrollo Nacional.
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